Lo veo tragar bajo mi atenta mirada, bajo mis pupilas fijas en su rostro, sin perder siquiera el más mínimo movimiento de cada una de sus pestañas. Y él lo sabe, sabe perfectamente que estoy esperando a que me responda, que estoy atenta y que quiero que conteste, que no podrá escapar de ésta conversación. -Cariño... -Nada de cariño, quiero la verdad, quiero escucharla de tu boca. Sé que lo hiciste... -Pero... -Pero nada, no quiero excusas, quiero que admitas lo que pasó. Quiero que me digas si lo disfrutaste, si quieres hacerlo de nuevo. -¿Qué? -Ella ya no es mi amiga, me traicionó, y no solo eso, sino que también me mintió descaradamente. Ahora habla, porque estoy empezando a perder la paciencia... Lo veo nervioso, indeciso, y sé que piensa que, si dice la verdad, voy a terminar con él. Si fuera por mí lo haría, aunque, para empezar, ni siquiera le habría aceptado el salir en primer lugar, sin embargo, eso se lo atribuyo a la mimada, ella es la que eligió mal. Como sea, el p
Suspiro con frustración y me masajeo el puente de la nariz; es por esto que no se debe conocer realmente mi nombre, porque cosas como éstas pueden descubrirse y no me interesa tener que dar explicaciones. Ese certificado es tan falso como un billete de dos dólares, pero no por eso no es legal. En él pregona que sufrí una pulmonía que, por mi corta edad y "frágil" salud, terminó por acabar conmigo a la tierna edad de ocho años. La verdad es que se trataba de una hábil artimaña para evitar que alguien me buscara, incluso hay una pequeña placa con mi nombre en un cementerio de un pequeño pueblo de Rusia, por si, en algún momento de los años venideros, alguien aparecía buscándome por la razón que fuere. Poco probable, mas lo mejor en casos como éste, es no dejar cabos sueltos de ningún tipo. Uno nunca sabe lo que puede pasar. Y sí, utilizar mi nombre era más cómodo que buscar y usurpar el de alguien muerto, porque eso genera más preguntas y momentos molestos a los cuales hay que respond
Miro mi reloj y sonrío al escuchar los pasos que vienen por el pasillo. Nadie puede andar por aquí más que la familia del presidente, a menos que, obviamente, sea una emergencia. Y como la niña no está aquí, es obvio que la madre no es quien se aproxima a la habitación. Tampoco el Presidente, actualmente está de viaje, por lo que no tengo que preocuparme por él ahora. Hace unos momentos, le envié un mensaje al enamorado, que obviamente no sabe que la hija del presidente ya no está aquí, desde el celular de ella que, por supuesto, quedó en su cuarto. No debía tener ningún tipo de contacto con el exterior, no fuera cosa de que fuera a hacer alguna estupidez... En fin, el mensaje le pedía que viniera al cuarto del fondo del pasillo, no al de ella, una forma de que nadie los viera, que pudieran tener intimidad, y tal y como esperaba, no dudó siquiera un instante en acudir a la cita. Qué predecible... No fue una orden, por lo que no tenía verdadera obligación de venir, y aun así, aquí
Como lo veo dudar por un momento, decido meter un poquito más de presión, porque aunque le preocupe la niña mimada porque "la quiere", su vida también le importa, a pesar del entrenamiento al que ha sido sometido. -Y también, porque ahora que sabes esto, tú estás bajo mi mira. -¿A qué te refieres? -Te dije, muy pocos saben de mí y de ésta operación, y no la arriesgaré por un "chico enamorado". Dejarte vivo, si no estás para colaborar conmigo, no es algo que vaya a pasar. -¿O sea que...? -Sí, si te niegas, puedes darte por muerto. No me interesa que prometas o jures que no le dirás a nadie, soy muy desconfiada, y si no tienes algún tipo de utilidad para mí, entonces eres prescindible y, por consiguiente, fácil de hacer desaparecer y que te reemplacen. -El Presidente no te lo permitiría. -Él no me dirá nada, porque sabe que si hago alguna cosa, sobre todo cuando me encargo de alguien, es porque tengo una razón válida. No podrás escudarte tras de él. Si tienes mi marca sobre
Reviso la cámara para ver si el ángulo es el apropiado y la ajusto solo un poco antes de estar satisfecha y encaminarme hacia el punto estratégico que elegí para esperar a mis "invitados". Oculta entre las sombras, reviso la hora en mi teléfono y devuelvo la atención a las pantallas que muestran la grabación de las cámaras que coloqué afuera en tiempo real, para poder anticiparme a su llegada. Falta poco para que ellos aparezcan, solo unos pocos minutos, y la anticipación me está poniendo la piel de gallina. Tengo los sentidos en alerta, todos y cada uno, atenta a cualquier movimiento, cualquier sonido, mas nada da siquiera una muestra de vida, salvo algún que otro vehículo de carga que pasa alejado, llevando lo que parece ser un embarque de conteiners a otra bodega, la cual se encuentra en el bloque siguiente. Nada del otro mundo, han estado descargando desde que llegó hace casi una hora y, como lo revisé sin que me vieran y no encontré nada sospechoso o que pudiera representar u
Mientras intento normalizar mi respiración y dejar de toser por el humo, me mantengo atenta al exterior y a lo que ocurre, en caso de que alguien se acerque aquí y pueda encontrarme. Me duele la espalda y, estoy segura, tengo algo clavado en ella. Esas cosas no es bueno sacarlas, a menos que estés seguro de que no han hecho ningún tipo de daño severo, de lo contrario, podrían traer grabes consecuencias. Además, si tengo razón, sumaré una cicatriz más a mi colección, cosa que a muchos les parecería un horror y, en mi caso, ya me da exactamente igual. Como dice el dicho: ¿qué le hace una mancha al tigre? La terminaré cubriendo con maquillaje como a todas las otras que ya poseo y que, según el Presidente, nadie debe ver. Dicho sea de paso, ya tocaría un retoque, tendría que hacer que llamen a la mujer... Un sonido de pasos acercándose me pone en alerta y, aún con dolor en el hombro, donde recibí gran parte del impacto, agarro una beretta de nueve milímetros y apunto a la entrada, por
-¿Y por qué tendría que hacerlo? -¿Fui a buscarte a la bodega? ¿Te saqué de ahí antes de que alguien te atrapara? ¿Te traje a que te curaran? ¿No es suficiente motivo para ti? Me parece que me merezco algunas respuestas. -¿Yo te pedí que hicieras algo de todo eso? -Bueno, no, pero... -Pero nada, cuando haces algo que nadie te pidió, no esperes que alguien te lo devuelva, porque si no lo piden, lo haces porque quieres, lo que implica que "no hay un favor que devolver". Así que, dicho de otra forma, yo no te debo nada. Si esperabas algo a cambio, entonces lamento decepcionarte. -Puede que quizás tengas razón en cuanto a eso, no me lo pediste, mas también estoy buscando lo que me pediste sobre las huellas y el ADN que tú... -Y por eso te pagaré; no es un favor, es trabajo. ¿Entiendes la diferencia? En cuanto mis palabras salen disparadas de mi boca, noto cómo la suya se aprieta con fuerza, incluso soy capaz de percibir su mandíbula contraída casi dolorosamente, y sus manos en el
Ese pedido bajo, casi un susurro, me hace suspirar con frustración, porque aunque me moleste de sobremanera, es casi como si hubiese saltado con garrocha sobre los muros que acabo de levantar... inútilmente. ¿Por qué no puede dejar las cosas así? ¿Por qué no puede simplemente dejarlo estar? ¿Es tan difícil el hacer lo que le digo? ¿Tan complicado dejar estar el tema? Miro sus ojos y encuentro inmediatamente la respuesta: no servirá de nada negarme a responder, él no va a dejar de insistir, hasta que no le explique el por qué realmente a fondo. No me va a dejar en paz y solo se pone en peligro inútilmente una y otra vez con su maldita terquedad. Gruño frustrada y hundo mis dedos en mi cabello, tirando de las mechas rubias para intentar mantenerme lo más tranquila que puedo y no hacer una locura de la que me pueda arrepentir. Escojo mentalmente mis palabras con cuidado y respiro profundo cuando creo que puedo hablar sin gruñir.-Escucha, no puedo, ¿sí? Tú crees que es muy simple, pero