—¡¿Estás demente?! —gritó Madelaine furibunda, mientras le reclamaba a su hermano la disparatada idea de quedarse bajo el mismo techo de su mejor amigo—. ¡No puedes hacer eso, soy mayor de edad y tomo mis propias decisiones!
Su hermano Stephen soltó una risa sarcástica y dejó los papeles a un lado de su escritorio. Pasaba la mayor parte del tiempo en su oficina, un lugar amplio, lujoso y ordenado. Sin embargo, la oscuridad reinaba en aquellas cuatro paredes y una soledad deprimente a la que su hermano se había habituado, pero ella recordaba en el pasado momentos dulces allí. Solo que ahora se habían esfumado de su memoria.—Y por tus malas decisiones es que no pienso dejarte aquí sola. Entiéndelo de una vez, eres un peligro andante, revoltosa y siempre estás en problemas, ¿acaso no recuerdas lo que sucedió la última vez que fui demasiado permisivo contigo? —le recordó, haciendo que la chica bajara la mirada al suelo, claramente arrepentida—. Ya lo he decidido, así que te quedarás con Warrick, sí o sí.Dijo el muchacho dando por terminada la conversación. Sin embargo, Madelaine no se rindió y siguió insistiendo.—No es justo, el hecho de que haya actuado mal en el pasado no quiere decir que volveré a cometer los mismos errores —se defendió, viéndolo a los ojos, idénticos a los de su difunto padre—. He cambiado, todos merecemos una segunda oportunidad, por favor Stephen, permíteme demostrarte que no soy la misma de antes.Le suplicó, colocando una mirada de cachorrito, esa que siempre funcionaba con el único familiar que le quedaba. Lamentablemente, sus padres habían fallecido cuando ella tenía apenas tres años y Stephen ocho. No podía ni siquiera recordarlos, era tan pequeña que a diferencia de su hermano, que sí tenía bellos recuerdos de sus padres, ella solo podía conformarse con las fotografías que su abuelo Malcolm, quien fue su tutor, le mostraba de quienes le dieron la vida.Tristemente, años más tarde, su abuelo murió por causa de un infarto. Su partida fue dolorosa para los hermanos Hampson, pues nada volvió a ser lo mismo sin el alegre y amoroso hombre que se encargó de cuidarlos y darles lo que la vida les arrebató injustamente; su familia.—No puedo —se levantó del sofá y se acercó a Madelaine—. Además, no es prudente que permanezcas aquí sola durante seis meses, estaré fuera de la ciudad y no quiero preocuparme sabiendo que algo malo te pueda ocurrir mientras estoy lejos de ti.—Entonces quédate, o llévame contigo. Prometo que...Su hermano negó con la cabeza. Era evidente que la chica no tenía idea del gran peso que tenía sobre sus hombros, ya que sería el próximo heredero de la empresa automotriz. Decidió esperar a terminar su carrera universitaria para estar mejor capacitado y sustituir a Malcolm Hampson. No era un trabajo fácil, y esperaba no decepcionarlo, aunque ya no se encontrara con ellos.—Entiendes que debo encargarme de la empresa. El abuelo se hubiera decepcionado si no asumiera las riendas de lo que tanto le costó conseguir y construir con mucho esfuerzo —dijo, intentando convencer a su pequeña hermana.La amaba, era el motivo por el cual seguía adelante, su mundo entero, y su deber como hermano mayor era cuidarla de los peligros que acechaban afuera. Aunque ella no lo viera de esa manera.Madelaine se levantó resignada, comprendiendo que quizás su hermano estaría demasiado ocupado en la empresa como para hacerse cargo de ella. Por lo que si no podía ir, al menos deseaba quedarse en su hogar, aunque le costara convencer a su desconfiado hermano.—Entiendo —soltó después de unos minutos—. Sin embargo, no veo necesario que tenga que quedarme con tu amigo, ya te dije que prometo portarme bien. Déjame quedarme aquí, por favor...Apartó la mirada de ella, fingiendo que no le afectaba lo afligido que se sentía de separarse de lo único que le quedaba en la vida. La joven agachó la cabeza, comprendiendo que su hermano no confiaba en ella debido a la mala reputación que se había ganado. Pero eso no justificaba apartarla de sus amigos, lo que más le entristecía a la chica, estaría en una ciudad que no conocía en absoluto y lo peor es que bajo el cuidado del mejor amigo de su hermano. Casi no recordaba nada de él, solo su duro carácter y aquella seriedad que lo caracterizaba. ¿Cómo podría sobrevivir seis meses con ese hombre frío?Tan solo pensarlo le daba pavor, imaginando que podría ser un peligro para ella.—Lo siento cariño, pero no me harás cambiar de opinión. Ve a preparar tus cosas que mañana partiremos temprano —le dijo, besando su frente—. Todo lo que hago es por tu bien, algún día me lo agradecerás.Madelaine resopló sonoramente, alejándose bruscamente de Stephen.—¡Es injusto! —se quejó disgustada—. ¡Te odio! —masculló entre dientes, sintiendo los ojos empañarse. Sin esperar un segundo más, salió de la oficina de su hermano, dando un fuerte portazo que retumbó en las paredes del lugar.El dolor se reflejó en la mirada del joven, aunque trató de no mostrarlo, diciéndose que las palabras de Madelaine no eran ciertas, solo estaba enojada. Suspiró pesadamente, cerrando los ojos unos breves segundos.Decidió que hablaría con ella más tarde, cuando estuviera más calmada. No quería marcharse estando molesto con ella, solían arreglar sus desacuerdos antes de irse a la cama. Era como un ritual para ambos.Solo esperaba que esta vez funcionara.Después de unas largas horas de camino, los hermanos Hampson finalmente llegaron a la residencia "Harrington " en la prestigiosa ciudad de California. Madelaine observó un gran Chalet de tres plantas rodeado de zonas ajardinadas. Al poner un pie fuera del auto, sintió el sofocante sol quemando sus piernas descubiertas, ya que había optado por un vestido corto con estampado de flores rojas. El clima en California era totalmente diferente al de Nueva York, con lluvias en invierno y veranos secos.La chica soltó un resoplido mientras se abanicaba el rostro, el calor era sofocante. No sabía cómo iba a soportar seis meses con ese dramático cambio de temperatura. Apenas acababa de llegar y ya no aguantaba ni un minuto más en ese lugar.Avistó a un hombre acercarse a ellos, supuso que era el encargado de la casa, ya que vestía un uniforme negro.—Oh, no sabía que venía al castillo del rey... —murmuró Madelaine con sorna hacia Stephen, quien estaba bajando sus maletas del auto.—No empieces y compórtate. Sabes lo que hablamos en casa, no creo que sea necesario volver a repetirlo, ¿O sí?La joven rodó los ojos, hastiada.Detestaba que su hermano la tratara como si fuera una niña de cinco años, no lo era y a él parecía no importarle.—Buenas tardes —saludó el hombre deteniéndose frente a Stephen.—Buenas tardes —respondieron los hermanos Hampson al unísono, la menor con un completo desinterés mientras mantenía la vista clavada en sus zapatillas blancas.—El señor Warrick tuvo que ir a chequear algunas cosas en el viñedo, aseguró que no tardará en recibirlos —informó amable.—Bien, muchas gracias. Lo esperamos dentro —respondió el hermano mayor arrastrando las maletas en el suelo asfaltado.Madelaine los siguió, cargando una pequeña maleta con algunas de sus pertenencias. No había traído mucha ropa, ya que su hermano se lo había prohibido, argumentando que le dejaría una tarjeta de crédito para que comprara lo que necesitara.Al entrar a la vivienda, fue inevitable no examinarla detenidamente. El lugar contaba con un enorme salón que emanaba lujo por doquier, amueblado y elegantemente decorado con una combinación de paredes blancas y sofás oscuros. El hombre encargado subió las maletas al segundo piso, mientras Stephen y Madelaine esperaban en la sala. En pocos minutos, se presentó de nuevo, ofreciéndole a Madelaine un breve recorrido por la casa para que se familiarizara con ella.En el segundo piso, mostraron el despacho, salón, cocinas, comedor, biblioteca y dormitorio principal con dos vestidores y un baño en suite doble. También había otros cinco dormitorios con baño privado, un salón de entretenimiento, una piscina cubierta, pista de pádel, cine y gimnasio. A Madelaine, amante del ejercicio, le encantó el gimnasio. Al regresar al salón, Stephen recibió una llamada y se distanció brevemente, dejando a Madelaine sola. La joven se distrajo revisando sus redes sociales en el teléfono, y no se dio cuenta
Warrick se despertaba temprano cada mañana, realizaba ejercicio antes de irse a su despacho a encargarse de los asuntos que tenía pendientes. Como sommelier, debía supervisar el servicio del vino, colaborar con los fabricantes para renovar la selección y lograr mejores precios. Además, debía crear y actualizar la carta de vinos en coordinación con los chefs, recomendando maridajes de comida y vinos a los clientes según sus gustos personales, e informando sobre las diferentes variedades de vinos y sus precios. Aunque era el dueño del viñedo, decidió ocupar el puesto de sommelier que estaba vacante debido a la enfermedad de su empleado, Lisandro. Warrick era un hombre exigente y solo confiaba en Lisandro, quien había trabajado para su padre y era eficiente en su labor.El reloj marcaba las siete en punto y Madelaine aún no daba señales de haberse despertado, por lo que Warrick decidió ir hasta su habitación sin molestarse en tocar la puerta. Observó a la joven durmiendo plácidamente, co
Luego de estar bajo el sol por más de tres horas, al fin Madelaine había logrado recoger cincos canastas de uvas. La joven estaba contenta, aunque no le parecía el trabajo más entretenido y fácil, no le fue nada mal para ser la primera vez. Además, conoció a un chico muy amable con el que había pasado las horas de su labor hablando de cosas triviales. Desde que aquel chico delgado de piel bronceada se acercó a ella, tuvo el presentimiento de que se llevarían muy bien. Cris, como se llamaba el joven tímido, era muy respetuoso y para su corta edad tenía una madurez que le impresionó a Madelaine. —¿Estudias? —le preguntó la joven mientras cortaba un pedazo de carne. Apenas había escuchado el reloj marcar las doce del mediodía y salió disparatada de su puesto. Estaba famélica.—Sí, me quedan dos años para culminar la secundaria —contestó Cris luego de darle un sorbo a su bebida. —¡Que bien! —expresó Madelaine levantando su dos pulgares—. ¿Ya tienes en mente lo que vas a estudiar?El ch
El chófer detuvo el auto, Warrick se bajó y le tendió la mano a Madelaine como todo un caballero que era. La joven simuló una reverencia haciendo que este elevara sus labios en un amago de sonrisa, pero el gesto no duró mucho pues volvió a su rostro serio. Sin embargo, la chica había visto aquello y no podría olvidar la preciosa sonrisa que tenía su "jefe."Ingresaron al lugar que derrochaba lujo en todas partes, un hombre de traje les dio la bienvenida y después de revisar la lista que tenía en manos, les permitió la entrada. Madelaine lucía radiante esa noche, y Warrick se arrepintió de haberla traído consigo, aunque sus motivos para estar acompañado era importante. El gran salón donde de encontraban la mayoría, contaba con una tarima que seguramente hablaría el anfitrión de la noche. Aún melodía suave sonaba, el ambiente era agradable al parecer de Warrick que no acostumbraba a esos sitios tan llenos de gente estirada presumida.A lo lejos divisó al señor Holland, era el nuevo cli
—Eso diría yo de ti, señorita revoltosa —atacó Warrick.—Podré ser revoltosa, un peligro andate o lo que sea. Pero al menos a mí no me miran todos como si me odian —señaló Madelaine refiriéndose a los presentes que veían a Warrick de forma despectiva.Este chaqueó la lengua sin interesarle en lo más mínimo las malas miradas del resto.—¿Quieres irte ya? —le preguntó a la joven al verla pasear la vista con aburrimiento por el gran salón.—Estoy algo cansada, recoger uvas no es tan fácil que digamos, eh —mostró sus manos que tenían pequeños rasguños.Warrick las tomó entre las suyas inspeccionando las marcas rojas.—¿Te hiciste daño? —la joven negó sin apartar sus delgados dedos de las grandes manos de las de él.El tacto tibio de su palma le envío una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Pero no le prestó atención a esas sensaciones que experimentaba cuando tenía cerca al mejor amigo de su hermano.De pronto una voz femenina los hizo soltarse. Era una mujer alta y pelirroja que cami
A la mañana siguiente, Madelaine despertó radiante y de muy buen humor. Se levantó de la cama, cepilló sus dientes y bajó a desayunar. Aún las empleadas no se habían despertado, así que decidió preparar el desayuno de todos, incluido Warrick. Ella no era experta en la cocina, pero sabía defenderse en lo básico, ya que su hermano Stephen le había enseñado, él era un amante de la gastronomía y por lo tanto aprendió del mejor. Haría bastante comida, en una sartén sin aceite, añadió el beicon, cubrió con un poco de agua y encendió el fuego al máximo hasta que hirvió el agua. Mientras, en otro sartén añadió un poco de mantequilla y frió los huevos. Preparó tortitas que fue colocando una tras una formado una torre alta. También colocó tostadas francesas en el desayuno. La joven Madelaine se desenvolvía en la cocina, movía las caderas al ritmo de la música que escuchaba desde su reproductor de Spotify. Le había subido tanto el volumen a la canción, que no escuchó los pasos que provenían de
—No tienes por qué disculparte, no dudes en acudir a mí si lo necesitas. Siempre estaré para ti, lo digo en serio —aseguró esbozando una sonrisa. Se miraron fijamente, ninguno de los dos tenía indicios de apartarla. No hasta que el móvil de Warrick interrumpió aquel momento.—E-eh, terminaré de servir el desayuno —dijo Madelaine alejándose lo más posible de Warrick. Él asintió con la cabeza.—¿Sí? —contestó la llamada dirigiéndose al living.La joven soltó el aire que no sabía llevaba retenido. Su mente aún procesaba lo que había ocurrido hace minutos. ¿Estaba soñando? Se preguntó mentalmente. Emplató el desayuno de ambos y se sentó a comer para apaciguar a su estómago que gruñía. Warrick que tenía rato hablando con uno de los encargados de su viñedo, no prestaba atención a lo que el hombre le decía. Su mente estaba en la escena de Madelaine y él hace minutos atrás. Su cabeza no paraba de repetir en lo que le dijo, ¿Estará siempre para ella? ¿Es en serio Warrick? ¿En qué estabas p
Los rayos de luz se filtraban por la rendijas de las persianas. Había mucha claridad en la habitación y Madelaine no tardó en despertarse sintiendo calor, sobre todo en su cintura que estaba rodeada por algo. Parpadeó varias veces acostumbrándose a la iluminación, sintió una respiración en su cuello que la hizo sentarse en la cama con brusquedad. Giró la cabeza y ahogó un gritito, en su cama yacía Warrick profundamente dormido, tenía el cuello un poco torcido, por la posición en la que estaba se notaba que había dormido mal. Lo más seguro es que se le dificultaría moverlo. La joven se sintió mal, los recuerdos de anoche le cayeron como un balde de agua fría. El hombre que dormía plácidamente a su lado, se quedó cuidándola toda la noche. Madelaine se quedó admirando su perfil, llevándose por sus impulsos, acercó la mano a su rostro y acarició su mejilla con suavidad. Tenía una poco de barba insipiente que le causó cosquillas en su palma. Sus facciones varoniles le daban un aspecto may