Luego de estar bajo el sol por más de tres horas, al fin Madelaine había logrado recoger cincos canastas de uvas. La joven estaba contenta, aunque no le parecía el trabajo más entretenido y fácil, no le fue nada mal para ser la primera vez. Además, conoció a un chico muy amable con el que había pasado las horas de su labor hablando de cosas triviales. Desde que aquel chico delgado de piel bronceada se acercó a ella, tuvo el presentimiento de que se llevarían muy bien. Cris, como se llamaba el joven tímido, era muy respetuoso y para su corta edad tenía una madurez que le impresionó a Madelaine.
—¿Estudias? —le preguntó la joven mientras cortaba un pedazo de carne.Apenas había escuchado el reloj marcar las doce del mediodía y salió disparatada de su puesto. Estaba famélica.—Sí, me quedan dos años para culminar la secundaria —contestó Cris luego de darle un sorbo a su bebida.—¡Que bien! —expresó Madelaine levantando su dos pulgares—. ¿Ya tienes en mente lo que vas a estudiar?El chico negó con la cabeza.—Aún no sé en qué soy bueno —se encogió de hombros.—¿Cómo que no sabes? En algo debes resaltar, solo debes experimentar en que cosas te hace feliz y listo —le dijo la chica haciendo que el jovenelevara la comisura de sus labios en un intento de sonrisa, que salió más como una mueca—. A ver, ¿Qué te apasiona?Cris se tomó su tiempo para pensar, tenía muchas cosas en mente, pero solo una le apasionaba.—Ser músico —musitó un poco avergonzado.—Oh, ¿En verdad? ¿Cantas o tocas algún instrumento? —indagó intrigada la jóven.—Sí, bueno, estoy en clases de piano, solo que mis padres lo ven como un hobbie —explicó jugando con las verduras de su plato.—Entiendo... —emitió Madelaine viendo que su nuevo amigo se le dificultaba expresarse—. ¿Has intentado hablar con ellos y decirles lo que quieres?Cris bajó su mirada a la mesa, no era necesario que le dijera la respuesta a la joven, pues su silencio lo decía todo.—Es complicado —suspiró sin entrar en detalles.Así que Madelaine no continúo preguntado más, no quería parecer una metiche.Después de almorzar, ambos regresaron al viñedo, el joven aún debía seguir en su labor. Al contrario de Madelaine que ya había acabado su turno.—Bueno, nos vemos el jueves. Cuídate y para la próxima planeamos una salida por la ciudad —dijo despidiéndose con un beso en la mejilla del chico tímido.—Vale, nos vemos —le dio un asentimiento de cabeza y se marchó a trabajar.Mientras, Madelaine echó a andar hacia su nuevo hogar temporal. Por el camino iba pensando en lo que le había dicho su nuevo amigo. Notó lo tenso que se puso cuando le nombró a sus padres, tal vez no tenía una buena relación con ellos y por eso no se atrevía a contarle de su sueño de ser un músico. Decidió no darle más vueltas al asunto, marcó el número de Stephen y a los minutos respondió.—Hola pequeña, ¿Cómo te ha ido? —la jovensoltó un suspiro cansado.—Me duele hasta la hebras del cabello —dramatizó haciendo que Stephen comenzara a carcajearse—. Pero al menos hice mi trabajo bien para ser el primer día. Espero que el señor bipolar diga lo mismo.—¿El señor bipolar? —repitió el hermano mayor confundido.—El amargado ese que tienes como amigo, ¿Quién más? —mencionó la joven irritada de solo pensar en el susodicho.—Madelaine —la regañó Stephen—. Independientemente de como sea Warrick, recuerda que estás en su casa y debes respetarlo. Sí, tiene un carácter fuerte, pero es buena persona, trata de llevarte bien con él.—No lo haré si él sigue comportándose como un imbécil —Stephen bufó.Esos dos no tenían remedio, pensó refiriéndose a Warrick y su hermana. Los hermanos Hampson cambiaron de tema, tenían muchas cosas más importantes de que hablar.—¿Cómo van todo por allá? —inquirió interesada la joven chica.—Dentro de lo que cabe, va bien. Aún debo resolver unas pequeñeces —comentó Stephen revisando unos documentos que su secretaria había traído.—Pronto acabarás todo allí y vendrás aquí conmigo —su hermano sonrió, extrañaba mucho a Madelaine. Nunca se habían separado por tanto tiempo.—Sí —suspiró melancólico—. Pequeña, tengo trabajo que hacer, te marco en la noche, ¿Vale?—Está bien, te quiero.—Yo también, cuídate —emitió el joven y finalizó la llamada.Madelaine tocó a la puerta, a los segundos esta fue abierta por una de las empleadas de la casa. Ingresó a su interior y subió directo a su habitación, le urgía tomar un baño para quitarse lo sudorosa que estaba. Tras unos largos minutos en la ducha, salió envuelta en una toalla y otra en su cabeza como un turbante. Se vistió con unos shorts cortos, camisa de tirantes y sus sandalias cómodas.Se encontraba peinado su larga cabellera, cuando tocaron a su puerta y seguido de esto fue abierta, mostrando a Warrick enfundado en un carísimo traje negro. Le asentaba como un guante, la jovenMadelaine no pudo evitar escanearlo de pies a cabeza. Lo detestaba, pero debía admitir que era demasiado apuesto, parecía un modelo de revista.Aclaró su garganta y puso su mejor cara, aunque quería empujarlo fuera de su habitación. Se abstuvo y fingió una amable sonrisa más falsa que sus uñas acrílicas.—¿Deseas algo, mi señor? —enfatizó en lo último con burla.Warrick la miró como siempre, sin ninguna pizca de gracia o emoción expresada en sus facciones varoniles.—Sí, de hecho venía a decirte que voy a una reunión importante —le dijo metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.—Oh, que te vaya bien entonces —comentó la joven pasando por su lado.Harrington la detuvo del brazo impidiendo que saliera del dormitorio.—Irás conmigo, así que ve a vestirte que llegaremos tarde —la chica frunció el entrecejo confundida.—¿Por qué tengo que ir contigo? ¿Qué pinto yo en todo eso? —Preguntó Madelaine sin comprender nada.Warrick soltó un suspiro exasperado.—Mira, primero ve a adecentarte y luego te explico, ¿Bien?—De acuerdo, igual me apetecía salir, iré porque yo quiero, no porque tú me lo dices —Dejó claro la chica—. Pero tengo una condición, te la diré más tarde.—Vale, pues te espero abajo. No tardes mucho —la joven asintió con la cabeza y vio salir al hombre que la estaba embriagando con ese perfume masculino.Al estar sola, votó todo el aire que llevaba retenido desde que Warrick entró a su habitación. De alguna manera, estar cerca de él la ponía nerviosa, no sabía cómo podía ser posible esto, si le caía mal el mejor amigo de su hermano. Pero su pulso se disparaba cada vez que sus ojos pardos se depositaban en los suyos. Sentía un cosquilleo extraño en su interior, jamás había experimentado algo parecido.—Deben ser las hormonas —se dijo a si misma.Se dirigió a su armario, rebuscó entre las perchas llenas de ropas, pero no encontró ningún vestido decente. Sin embargo, de pronto se le ocurrió una idea, quería ver qué tanto se enfadaría Warrick si la veía vestida de ese modo.Mientras tanto, el impaciente hombre la esperaba en el living. Se sirvió una copa de whisky para calmar su mal genio, lo más seguro es que se encontraría a su ex prometida, y de solo pensar que estaría acompañada de su nueva conquista, le entraron ganas de golpearlo. Warrick no sentía el más mínimo sentimiento por Diana, pero era difícil para él tener que verla con otra persona luego de lo que sucedió. Todos esos años, Harrington se culpó por el rompimiento de su relación con la pelirroja, pues la mujer esperaba de él mucha cosas, una de ella era tener hijos, pero Warrick no quería, no se sentía preparado y su ex prometida decidió acabar con los tres años de relación por esa razón. Las otra causa fue debido a las diferencias personales, ella deseaba formar una familia, la prioridad de él era el trabajo.Las cosas no resultaron como ambos imaginaron, pero aún así fingieron que todo iba de maravillas. Hasta el día de la boda, que la mujer que sería su compañera de vida decidió terminar con él de la forma más cruel y humillante, dejándole plantado delante de todos.Para Warrick fue muy difícil superar aquello, le costó años recuperase de esa ruptura dónde su corazón quedó echo añicos. Se enfrascó tanto en su trabajo que se volvió el hombre amargado, infeliz y déspota que era ahora. Se juró a si mismo no volver a enamorarse nunca más, pero desde que esa joven rebelde había entrado a su vida, algo estaba cambiando en su interior, esas sensaciones que no había vuelto a sentir, estaban resurgiendo en él de nuevo y eso le aterraba.Ensimismado en sus pensamientos, no se percató de que la dueña de su mente bajaba las escaleras con cuidado de no tropezar. No fue hasta que la jovenllegó a su lado, y Warrick notó su presencia. Al verla, casi se atragantó con el whisky, comenzó a toser y la chica se acercó preocupada.—¿Estás bien? —preguntó Madelaine, luego de golpear su espalda.—S-sí —carraspeó Warrick sin quitar la vista de sus largas piernas descubiertas—. ¿Qué haces así vestida?—¿Qué tiene de malo? —fingió inocencia.—Todo, está demasiado revelador y además a dónde vamos es una reunión benéfica. La mayoría que irán son señores de la alta sociedad, no pueden verte así vestida —apartó la mirada de ella.Warrick no podía negar que lucía demasiado hermosa y sensual con ese vestido. Pero era la hermana menor de su mejor amigo, ¡Por dios!—No tengo más vestidos, Stephen me dijo que trajera lo necesario y luego me daría para comprarme ropa —la joven se encogió de hombros reprimiendo las ganas de reír.La cara de Warrick le resultó de lo más épica. Madelaine deseó haberlo grabado.—Vale, entonces pasaremos por una tienda y allí encontrarás algo más decente —demandó caminando hacia la puerta.La chica lo siguió detrás mientras contenía las carcajadas que querían brotar de su garganta.El chófer detuvo el auto, Warrick se bajó y le tendió la mano a Madelaine como todo un caballero que era. La joven simuló una reverencia haciendo que este elevara sus labios en un amago de sonrisa, pero el gesto no duró mucho pues volvió a su rostro serio. Sin embargo, la chica había visto aquello y no podría olvidar la preciosa sonrisa que tenía su "jefe."Ingresaron al lugar que derrochaba lujo en todas partes, un hombre de traje les dio la bienvenida y después de revisar la lista que tenía en manos, les permitió la entrada. Madelaine lucía radiante esa noche, y Warrick se arrepintió de haberla traído consigo, aunque sus motivos para estar acompañado era importante. El gran salón donde de encontraban la mayoría, contaba con una tarima que seguramente hablaría el anfitrión de la noche. Aún melodía suave sonaba, el ambiente era agradable al parecer de Warrick que no acostumbraba a esos sitios tan llenos de gente estirada presumida.A lo lejos divisó al señor Holland, era el nuevo cli
—Eso diría yo de ti, señorita revoltosa —atacó Warrick.—Podré ser revoltosa, un peligro andate o lo que sea. Pero al menos a mí no me miran todos como si me odian —señaló Madelaine refiriéndose a los presentes que veían a Warrick de forma despectiva.Este chaqueó la lengua sin interesarle en lo más mínimo las malas miradas del resto.—¿Quieres irte ya? —le preguntó a la joven al verla pasear la vista con aburrimiento por el gran salón.—Estoy algo cansada, recoger uvas no es tan fácil que digamos, eh —mostró sus manos que tenían pequeños rasguños.Warrick las tomó entre las suyas inspeccionando las marcas rojas.—¿Te hiciste daño? —la joven negó sin apartar sus delgados dedos de las grandes manos de las de él.El tacto tibio de su palma le envío una corriente eléctrica por todo su cuerpo. Pero no le prestó atención a esas sensaciones que experimentaba cuando tenía cerca al mejor amigo de su hermano.De pronto una voz femenina los hizo soltarse. Era una mujer alta y pelirroja que cami
A la mañana siguiente, Madelaine despertó radiante y de muy buen humor. Se levantó de la cama, cepilló sus dientes y bajó a desayunar. Aún las empleadas no se habían despertado, así que decidió preparar el desayuno de todos, incluido Warrick. Ella no era experta en la cocina, pero sabía defenderse en lo básico, ya que su hermano Stephen le había enseñado, él era un amante de la gastronomía y por lo tanto aprendió del mejor. Haría bastante comida, en una sartén sin aceite, añadió el beicon, cubrió con un poco de agua y encendió el fuego al máximo hasta que hirvió el agua. Mientras, en otro sartén añadió un poco de mantequilla y frió los huevos. Preparó tortitas que fue colocando una tras una formado una torre alta. También colocó tostadas francesas en el desayuno. La joven Madelaine se desenvolvía en la cocina, movía las caderas al ritmo de la música que escuchaba desde su reproductor de Spotify. Le había subido tanto el volumen a la canción, que no escuchó los pasos que provenían de
—No tienes por qué disculparte, no dudes en acudir a mí si lo necesitas. Siempre estaré para ti, lo digo en serio —aseguró esbozando una sonrisa. Se miraron fijamente, ninguno de los dos tenía indicios de apartarla. No hasta que el móvil de Warrick interrumpió aquel momento.—E-eh, terminaré de servir el desayuno —dijo Madelaine alejándose lo más posible de Warrick. Él asintió con la cabeza.—¿Sí? —contestó la llamada dirigiéndose al living.La joven soltó el aire que no sabía llevaba retenido. Su mente aún procesaba lo que había ocurrido hace minutos. ¿Estaba soñando? Se preguntó mentalmente. Emplató el desayuno de ambos y se sentó a comer para apaciguar a su estómago que gruñía. Warrick que tenía rato hablando con uno de los encargados de su viñedo, no prestaba atención a lo que el hombre le decía. Su mente estaba en la escena de Madelaine y él hace minutos atrás. Su cabeza no paraba de repetir en lo que le dijo, ¿Estará siempre para ella? ¿Es en serio Warrick? ¿En qué estabas p
Los rayos de luz se filtraban por la rendijas de las persianas. Había mucha claridad en la habitación y Madelaine no tardó en despertarse sintiendo calor, sobre todo en su cintura que estaba rodeada por algo. Parpadeó varias veces acostumbrándose a la iluminación, sintió una respiración en su cuello que la hizo sentarse en la cama con brusquedad. Giró la cabeza y ahogó un gritito, en su cama yacía Warrick profundamente dormido, tenía el cuello un poco torcido, por la posición en la que estaba se notaba que había dormido mal. Lo más seguro es que se le dificultaría moverlo. La joven se sintió mal, los recuerdos de anoche le cayeron como un balde de agua fría. El hombre que dormía plácidamente a su lado, se quedó cuidándola toda la noche. Madelaine se quedó admirando su perfil, llevándose por sus impulsos, acercó la mano a su rostro y acarició su mejilla con suavidad. Tenía una poco de barba insipiente que le causó cosquillas en su palma. Sus facciones varoniles le daban un aspecto may
—Gracias —musitó un tanto incómoda al estar bajo el escudriño del matrimonio Holland.Warrick notando la incomodidad de la chica, rodeó su cintura y la acercó a su cuerpo. Aquel gesto no se lo esperaba Madelaine, así que tuvo que hacer un esfuerzo para simular su asombro y actuar con naturalidad.—Sí, la verdad es que su belleza fue una de las cosas que más me encantó de ella —confesó Warrick sonando como todo un enamorado.—¿Ah sí? ¿Y cuál es la otra cosa que te encantó? —decidió preguntar Madelaine siguiéndole el juego.—Lo maravillosa que eres —soltó sincero.La joven alzó las cejas sin esperarse aquello.La verdad es que sus palabras la habían tomado por sorpresa. Lo miró a los ojos y no pasó por desapercibido ese brillo inusual que fue remplazado rápidamente al tornarse oscuros.Los Holland se dieron cuenta de la atracción que transmitían aquella parejita de tórtolos. Así que no dudaron en despedirse, excusándose de que tenía una reunión a la cual asistir. Pero Warrick sabía que
—Dime —apremió Madelaine simulando que no le ponía nerviosa tenerlo cerca. Mientras se paseaba con solo ese pantalón. Estaba afectando la estabilidad mental de la chica.—Vamos a ver una película.—Umm, vale —aceptó Madelaine—. Pero con una condición.Warrick bufó.—¿Por qué siempre tienes que poner condiciones? —se quejó.—Me gustan —se encogió de hombros—. En fin, vemos una película y tú tienes que comerte un pedazo de pizza.Harrington se negó a hacer tal cosa.—No comeré eso. ¿Sabes la cantidad de calorías que contiene una sola porción? —la joven volcó los ojos.—No lo sé, eso es irrelevante para mí —agregó la chica.—Pero no para mí. Así que paso —concluyó Warrick dirigiéndose al living.Madelaine lo siguió detrás, tenía que convencerlo de probar aunque sea un pedazo de pizza. Iba a insistir si era necesario. Justo tocaron a la puerta, debía ser el repartidor, pensó la joven acercándose a la entrada.—Buenas noches —saludó el muchacho, apenas la chica abrió. Le tendió la dos caj
—¿Y qué? ¿Te gusta? —fingió estar tranquilo, simulando que estaba relajado.—No lo sé. Es muy pronto para definir lo que siento cuando estoy con él, pero seguro lo descubriré más adelante —mintió la joven aguantando las ganas que tenía de reírse. Si era verdad que le tenía un cariño a Cris, pues lo veía como un hermano menor. No tenía sentimientos hacia él más allá de una amistad. Además que el muchacho estaba enamorado de una de sus compañeras de clases y Madelaine se ofreció a ayudarle a tener una cita con la chica. —Oh, claro, entiendo —dijo levantándose del sofá y acercándose a la joven—. Pues, me temo que eso no será posible.—¿Sí? ¿Y eso por qué? —preguntó la joven alzando su mentón, quedando a pocos centímetros del rostro de Warrick.—Está prohibido involucrarse sentimentalmente entre mis empleados —demandó mirándole fijamente a los ojos. —¿Es en serio? —dió una risilla la joven sin poder creer lo estricto que era el mejor amigo de Stephen—. ¿Y qué pasaría si alguien rompe l