Alex, caminaba de un lado a otro de su despacho, sintiendo las emociones a flor de piel, mientras se llevaba un cigarro a los labios, de manera ansiosa. Sabía que lo mejor era no fumar, de hecho, no lo hacía a menudo, pero, siempre que los nervios se apoderaban de él no podía evitarlo.Desde que había tenido el encontronazo con Camila, no había dejado de hacerlo y ya llevaba casi media cajetilla de cigarros.Realmente, aún no podía procesar la idea de que ella desconfiara tanto de él. La decisión de hacerle creer que era capaz de matar a su familia, se había salido de control, y no estaba seguro de por qué esto le preocupaba. Sin embargo, así era y, por mucho que había intentado alejar esa sensación de sí, no lo estaba logrando.Inspiró profundamente y apagó el cigarro sobre el montículo que había en el cenicero, que se encontraba en el escritorio e inspiró profundamente.El hedor a tabaco era intenso en el estudio, pero no le importó. Porque, además de lo que había sentido y sentía a
Camila lo miró con una mezcla de miedo e impotencia.¿Quién se creía que era? ¿No tenía suficiente con haberla obligado a casarse con él?—Si quieres trabajar, puedes hacerlo en la empresa —propuso Alex, mientras señalaba la pantalla en donde el correo seguía abierto.¿Trabajar para él? ¿En serio?Por un momento, Camila valoró aquella posibilidad, pensando que, quizás así, podría conocerlo más, saber quién era en realidad. Si se ponía a pensar, estaba casada y poco a poco comenzaba a albergar sentimientos por un completo desconocido. Pero ¿tenía sentido acceder?—No puedo hacerlo —respondió Camila, tomando el teléfono y poniéndose de pie—. Me casé contigo, ¿no es suficiente? Ah, no, cierto que no, por eso intentaste matar a mi hermana.—Camila —comenzó a decir Alex con un gesto frío, pero con voz calmada, buscando paciencia—, ya te dije que yo no he sido. Comprendo si no quieres creerme, estás en tu derecho, pero ya te lo he dicho. Estás casada conmigo, te guste o no, sea porque te co
Irina, sentada en el restaurante del hotel, aguardaba su desayuno y la llegada de Gabriel. Después de regresar al país, él la había llevado al hotel, a pesar de tener una casa en las afueras. Cuando él sugirió ir a su casa, Irina prefirió quedarse en el centro, y Gabriel había sugerido quedarse hospedarse allí para estar disponible para ella, a lo que Irina no supo cómo oponerse.Desde que eran adolescentes, cuando Irina estaba de novia con Alex, Gabriel se había comportado de aquella manera con ella, y, en cierto modo, la hacía sentir incómoda.Además, ella no entendía por qué Gabriel se empeñaba tanto en ser casi una copia exacta de Alex. Pero en eso se esmeraba y, por mucho que ella le había dicho que lo mejor era que fuera él mismo, no parecía dispuesto a dar el brazo a torcer.En un primer momento, había pensado en acudir a Alex, pero algo dentro de ella le había dicho que era mejor no hacerlo. Después de todo, ambos habían quedado en términos un tanto incómodos; por no decir «ma
Después de salir de la mansión, Alex se sentía confundido. No sabía por qué le había propuesto a Camila que trabajara para él, pero había obedecido a un impulso y, si bien se lo cuestionaba, tampoco se arrepentía.Una parte de él le decía que aquello no tenía sentido, tenerla cerca podría complicar aún más sus sentimientos, sin embargo, el hecho de pensar en ella en otra empresa, rodeada de personas desconocidas y que él no podía controlar le hacía sentirse sumamente nervioso.Podía controlar a sus empleados, sus cuentas, sus clientes, pero no podía hacer lo mismo con sus sentimientos. Por un lado, temía que ella accediera a trabajar para él, dado que corría el riesgo que lo que había surgido en él se intensificara, pero, por el otro, también sentía que no podría tolerar que ella se rodeara de otros hombres.¿Qué significaba aquello? ¿Qué diablos estaba sintiendo? ¿Acaso se estaba enamorando?No, no podía ser. Solo estaba confundido, eso era todo.Cuando llegó al club Blue Star, en el
Cuando Alex se marchó, Camila sintió que la mansión parecía más silenciosa que nunca, como si estuviera sumida en un estado de letargo.Después de que Alex hubiera visto el correo electrónico con la oferta de trabajo y le ofreció trabajar con él, ella no había podido dejar de pensar, y ahora deambulaba por los amplios pasillos, sin saber qué hacer.En el momento en el que se cuestionaba por enésima vez si aceptar la propuesta de Alex o no, su teléfono comenzó a sonar.Rápidamente, sacó el móvil de su bolsillo y miró la pantalla, comprobando que se trataba de su padre.—Papá —saludó, atendiendo la llamada.—Cami, a Andre le están haciendo los chequeos de rutina. Si todo sale bien, en unas horas le darán el alta —le contó su padre con alegría en la voz.La noticia de que pronto le darían el alta a su hermana la llenó de esperanza. Quería verla, asegurarse de que estaba bien después del accidente, pero también quería alejarse de la mansión por un tiempo, respirar aire fresco y despejar s
—Mira quién viene ahí —dijo Leo, abriendo los ojos de par en par.Alex frunció el ceño y siguió su mirada, la cual estaba enfocada en un punto al otro lado del vidrio tintado que funcionaba como pared. Desde adentro ellos podían verlo todo, mientras que, si alguien intentaba ver hacia el interior se encontraría con un muro espejado.Al enfocar la vista en el sitio en el que su amigo la tenía clavada, los ojos de Alex se abrieron por la sorpresa.La última vez que la había visto Irina había sido hacía una década, cuando ella se había marchado del país sin dejar rastro, rompiendo su relación de manera abrupta y sin explicación alguna. Su regreso inesperado despertó en Alex una mezcla de emociones encontradas, desde la curiosidad hasta el resentimiento.«¿Qué hace aquí?», se preguntó.De todos los sitios en los que esperaba encontrarse a Irina, luego de que se enterara de que había regresado al país, ese era el último.Ella, mientras estaban de novios, le había dejado más que claro que
Al ver a Camila, Alex sintió que un escalofrío le recorría la espalda al ver que su esposa, sin saber muy bien cómo, había aparecido en el club y, en especial, en aquel momento tan comprometedor. A toda velocidad, se puso de pie, sintiéndose sumamente incómodo, mientras Irina se apartaba de él, maldiciendo que su momento se hubiera visto interrumpido de manera tan abrupta. Camila se acercó a ellos con lentitud, sin apartar la mirada de Irina, quien parecía nerviosa y furiosa ante la presencia de la esposa de Alex. Aquello confirmaba que lo que le había dicho Gabriel era más cierto que nunca. Si bien Alex lo había reconocido, una parte de ella había albergado la esperanza de que fuera mentira. La tensión en el ambiente era palpable mientras los tres se enfrentaban en un silencio cargado de significado.—¿Tú? —preguntó Camila, esforzándose por mantener la calma y la voz firme, a pesar de que su corazón latía con fuerza ante la sorpresa y el malestar que producía en ella descubrir que
Luego de que Camila se marchara del club, de camino a la salida, Alex intercambió un par de palabras más con Irina, antes de encaminarse tras su esposa.Sentía que la cabeza le explotaría de un momento a otro, mientras esta daba vueltas intercalando entre las emociones que lo embargaban. Por un lado, estaba su decisión de no dar su brazo a torcer y no retroceder en su decisión de hacerle la vida imposible a Camila, sin importar el precio que tuviera que pagar, y, por el otro, se sentía sumamente culpable por haberla puesto en aquella situación. ¡Odiaba tanto esa maldita contradicción!Aunque, si lo pensaba bien, no era su culpa. Después de todo, Camila había aparecido en el club Blue Star por sus propios medios. Nadie la había obligado a ir hasta allí.Es más, ni siquiera sabía cómo había logrado localizarlo. Por lo que él sabía, ella no estaba al tanto de que él era el dueño de aquel local, así que no tenía demasiado sentido que lo hubiera encontrado por sus propios medios.Sin embar