Capítulo 7

Manuel volvió esa tarde al gimnasio como cada día y todo se repetía: su rutina de ejercicios y los avances de Isis. Pero ese día la chica iría un paso adelante.

— Muy bien Manuel, ya casi terminas por hoy y yo también, así que voy a ser completamente directa contigo porque siendo discreta no he obtenido ningún resultado — se acercó a Manuel y sus pechos quedaron casi rozando el cuerpo de Manuel. Colocó su mano en el pectoral del hombre y lo miró a la cara. — ¿Te gustaría salir conmigo a tomar algo? Y si vas a dar una excusa, por favor que sea buena, porque sabes que hay muchos hombres que quisieran estar recibiendo esta invitación, pero te la estoy haciendo a ti, solo a ti, porque me gustas y creo que yo también podría gustarte.

— Isis, eres hermosa— la chica sonrió satisfecha por el cumplido— pero no sé si sea adecuado que salgamos juntos, eres mi entrenadora y...

— Idioteces, mueves los labios, pero solo escucho bla bla bla. Anda hombre, no creo que debas hacerte de rogar así. Tú me gustas, sé que te gusto porque te he visto mirándome cuando crees que nadie te observa. Hey, no estoy buscando un romance tipo Romeo y Julieta, solo que pasemos un buen rato, es todo, si nos gusta lo que pase, fantástico, si no, pues a otra cosa y ya. Vive el momento, Manuel, vayamos por un trago y conversemos un poco, tampoco es cuestión de que me hagas estar detrás de ti como un perrito faldero, sabes que podemos pasar un rato agradable juntos, sin complicarnos y si nos gusta, lo repetimos cuando provoque. Voy a ducharme, si cuando salga, estás aquí, entenderé que accediste— se dio la vuelta y se alejó consciente de la mirada de Manuel sobre su cuerpo perfecto. Entró a las duchas y cuando salió no vio a Manuel, de forma que consideró que el hombre había salido corriendo por lo que fue una grata sorpresa verlo en el estacionamiento, recostado al auto con los brazos cruzados, esperándola. Manuel, sin decir una sola palabra, caminó hacia el puesto del pasajero y abrió la puerta. Isis sonrió y sin mediar palabra, entró al auto. Manuel rodeó el auto y subió, puso en marcha el motor y se volvió a mirar a la mujer.

— ¿Tu casa o la mía? — preguntó directo.

— La tuya — respondió Isis mientras pasaba la punta de su lengua por los labios.

— A mi casa, entonces— el auto comenzó a moverse y salió al tránsito. En el camino, cruzaron algunas palabras, pero ya Isis había asumido que Manuel era poco conversador y no le dio mayor importancia. Igual, tampoco lo quería como orador.

Llegaron al edificio donde vivía Manuel y luego de estacionar se fueron al apartamento. Al entrar, lo primero que notó Isis fue el orden absoluto que reinaba en todo el lugar. Había visto lugares organizados, pero en ese apartamento parecía que no vivía nadie, daba la sensación de ser uno de esos apartamentos que decoraban para mostrar y siempre se veían perfectos.

— Adelante, Isis, te serviré algo de beber, ¿qué apeteces?

 — Me gustaría vino, si tienes.

— Por supuesto, ponte cómoda —le señaló el sofá y se fue a la cocina a servir el vino.

El lugar era hermoso, con muebles de buena calidad y todo combinaba perfectamente. Era un apartamento de concepto abierto y todos los espacios se veían desde la sala. La mujer lo observaba mientras preparaba las copas y se dijo a sí misma:

"Este es un hombre que sabe perfectamente lo que quiere"

Manuel se acercó con dos copas y le entregó una a Isis.

— Me encanta este lugar, Manuel, es tan agradable.

— Gracias— dijo simplemente el hombre y se sentó a su lado. — ¿Te gustaría escuchar algo de música? — ella asintió y él usó el control remoto y música instrumental comenzó a llenar el lugar.

— Dime, Manuel, ¿por qué eres tan distante? Mi trabajo me costó llegar aquí.

— Es mi forma de ser, no soy un gran conversador.

— En ese caso...— dijo con voz sugestiva Isis y habiendo puesto su copa sobre la mesa de centro, le quitó a Manuel la suya e hizo lo mismo— No tenemos que hablar, entonces...— se acercó a Manuel y puso sus manos sobre el pecho del hombre y comenzó a acariciar la piel que se veía por la camisa abierta y aproximó sus labios a los de él. Con sus bocas casi tocándose le sonrió y mirándolo a los ojos, unió sus labios en un beso apasionado. Manuel la tomó por la cintura, la apretó contra su cuerpo y la besó de forma tan intensa que la chica se abandonó a la caricia. El hombre abrió los botones de la blusa de ella y acarició sus pechos sin dejar de besarla. Cada vez más apasionados, Manuel la recostó en el sofá y con lentitud le quitó la ropa disfrutando de la belleza de la mujer que emergía a medida que la desnudaba. Ella por su parte, le arrancaba la ropa a él y muy pronto estaban ambos desnudos y entregados a la pasión.

Isis disfrutaba inmensamente ese momento tan ansiado y que superaba por mucho todas sus expectativas de cómo sería hacer el amor con Manuel.

En su casa, Alex como cada día, atendía la alimentación y el aseo de sus perritos cuando llegó Ariana con "buenas" noticias.

La joven al entrar y ver a Alex, se arremangó su sweater y la ayudó mientras la ponía al tanto de las noticias.

—Muy bien, Roja, te he conseguido la ayuda de gente increíble y varios amigos de los medios van a promover tu feria durante estas dos semanas y nuestros colaboradores artistas, modelos, actores, músicos, me prometieron que estarán visitándonos en el parque, para atraer gente e incluso, van a donar artículos personales para rifar entre quienes adopten a tus perritos, para motivar a que sus fans participen y se lleven a casa a tus bebés. Verás que los chicos conseguirán buenos hogares— ante la expresión desolada de Alex, la rubia trató de animarla— No te sientas mal, Alex, sabes que es necesario hacerlo y que lo mejor es que les consigas familia, no puedes dejar que tu vida pase en esto…— señaló a su alrededor— Limitándote a alimentar y limpiar a tu manada. Tienes que vivir, salir, conocer gente, enamorarte. Estás muy joven para solo ser la loca de los perros, espera al menos a estar vieja, la vida tiene mucho que ofrecerte.

— Sabes que no espero nada de la vida, nunca ha sido buena conmigo.

— Si, lo sé, pero tú puedes cambiar eso, todo se trata de hacer las cosas, no puedes permitirte que los años pasen y tú solo te hayas escondido de la vida detrás de tus perros.

— No me escondo, disfruto de su compañía más que la de humanos.

— Eso estaría muy bien si fueras un perro, pero no lo eres ¡y juro que te voy a sacar de esa burbuja de una forma u otra! Eso y tu cabello, me quitan el sueño por las noches.

— ¿Qué le pasa a mi cabello? — preguntó Alex tocando su trenza.

— ¿Y lo preguntas? ¡Esa trenza de campesina que llevas para domar a ese monstruo rojo que te hace parecer Medusa! Algún día voy a enseñarte todo lo que puedes lograr con esa cabellera de fuego y te vas a ver espectacular, te lo prometo, conozco mujeres que matarían por tener ese color de cabello natural y tu cuerpo tan esbelto sin hacer ningún esfuerzo. Si yo comiera como tú ya no entraría por la puerta de la casa, porque comes como un oso. Si no me mantuviera a dieta no lograría esta talla y tú, malagradecida, dices que la vida no te ha tratado bien.

— Eso a cambio de perder a toda mi familia, creo que no me gusta el trueque— su rostro se ensombreció y sus ojos se llenaron de lágrimas.

— Lo siento Alex, imagino que es muy duro pero tienes que seguir adelante, perdiste a tu familia pero debes continuar viviendo. Que te dediques a rumiar el dolor no va a cambiar los hechos y tú sabes bien que refugiarte detrás de un millón de perros no hará que olvides eso.

— Amiga, sé que tienes razón pero no sé cómo dejar atrás todo eso. Lo que ocurrió fue tan heavy, tan repentino. Aún, a pesar del tiempo que ha pasado no logro digerirlo.

— Pues, tendrás que hacerlo, no tienes opciones porque ellos están muertos, pero tú sigues viva y perdona que sea tan dura.

— Eres mi mejor amiga, Ariana, si tú no lo haces, ¿quién?

— Así que pronto va a haber cambios grandes en tu vida y tienes que saber que no será fácil manejarlos, pero puedes hacerlo, eres fuerte e inteligente y sabrás cómo sacar lo mejor de esta situación.

— Como dijiste, no tengo opciones.

— Vamos, Roja, terminemos con esto y vayamos a comer algo.

Las chicas apuraron el paso y finalizaron con las tareas, luego Alex se dio una ducha rápida y ya vestida se fueron a comer.

— ¿Estás consciente de que uno de estos días le voy a prender fuego a tu guardarropa? ¿De dónde sacas tanta ropa horrible?

— ¡No todas somos modelos ricas que trabajan para distraerse! Algunas trabajamos para comer y vestirnos.

— De verdad, no creo que hayas pagado nada por esa ropa, tiene que haber sido regalada a la caridad y nadie la quiso.

— ¡Desgraciada! — Alex se rio divertida con las ocurrencias de Ariana. Esa chica siempre lograba hacerla sonreír.

Las jóvenes ordenaron pizza con cerveza, aunque Alex se mantuvo firme en su té helado mientras discutían detalles de la feria de adopciones.

Era viernes y ese día instalarían lo que requerirían para tener a los perros de Alex en el parque durante el fin de semana. Por insistencia de la joven al no querer enjaular a sus chicos, colocaron en una parte del parque un sistema de cercado bajo de instalación rápida para mantener a los perros en un solo sector. Eso permitiría a los interesados en adoptar, interactuar con los animales y decidir cuál querrían llevarse. Como no todos los perros eran adorables cachorritos, sería más difícil conseguirles familia. Por eso la campaña se basó en la necesidad de la manada de conseguir hogar para evitar que los pusieran a dormir. Ante todo, el ajetreo, la gente curiosa trataba de informarse y fue cuando aprovechó un buen amigo de Ariana para entrevistar a Alex para su programa. Cuando la joven daba la declaración vio a Manuel, quien, habiendo llegado durante la entrevista, esperaba a que terminara para hablarle.

El periodista sacó buen material para su programa el cual transmitía en vivo simultáneamente en la radio y las redes sociales.

Al finalizar, Alex se aproximó a Manuel.

— ¿Qué hace aquí?  ¿Acaso duda de lo que le dije? Mañana en la mañana estaremos mis perros y yo aquí para buscarles hogar.

— Lo sé, ha hecho de esto todo un acontecimiento mediático, la oficina de Salubridad ha quedado muy mal parada, al parecer somos los malos de la historia.

— ¡Cuánto lamento no poder proteger su reputación! Pero es que no me importa, realmente. Ustedes llegaron a nuestras vidas y las pusieron de cabeza, me obligan a salir de mis chicos y se supone que debo hablar bien de ustedes... ¡suéñelo! Haga el favor de dejarnos en paz.

— Señorita, solo vine a traerle esto— mostró la carpeta con los papeles de los perros— estaba cerca de acá y como escuché en la radio que se encontraba en el parque decidí venir, no me vea como un monstruo a quien solo le interesa separarla de sus animales, comprenda que usted está quebrantando la ley y causa un perjuicio a sus vecinos, quienes tienen tantos derechos como usted y sus perros y mi trabajo es velar porque se cumpla la ley.

— Si, Robocop, me va a hacer llorar, ¿aquí es cuando suena el violín? Ahora el monstruo soy yo, que ataco a la pobre oficina de Salubridad. Pues, dese el gusto, mañana mis niños van a ser entregados a perfectos extraños y se irán lejos de mí.

Una persona de los grupos que colaboraban con la logística, se acercó a ellos para preguntar algo a Alex y Manuel aprovechó para alejarse de ella. Al ver que se iba, Alex sintió remordimiento y lo llamó.

— ¡Hey, usted… señor García! — sonrió a medias al ver que Manuel se volteaba a mirarla y caminó hasta donde estaba el hombre.

— Supongo que le quedan algunos insultos guardados, sepa que...

— Lo siento— le interrumpió y ante la expresión de extrañeza de Manuel decidió explicarle— Lamento haber sido tan grosera, entiendo que usted debe hacer su trabajo y yo he estado muy estresada, por favor, discúlpeme.

Manuel no supo qué responderle. Nunca nadie se había disculpado antes con él porque tuviera que hacer su trabajo.

— Oiga ya me disculpé, podría al menos ser amable — le regañó molesta por su silencio.

— Nadie me había dicho eso antes, no sabía qué decirle, generalmente solo desaparezco cuando se resuelve todo y me llevo el odio acumulado en el asunto. Discúlpeme usted si he sido insensible — "¿qué me pasa? " se preguntó a sí mismo, con asombro. Nunca antes le había dado ninguna importancia a lo que le dijeran las personas involucradas en sus casos.

— ¿Quiere tomar un café conmigo, señor García? — Alex no daba crédito a su atrevimiento luego de decir eso, pero ya estaba hecho. El hombre se negaría con cualquier excusa y todos estarían felices, se dijo.

— Si ¿por qué no? — ahora era Manuel quien se sorprendía a sí mismo aceptando el ofrecimiento — Acompáñeme…— rozó apenas su codo invitándola a caminar a su lado— Mi auto está cerca, por aquí.

Llegaron al auto y Manuel le abrió la puerta para que subiera Alex y luego se puso tras el volante. Condujo en silencio hasta un bar cercano y ya sentado en una terraza, pidieron café para ambos. Y quedaron en silencio.

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