Isis se había marchado. Vino el último día a despedirse de Rebecca y Alex prefirió dejar que Paula la acompañara en la visita. Manuel se encontraba en casa pero las dejó a solas para que disfrutaran el momento juntas.Alex tomaba mucho de su tiempo para pasear con Rebecca, llevarla al parque y a tomar el sol. Los fines de semana se iba con Manuel y la niña a la playa y pasaban horas divirtiéndose juntos. Vivían los días como una hermosa familia feliz y ante todos, lo eran, aunque ambos sabían dentro de sí que no era cierto por más que desearan que hubiera algo de realidad en esa relación.Cada noche acostaban juntos a Becca y se turnaban para arrullarla hasta que se durmiera. Podían pasar horas junto a esa cuna velando el sueño de la niña y sonreían como atontados por lo que sentían ante esa criaturita.Alex se dio cuenta de que reducir sus horarios de trabajo mientras la nena se adaptaba a ellos, era agradable y no significó un sacrificio para ella. No abandonó su empleo, pero comenz
—¡Llegó papá, Rebecca! Vayamos a recibirlo.— Alex tomó a la niña en brazos y bajó con ella las escaleras para esperar a Manuel en la entrada.Había visto desde la terraza que el auto negro que traía a Manuel del aeropuerto entraba por el camino de la glorieta y pensó que sería agradable ver que lo esperaban.Al abrirse la puerta, la chica sentía genuino gozo por su llegada y esperaba que al verlas ahí él sintiera lo mismo al volver a casa, pero el rostro sombrío de Manuel tiró por tierra sus deseos. Él solo la miró con los ojos oscurecidos y ni siquiera al tomar a la nena en sus brazos su expresión cambió. Saludó a su hija, le habló por unos segundos y se la devolvió a Alex.La chica extrañada con su actitud, tan diferente de los días anteriores preguntó con cautela:—¿Qué sucede? Estás extraño. ¿Salió algo mal en las juntas que tuviste?—Las juntas estuvieron bien. Por favor llama a Paula para que atienda a Becca. Tenemos que hablar.Esas horribles palabras no presagiaban nada bueno
Nada que pudiera decir cualquier persona en el mundo podría haber tenido el impacto de esas ocho palabras de Mauricio. El rostro de Manuel iba de uno a otro, mirando sin lograr comprender nada. Astrid estaba en shock y por más que intentaba decir algo, no salía ningún sonido de su garganta. Alex se encontraba en medio de todos sin saber cómo intervenir en aquella situación.Pasaron al menos dos minutos antes de que Manuel reaccionara a lo dicho por Mauricio y con tono incrédulo y titubeante le respondió.—No tienes…no tienes idea …de lo que dices. No sé de dónde sacas eso, pero tú no eres Aurelio. ¿Qué pretendes al decir eso? ¿Cómo sabes sobre mi hermano…? Alex…¿tú le contaste algo de eso?—Por supuesto que no… créeme, Manuel. Jamás haría algo así.—Escucha bien, Villarreal…si esto es lo que consideras algún tipo de broma, te aconsejo que desistas porque no me está resultando gracioso.—Escúchame tú a mí, Manuel. Esto no me gusta más que a ti. Esta discusión va a tener que esperar par
La transición de Manuel de huérfano a hombre de familia no estaba resultando sencilla, pero Alex pudo ver que él estaba haciendo su mayor esfuerzo para permitir la entrada en su vida a todos los cambios que se le presentaban.Tampoco era fácil la manera como se desarrollaban las cosas ante el boom de su ataque a las televisoras, porque aunque era bueno que el tema se mantuviera visible y haciendo ruido para obtener la mayor cantidad de reacciones, también les aumentaba los riesgos de ser encontrados. Cada día Alex recorría los caminos digitales que pudieran llevar a las autoridades hasta el origen y se aseguraba de cortar todo intento de llegar hasta ellos. Significaba una gran tensión mantener al equipo alerta en todo momento y le tomaba mucho tiempo frente al ordenador. Sin embargo aquello era nada en comparación con la actitud fría de Manuel ante lo que estaba atravesando ella. La mantenía a distancia y solo tenía el contacto ocasional por asuntos de la niña, quien con los días se
Manuel y Alex mantuvieron su relación en buenos términos desde aquel día cuando la joven dejó su posición en claro y le demostró a Manuel que podía cuidarse en lo que hacía. Era claro que él no aprobaba sus métodos pero no intervenía. Eso permitió que la tensión entre ellos se hiciera llevadera. Sin embargo, Alex cada día sentía más la opresión que le producían sus sentimientos hacia él y en varias ocasiones pensó seriamente en retirarse de su trato con Manuel, pero el solo pensar en dejar de ver a Becca, le rompía el corazón.Cuando Becca llegó a su octavo mes, decidieron pasar el fin de semana en la casa de la playa que tenía la familia. Era un lugar simplemente perfecto y al llegar, la chica dudó de si aquello había sido una buena idea. Todo estaba creado para proporcionar un espacio para el romance y ambos se dieron cuenta especialmente cuando notaron que había una sola habitación.Eso creó un clima tenso pero con la atención puesta en Becca, lograron pasar un divertido día juntos
Todo lucía perfecto, el tiempo transcurría y Alex se sentía casi feliz. Tenía a Manuel a su manera y tenía a Becca.Había decidido continuar durmiendo en su habitación y cuando sentían el deseo de estar juntos, se quedaban en cualquiera de sus dormitorios. En ocasiones amanecían abrazados, otras, Alex volvía a su habitación en silencio mientras Manuel dormía.Se habían adaptado a ese sistema, parecían una pareja casi normal, excepto cuando Alex era asaltada por el sueño de sentirse amada. No era que Manuel la tratara como a una amante cualquiera. En realidad era amable, cariñoso, hacía demostraciones de afecto en público, sin importarle si su madre, Mauricio o cualquier otro estaban presentes. Siempre la besaba antes de irse o al llegar, la abrazaba con cariño, disfrutaban mucho juntos del tiempo con Becca quien ya estaba arribando a su primer año. Pero nunca hubo una palabra de amor entre ellos. Y se sentía extraño.Mauricio y Manuel estaban poniendo todo de su parte para llegar a en
Manuel condujo aprisa en dirección al hotel y al llegar, la app mostraba aún el teléfono de Isis en el lugar.Alex se dirigió a la recepción y habló con la empleada. Con una sonrisa y mirando a la chica a los ojos, le habló de modo casual.—Buenas noches, señorita…¿la habitación de Isis Alvarado? Ella me espera. Vengo a buscar a mi hija, Isis la está cuidando.Mientras Alex distraía a la recepcionista, Manuel tomaría el elevador y subiría hasta la habitación. No podían permitir que le alertaran sobre su llegada hasta que Manuel se encontrara frente a su puerta.—Debo anunciarla, si me da su nombre me comunicaré a su habitación.—Si, entiendo…pero realmente estoy apurada. —miró de reojo y vió que Manuel entraba al ascensor. — Mi taxi me espera afuera. Solo quiero recoger a mi hija y salir, es todo. Subo y bajo enseguida. Aunque quizás sea mejor que ella baje, será más rápido…—Alex parloteaba calculando que Manuel llegara al piso miraba de reojo el indicador del ascensor. — Sí, ¿puede a
Habían transcurrido varios días desde el incidente con Isis y cuando Alex le preguntó a Manuel sobre lo que decidirían hacer en relación a la madre de Becca, él solo le respondió que ya él se había encargado de todo.Alex no pudo evitar sentirse relegada al no ser tomada en cuenta en la decisión.Manuel había vuelto a su rutina de trabajo, gimnasio y el tiempo que le dedicaba a los niños del hospicio, mientras la chica continuaba haciéndose cargo de Becca, que era su único aliciente para seguir con el trato entre ellos. Tomaba algunos trabajos de la empresa y se distraía con eso, pero nada sacaba de su interior esa terrible sensación de soledad, porque notaba a Manuel distante desde aquel día. No era el mismo, no sonreía ni bromeaba con ella. No pasaban tiempo juntos y Alex extrañaba esos momentos que la hacían sentirse querida aunque no lo expresara en palabras.En varias ocasiones intentó conversar sobre la situación con Manuel pero él rehuía esos momentos y evadía hablar con ella.