Capítulo 54

—¡Llegó papá, Rebecca! Vayamos a recibirlo.— Alex tomó a la niña en brazos y bajó con ella las escaleras para esperar a Manuel en la entrada.

Había visto desde la terraza que el auto negro que traía a Manuel del aeropuerto entraba por el camino de la glorieta y pensó que sería agradable ver que lo esperaban.

Al abrirse la puerta, la chica sentía genuino gozo por su llegada y esperaba que al verlas ahí él sintiera lo mismo al volver a casa, pero el rostro sombrío de Manuel tiró por tierra sus deseos. Él solo la miró con los ojos oscurecidos y ni siquiera al tomar a la nena en sus brazos su expresión cambió. Saludó a su hija, le habló por unos segundos y se la devolvió a Alex.

La chica extrañada con su actitud, tan diferente de los días anteriores preguntó con cautela:

—¿Qué sucede? Estás extraño. ¿Salió algo mal en las juntas que tuviste?

—Las juntas estuvieron bien. Por favor llama a Paula para que atienda a Becca. Tenemos que hablar.

Esas horribles palabras no presagiaban nada bueno
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