Manuel y Alex mantuvieron su relación en buenos términos desde aquel día cuando la joven dejó su posición en claro y le demostró a Manuel que podía cuidarse en lo que hacía. Era claro que él no aprobaba sus métodos pero no intervenía. Eso permitió que la tensión entre ellos se hiciera llevadera. Sin embargo, Alex cada día sentía más la opresión que le producían sus sentimientos hacia él y en varias ocasiones pensó seriamente en retirarse de su trato con Manuel, pero el solo pensar en dejar de ver a Becca, le rompía el corazón.Cuando Becca llegó a su octavo mes, decidieron pasar el fin de semana en la casa de la playa que tenía la familia. Era un lugar simplemente perfecto y al llegar, la chica dudó de si aquello había sido una buena idea. Todo estaba creado para proporcionar un espacio para el romance y ambos se dieron cuenta especialmente cuando notaron que había una sola habitación.Eso creó un clima tenso pero con la atención puesta en Becca, lograron pasar un divertido día juntos
Todo lucía perfecto, el tiempo transcurría y Alex se sentía casi feliz. Tenía a Manuel a su manera y tenía a Becca.Había decidido continuar durmiendo en su habitación y cuando sentían el deseo de estar juntos, se quedaban en cualquiera de sus dormitorios. En ocasiones amanecían abrazados, otras, Alex volvía a su habitación en silencio mientras Manuel dormía.Se habían adaptado a ese sistema, parecían una pareja casi normal, excepto cuando Alex era asaltada por el sueño de sentirse amada. No era que Manuel la tratara como a una amante cualquiera. En realidad era amable, cariñoso, hacía demostraciones de afecto en público, sin importarle si su madre, Mauricio o cualquier otro estaban presentes. Siempre la besaba antes de irse o al llegar, la abrazaba con cariño, disfrutaban mucho juntos del tiempo con Becca quien ya estaba arribando a su primer año. Pero nunca hubo una palabra de amor entre ellos. Y se sentía extraño.Mauricio y Manuel estaban poniendo todo de su parte para llegar a en
Manuel condujo aprisa en dirección al hotel y al llegar, la app mostraba aún el teléfono de Isis en el lugar.Alex se dirigió a la recepción y habló con la empleada. Con una sonrisa y mirando a la chica a los ojos, le habló de modo casual.—Buenas noches, señorita…¿la habitación de Isis Alvarado? Ella me espera. Vengo a buscar a mi hija, Isis la está cuidando.Mientras Alex distraía a la recepcionista, Manuel tomaría el elevador y subiría hasta la habitación. No podían permitir que le alertaran sobre su llegada hasta que Manuel se encontrara frente a su puerta.—Debo anunciarla, si me da su nombre me comunicaré a su habitación.—Si, entiendo…pero realmente estoy apurada. —miró de reojo y vió que Manuel entraba al ascensor. — Mi taxi me espera afuera. Solo quiero recoger a mi hija y salir, es todo. Subo y bajo enseguida. Aunque quizás sea mejor que ella baje, será más rápido…—Alex parloteaba calculando que Manuel llegara al piso miraba de reojo el indicador del ascensor. — Sí, ¿puede a
Habían transcurrido varios días desde el incidente con Isis y cuando Alex le preguntó a Manuel sobre lo que decidirían hacer en relación a la madre de Becca, él solo le respondió que ya él se había encargado de todo.Alex no pudo evitar sentirse relegada al no ser tomada en cuenta en la decisión.Manuel había vuelto a su rutina de trabajo, gimnasio y el tiempo que le dedicaba a los niños del hospicio, mientras la chica continuaba haciéndose cargo de Becca, que era su único aliciente para seguir con el trato entre ellos. Tomaba algunos trabajos de la empresa y se distraía con eso, pero nada sacaba de su interior esa terrible sensación de soledad, porque notaba a Manuel distante desde aquel día. No era el mismo, no sonreía ni bromeaba con ella. No pasaban tiempo juntos y Alex extrañaba esos momentos que la hacían sentirse querida aunque no lo expresara en palabras.En varias ocasiones intentó conversar sobre la situación con Manuel pero él rehuía esos momentos y evadía hablar con ella.
Alex se extrañó de que llamaran a la puerta de su habitación porque no había pedido nada y a esa hora, pero igual fue a abrir distraída en sus pensamientos.Cuando levantó la mirada y vio a Manuel frente a ella, sintió que la tierra se abría bajo sus pies y se la tragaba. Agitada trató de cerrar la puerta, pero Manuel lo impidió con muy poco esfuerzo.La joven aceptó que había sido un error abrir sin ver quién era y resignada, se alejó de la puerta. Manuel entró y cerró tras él.—¿Por qué estás aquí? ¿Cómo me encontraste?—No vives con alguien que tiene “la llave de la ciudad” sin que aprendas algo de sus mañas.—No te creo, tú no haces esas cosas…—No las hacía, pero cuando la alternativa es no saber dónde estás, hay que ceder… busqué “ayuda” y te encontré en cuanto encendiste el móvil.—¡Qué sorpresa, ahora sí te gustan los hackers! —refunfuñó con tono amargo la chica. —¿Por qué viniste? Suponía que te había quedado claro que no deseo verte, ni estar contigo así que si te vas…me har
—¡Pero claro que acepto! Si hubieras aparecido aquí con un regalo de cualquier otro tipo, te lo habría puesto de sombrero, pero esto…esto es el regalo más increíble y hermoso que podía recibir alguien. ¡Creo que voy a llorar!—Entonces, permíteme que te muestre algo…—Manuel fue hasta la puerta y salió por un instante y luego entró con algo en sus brazos, envuelto en una tela.Se acercó a Alex y lo puso en sus piernas. El bulto se movió y se descubrió, asomando la cabeza fuera de la manta. Alex dejó salir un grito de sorpresa al ver al perrito en su regazo.—¡Es Otelo! ¿Cómo supiste de Otelo?—Averigüé en los diferentes albergues a los que ibas y una señora muy amable me contó que desde que llegaste ahí, te habías enamorado por completo de este perrito y hasta le diste un nombre, Otelo. Ante la duda, prefiero no saber la razón para darle ese nombre. —hizo una mueca que quiso ser una sonrisa.Alex abrazaba al perrito que le comenzó a lamer la cara con desesperación en cuanto la reconoci
El tiempo transcurrido desde ese amargo día de la despedida, había sido lento y culposo para Alex, porque en ocasiones se decía que podía haber continuado como estaban, pero luego, poco a poco, retomaba su decisión, lo que redundó en logros que la llenaban.Había adquirido un pequeño apartamento muy coqueto y moderno, siendo el comienzo de una nueva vida para ella, que ya no estaba rodeada por las cosas de aquella enorme y solitaria casa. Las cosas que conservó, las guardó en un almacén en espera de decidir lo que haría con ellas cuando la culpa no fuera un obstáculo. Allí solo estarían los objetos que complacieran su gusto y su estilo. Descubrió que tenía talento para seleccionar esas cosas y disfrutó decorando su nuevo hogar. Junto a Otelo, iba cada día a las instalaciones de Huellas de Amor y organizaba todo lo referente a su funcionamiento. Tal como había prometido Manuel, contaba con fondos para emplear personal en el que delegaba funciones. Se prometió no volver a convertirse en
—Hola de nuevo, Alex.—Hola… ¿cómo supiste que estaba aquí?—Te vi salir y desde donde estaba observé que parecías tener frio.—Gracias…la verdad es que este vestido no es el mejor para paseos nocturnos en esta época.—No entiendo nada de modas, pero, aunque no te cubra demasiado, sí que te va espectacular. Estás verdaderamente hermosa esta noche.—Y tú te ves arrebatador con tu smoking… que ahora llevo yo, por cierto.—Y te luce más a ti, sin duda.Por un momento ambos se quedaron en silencio, sin saber cómo continuar hasta que Manuel se decidió a hablar.—¿Cómo has estado? Supe que te va muy bien en tu negocio y Huellas de Amor es el tema del momento. Estás haciendo maravillas allí y creo que lograste tu cometido con lo que hiciste, causaste un gran revuelo.—Gracias a tu idea… Es una linda labor la que hacemos allí.—No dudé ni por un instante que lo lograrías. Es tu vocación.—Una de ellas.—Así es…—¿Y tú cómo vas?—Avanzando lentamente. Un día a la vez. He logrado mucho en estos