Capítulo XVII

                                 XVII

Aquella mañana fue hostil, de hecho, fue maldita y jodidamente hostil.

Un estruendo, proveniente de los cielos, lo obligó a despertar asustado. Cuando se sentó sobre la arena, vio una suave línea de agua turbia que corría por el arroyo. Llovía con fuerza, pero Greg se encontraba seco gracias a la protección que brindaba el puente.

Tomó un sorbo agua de la cantimplora antes de levantarse y echar una mirada a ambos lados del puente. Sí, llovía demasiado, y aquel hilo de agua fue creciendo tan rápido que se convirtió en un flujo preocupante. Si continuaba lloviendo de aquella forma, el arroyo no tardaría en llenarse, y Greg tendría que salir para evitar ser llevado por la corriente, pero una vez afuera se mojaría y tendría frío. No supo qué hacer. Podría esperar un poco más para ver si la intensidad d

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