Capítulo XXI

                                    XXI

Los últimos días, la zorrita de su esposa se había comportado de una manera un tanto aceptable, sumisa y agradable. Decidió hacer a un lado la torpeza y estupidez que tanto la caracterizaban, y de las cuales ella misma se esforzaba por mantener, y adoptó la docilidad. En pocas palabras, se comportaba como debía de comportarse cualquier mujer en el mundo, aunque en realidad ninguna zorrita de mierda lo hiciera al pie de la letra.

Pedro estaba asombrado por este cambio tan drástico y repentino, pues al fin, después de tantos años, Juana actuaba de manera decente, y deseaba que continuara así, pues esto mantenía su orgullo muy por encima de lo que podría llegar a imaginar. Tantos putazos la moldearon, no obstante, debía admitir que no trató con masa para tortillas, sino con un auténtico bloque de már

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