XVIII
ARKELIA
Era Yerliza de Evantora. No tuvo que preguntar después de ver la guadaña y a la grandiosa pantera levantarse y casi derrumbar ese pedazo de choza sin ventanas.
No hizo el más mínimo movimiento, podía sentir la mirada de la Almera clavada en toda su integridad. Y los ojos de Yerliza estaban fijos en alguien más, en la pequeña, quien lloraba con los brazos extendidos para impedir que Yerliza dejara caer la guadaña sobre Arkelia.
Era de verdad admirable ver su valentía. No la conocía, bueno, en realidad sólo un poco después de tanto camino recorrido a su lado. Pero en la niña había nacido un cariño casi increíble por Arkelia después de haberla salvado de aquellos cerdos de la taberna.
—No le hagas d
XIX GARSLOK¿Morir? Era una palabra triste, inquietante y quizá poco entendible, y lo que la hacía menos agradable era que estaba envuelta en una pregunta. ¿Era capaz de arrancar una vida con una simple respuesta? Se preguntó una y otra vez mientras se acercaban a donde estaba Crisdel. Ya podía verla, y a pesar de que quizá eran apenas veinte pasos los que les separaban de ella, sintió como si fueran kilómetros.En su tormenta interior había un diluvio de dudas, pero de pronto eso estaba al final de sus verdaderas preocupaciones. ¿Por qué? Simple, lo que había sorprendido a Bheldrik, Arkelia, Yerliza, Torel, Belderok y muy probablemente a todos los habitantes de Krasgos iniciaba ahí también, justo donde se encontraban ellos en ese m
XX ORUSLa casa estaba en tan mal estado que el agua entraba y remojaba la paja, y debajo de ésta había tanto lodo que se pegaba a los pies. Habían regresado al mismo y hediondo lugar luego de acercarse a las murallas y ver que el rastrillo estaba abajo y los guardias custodiaban esa parte de la ciudad. Claro que aquellas esperanzas y alegrías, que llegaron como un balde de agua que cubrió sus cuerpos por completo luego de lograr salir de las mazmorras, desaparecieron como esa agua metafórica que se secaría de sus cuerpos tarde o temprano.El olor ahí adentro era insoportable, nauseabundo, malsano, y más que eso era asqueroso. El cuerpo de la mamá de Mirel llevaba ya varios días en estado de descomposición, y
XXI CrisdelNo tenía fuerzas para avanzar, pero tampoco para rendirse. Y se alegró por encontrarse justo en ese lugar. Se dio cuenta de que la vida sonreía en algunas ocasiones, pero de igual manera otorgaba sufrimiento, y no quedaba otra opción más que observar mientras se es pasajero de ésta.La voz de su madre retumbaba continuamente dentro de su cabeza. Quería salir, como aquellos ladrones que eran encerrados dentro de enormes barriles de hierro con una hoguera debajo. Eran cocinados a fuego lento mientras el metal se calentaba y la piel comenzaba a pegarse a las paredes del barril. Crisdel llegó a ser testigo de estas torturas, y aunque anhelaba el fin de su sufrimiento, nunca deseó morir de aquella manera. La vida debe ser agradable y la mu
Prólogo Estaba muerta, lo sabía, pues lograba sentir una ligereza casi imperceptible en su delgado cuerpo, el cual ya se encontraba en un diligente proceso de putrefacción. Sin detenerse a pensar en su trágico destino, comenzó con su camino, y lo hizo a pesar de aún sentír que su cuello era abrazado por aquel trozo de cuerda, cuyas hebras se enterraron en su carne y aprisionaron su garganta mientras arrojaba violentas patadas al viento. En ese instante, en el que se alejaba de los altos muros de la ciudad, volvió a experimentar aquella funesta y desesperante sensación. Quería respirar, pero no parecía existir aire que llenara sus anchos pulmones pese a percibir cómo este se le escurría por los dedos y por su satinada piel. En su nuevo, extenso y fúnebre sendero experimentó una fuerte sensación de tristeza, razón por la cual pensó que lloraría bajo la impenetrable oscuridad. No obstante, esto no sucedió, y es que en realidad el amargor de esta nueva experiencia fue consumido por una
I GÁRSLOK El aire caliente lo agitó con rapidez. Intentó continuar con su carrera, pero estaba tan agotado que se vio obligado a detenerse y recargarse en uno de los árboles para encontrar algo de descanso. Lanzó un hondo suspiro a la extensa oscuridad y cerró los ojos, encontrando una paz que parecía haber muerto desde hace mucho. Alzó ambos brazos, los cuales tiritaban a causa del maldito temor que fue engendrado en el interior del molino. A pesar de los cálidos vendavales que llegaban y cubrían su anchuroso cuerpo, sintió un frío que recorrió su espalda al recordar dicha experiencia. Volvió a bajar los brazos. Miró a todos lados, y su soledad lo hizo sonreír con cierto nerviosismo. Puta madre, sí que estuvo cerca; no muchos mortales salen vivos luego de tener un Espíritu Negro a pocos metros, pensó con un dejo de tranquilidad. No obstante, dicha paz fue arrancada de su interior luego de recordar a sus amigos. ¡Maldito seas, Osmur! Espero que los Demonios de Hinel te encuentr
II
III BHELDRIKEl bullicio de la ciudad atormentaba cada rincón dentro del castillo, robaba la tranquilidad que tanto anhelaba. Cada eco que creaban sus pasos en el enorme salón lo arrullaba de cierta manera, aunque las campanas a lo lejos y los gritos del exterior atormentaban una mente ya atormentada.Las sillas estaban vacías, el salón entero había caído en un silencio espectral después de la reunión del Consejo de la Ciudad. Se encaminó sobre la alfombra esmeralda hasta la enorme p
IV
Último capítulo