CAPÍTULO 38. CASA LIMPIA

En cuanto ingresaron a la habitación de su casa, Antonella le ayudó a quitarse la ropa a su esposo con mucho cuidado. No pudo evitar enfocar su mirada en su abdomen y su pectoral. Contuvo el aire al observar las grandes marcas rojizas, que comenzaban a teñirse de azul violáceo.

—Estás tan golpeado. —Desvió su mirada.

—He tenido peores momentos. —Ladeó los labios—. No te preocupes por mí, pequeña, estaré bien.

Antonella enfocó sus ojos en los de él y se reflejó en aquellos misteriosos ojos color marrón.

—Me preocupé mucho —confesó bajito.

—Lo lamento —Iñaki colocó la palma de su mano, en su mejilla.

—Es hora de acostarte —ella respondió, intentando ahogar un delicado suspiro el cual estaba a punto de llevarla al llanto… —No te preocupes por nada, estaré pendiente de ti.

***

Al día siguiente.

—Necesito hablar con el señor Iñaki —el jefe de seguridad dijo al ama de llaves.

—El señor está descansado —la mujer respondió.

—Es importante que hable con él —intervino el hombre.

La señora se
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