Sabina se echaba con ambas manos agua en el rostro, luego de que se tuvo que parar durante la madrugada en un par de ocasiones para volver el estómago. Al enderezar su cuerpo, la chica distinguió frente al espejo, las enormes ojeras que tenía, al no haber podido conciliar el sueño.—No puedo estar embarazada —susurró—, no puedo tener un hijo de ese asqueroso hombre. —Sus manos temblaron y a su mente llegaron algunos momentos cuando estaba a solas con él, de inmediato volvieron las náuseas. — ¿Qué voy a hacer? —se preguntó aterrada.Al salir del cuarto de baño, observó que Bernardo ingresaba a la habitación, luciendo la enorme bata de seda del pijama.—Vamos a salir de dudas de una vez —expresó—, mandé traer algunas pruebas de embarazo. —La tomó de la mano e ingresó con ella de nuevo al sanitario.El corazón de Sabina se estremeció, observó que tomó una silla y se sentó esperando a que ella comenzara a hacerlas.—Necesito privacidad —indicó ella.El hombre carcajeó.—Te conozco tan bie
En cuanto ingresaron a la habitación de su casa, Antonella le ayudó a quitarse la ropa a su esposo con mucho cuidado. No pudo evitar enfocar su mirada en su abdomen y su pectoral. Contuvo el aire al observar las grandes marcas rojizas, que comenzaban a teñirse de azul violáceo.—Estás tan golpeado. —Desvió su mirada.—He tenido peores momentos. —Ladeó los labios—. No te preocupes por mí, pequeña, estaré bien.Antonella enfocó sus ojos en los de él y se reflejó en aquellos misteriosos ojos color marrón.—Me preocupé mucho —confesó bajito.—Lo lamento —Iñaki colocó la palma de su mano, en su mejilla.—Es hora de acostarte —ella respondió, intentando ahogar un delicado suspiro el cual estaba a punto de llevarla al llanto… —No te preocupes por nada, estaré pendiente de ti.***Al día siguiente.—Necesito hablar con el señor Iñaki —el jefe de seguridad dijo al ama de llaves.—El señor está descansado —la mujer respondió.—Es importante que hable con él —intervino el hombre.La señora se
— ¿Se siente mal hermana? —Antonella preguntó al sentir como su cuerpo temblaba.—Disculpa, creo que se me bajó la presión —la hermana respondió.—Será mejor que tomes asiento —la hermana Maru solicitó.—Traiganle un vaso con agua —Miranda pidió.—Enseguida —Alexia se movilizó.—Me dio tanta emoción que alguien hiciera algo tan bonito para nuestros niños del colegio —la hermana Mary mencionó.Antonella frunció el ceño al escucharla hablar, y se quedó pensativa.—¿De dónde es hermana? —Llegó el agua —la hermana Maru intervino y se la entregó—, bébela para retirarnos y ya no entorpecer su trabajo, ya hablaremos con la señora Alondra para darle las gracias.Ambas hermanas se pusieron de pie y sacaron algunas botellas y se las entregaron.—Es nuestra forma de agradecerles, espero que les guste el rompope de piñón —Maru dijo, tomó del brazo a Mary y se despidieron—. Dios las bendiga —mencionaron.—Creo que nos mandaron a las monjitas más atolondradas —Miranda manifestó riendo.—Las pocas
Antonella acomodó el conjunto floreado en tono verde y blanco que lucía de pantalón con aberturas a los lados, con un lindo top, suelto de la cintura..—Tienes un hijo muy agradable —dijo a Pau, quien se acercó y se sentó con ambos.—Es todo un encanto. —Sonrió.—Espero que un día podamos conocer a su novia —Antonella comentó.Pau presionó sus labios.—Juntos son dinamita —refirió—, su papá como un hermano y Sam mi mejor amiga.—Que bien que cuentas con tu familia —Antonella expresó y bebió un sorbo de vino, que recién les fue servido.—Ora sono la tua famiglia (Ahora yo, soy tu familia) —Iñaki murmuró cerquita de su oído.Antonella se estremeció y su mirada se llenó de ternura.—E io tuo (Y yo la tuya) —contestó emotiva.Pau se puso de pie y para darles privacidad, en ese momento llegaron Connor y Alexia.—La cena está lista —Pau refirió y comenzaron a poner algunos de los platillos.—¡Langosta! —Iñaki expresó y sonrió al ver la enorme charola.—Ya veo que te gusta —Pau sonrió.—Me e
Dos días después.—El evento fue muy emotivo —Antonella dijo al teléfono, mientras ingresaba a la casa y dejaba en la entrada el paraguas, que había utilizado al descender de su auto para buscar no mojarse.—Así es, los uniformes lucieron mucho en los alumnos, hiciste un gran trabajo —Alexia respondió—, te felicito—. Me has dado muy buen material para la búsqueda de nuevos patrocinadores.Dio un pequeño brinco ante un fuerte rayo que se retumbó.—Gracias —dijo con voz agitada—, estoy segura que encontrarás lo que buscas, Miranda me ha mostrado el gran trabajo que haces en los medios.—Vaya que el cielo se está cayendo —Alexia resopló—. Me encanta mi trabajo —manifestó—, te dejo, con esta tormenta, se empieza a cortar la comunicación. Descansa.—Así lo haré, vengo muy cansada —señaló y se estremeció al escucharse otro fuerte trueno.Al cortar la llamada, subió corriendo a su habitación, encendió la luz y buscó a su pequeña snoopy, hasta que la encontró metida debajo de la cama, inquiet
Minutos antes.Antonella tomó una cobija y protegió a su pequeño Snoopy, aquella conversación, que escuchó retumbaba fuertemente en su cabeza.—Todo era una trampa, me engañaste —expresó con voz fragmentada. «No te atrevas a llorar. Un Bianchi, no lo hace por nadie», aquellas palabras que su padre utilizó durante toda su vida con ella, permearon en su cabeza.Se recostó sobre el suelo, buscando resguardarse de aquellos fuertes impactos que se escuchaban a las afueras de la casa.—Su tiempo en esta casa se acabó, señora.Antonella abrió los ojos de par en par al sentir como le apuntaban con un arma, giró su rostro y entonces, se encontró con la fría mirada de la mujer que cocinaba.— ¿Qué crees que estás haciendo? —cuestionó.—Solo hago mi trabajo —la cocinera ladeó los labios. — ¡Levántate! —ordenó—, date prisa. Antonella se levantó, sintiendo un escalofrío recorrerle, al ver la mirada llena de odio de aquella mujer.—No puedes sacarme de la casa de mi esposo.La mujer carcajeó.—T
—¿Te encuentras bien? —La conductora salió del auto y preguntó asustada.—Necesito ayuda —Antonella se dejó caer al piso, sintiendo que sus fuerzas se habían agotado—, por favor —suplicó.Otra de las mujeres que iban en la suburban, descendió con rapidez al ver que caía aquella joven.—Hay que subirla —indicó, una de ellas, entre ambas mujeres la ayudaron a ponerse de pie y la subieron. —Estarás bien —mencionó retirándole el gorro de su cabeza, entonces su mirada se abrió de par en par.—Tenemos que irnos, por favor —solicitó con angustia—. Mi vida peligra —manifestó.Ambas se miraron a los ojos con extrañeza, cerraron las puertas y se alejaron de ahí.*****Iñaki hizo rugir el motor de su mustang y salió de la cochera de su mansión, acompañado de Emmanuel y un par de autos escoltándolo. Al escuchar otro fuerte impacto, supo que tenía que virar, en una de las calles cercanas.— ¿Crees que se haya ido hacia la avenida? —Iñaki cuestionó.—Es una posibilidad —Emmanuel respondió—, es la m
Horas más tarde.Eran las 2: 00 am, cuando Iñaki regresó, después de no detenerse, intentando encontrar a su mujer. Se sentó sobre la cama, sintiendo gran impotencia al no tener noticias de ella. Lleno de impaciencia observaba su móvil, esperando que se comunicara con él, sin embargo, conforme transcurría el tiempo, fue perdiendo la esperanza.Recargó su cabeza sobre la mullida almohada, y tomó entre sus dedos el portarretratos que tenía sobre la mesa de noche, un gran atisbo de tristeza cubrió su sombríos ojos marrón, al ver aquella imagen de la noche en la que contrajo nupcias con ella.—Tiene que ser una mentira de Jackson, que la boda no es falsa.Trazó con su dedo índice, el contorno de Antonella.—Caí en mi propia trampa —susurró abatido—, la temible bestia, se enamoró de su presa. —Pasó saliva con dificultad.Abrazó con fuerza aquel portaretratos, que la misma chica Bianchi, había colocado días después de su boda y cerró los párpados hasta que el cansancio lo venció y aquellos