Mirada acusadora
Mario cerró la puerta de la habitación cuando Luisa salió, para así no hacer ruido a Viviana.

—Hablé con la niñera titular, Rebeca —dijo Mario, con el hombro recostado en la pared del pasillo de las habitaciones—. Todavía necesita de cuatro semanas para recuperarse del todo.

Pese a que era una noticia que beneficiaba a Luisa, que sintió que volvía a respirar, no pudo dejar de sentirse mal por su colega.

—¿Es muy grave lo que tiene?

Mario negó con la cabeza.

—No, en realidad solo necesita descanso y recuperarse, para evitar una infección, porque tuvieron que extraerle las amígdalas, así que le aconsejé que se tomara ese tiempo.

Luisa recordó que había tenido a una amiga que también debió recuperarse tras una amigdalitis, pero no le había tomado más de quince días hacerlo y no dejó de resultarle extraño que Mario le hubiera pedido a Rebeca que se tomara hasta cuatro semanas.

—¿Entonces, sobre mañana…? —preguntó Mario.

—¿Mañana? —exclamó Luisa, del todo distraída.

Mario sonri
Svania Blass

¿Luisa debería respetar la memoria de la esposa difunta y madre de los trillizos, o entregarse a lo que, parece, comienza a compartir con Mario?

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