Sin alternativas

La prueba de embarazo era irrefutable y Mario sintió que las paredes de la habitación se le caían encima. Tuvo un fuerte mareo y tuvo que apoyarse en la cama para no caer.

—Pensé que la noticia te alegraría tanto como a mí —dijo Rebeca al tiempo que cruzaba las piernas, satisfecha por el efecto que estaba consiguiendo—. Tendremos un hijo, Mario. 

Todavía apoyado en la cama, Mario estuvo por ofrecerle a Rebeca lo que quisiera. Estaba incluso dispuesto a darle la mitad de su fortuna, de endosarle el cincuenta por ciento de las acciones de su compañía, lo que le pidiera con tal de que solo desapareciera de su vida, pero no, no podía hacerlo cuando ella era la madre de su próximo hijo.

«Jamás dejaría q

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