El walking-closet

Los trillizos no tardaron en quedarse dormidos y cuando Luisa fue a acostar a su hermana, notó que, pese a que también estaba que se caía de sueño, algo la inquietaba.

—¿Vas a salir esta noche con Mario? —preguntó Viviana a su hermana mientras se ponía el pijama.

Luisa, que en ese momento se estaba cepillando los dientes, casi se atragantó con su propia saliva. Por un instante, pensó en mentir, ¿pero acaso podía en realidad hacerlo con una niña genio?

—¿Cómo lo sabes? —preguntó Luisa con el único propósito de darse unos segundos.

—Vi el vestido que Mario te dio, y es de los que se usan en la noche.

Luego de enjuagarse la boca, Luisa salió del baño de la habitación y se acercó a la cama.

—Sí, el señor Mario me ha invitado a que lo acompañe a un evento de caridad que tiene esta noche y, como no tiene con quién más ir, me ha pedido que vaya con él.

—¿Y por eso te dio ese vestido tan hermoso?

—¿Cómo sabes que es hermoso si ni siquiera lo he sacado de su bolsa?

—Pero se ve hermoso —dij
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