**Mikail**Sabía que Lyra no se sentía del todo cómoda en la mansión, a pesar de que había ordenado personalmente que nadie osara molestarla. Les dije a todos —guardias, sirvientes, miembros del consejo— que su estancia debía ser impecable, que no quería una sola queja, ni un solo murmullo.Pero, por supuesto, las palabras se desgastan pronto en una casa tan llena de lengua afilada y ojos curiosos.Lyra era ahora el centro de miradas. Algunas, cargadas de deseo. Otras, teñidas de celos y desprecio. Aunque no lo planeamos así, el simple hecho de que aceptara ser mi acompañante en la gala fue suficiente para detonar rumores como pólvora encendida.—Dicen que lo sedujo —escuché murmurar a una de las mujeres del consejo al pasar por el corredor norte—. Que se metió en su cama sin que él pudiera resistirse. Tiene ese aire inocente que confunde a los hombres poderosos.Me detuve en seco. El lobo en mí gruñó con fuerza, empujando mi pecho. Giré lentamente, mis pasos eran firmes, y mis ojos
**Rowan**Desde hacía varios días, los rumores llegaban a mí como cuchilladas al oído. Cada palabra, cada susurro, encendía mi enojo con un fuego malsano. Mikail, el gran líder, el supuesto protector de Lyra, no solo se alejaba de ella como un cobarde, sino que planeaba nombrarla Luna. La gala se avecinaba y todos hablaban como si aquello fuera una bendición. Pero yo no lo creía.Había escuchado también el rumor más reciente, el más venenoso: Mikail había firmado un acuerdo. Uno que invalidaba toda promesa, todo futuro. Si eso era cierto, Lyra iba a quedar atrapada en una red que no había tejido. Una red tejida por un mentiroso que solo la quería cerca cuando le convenía.Apreté los dientes al oírlo, mis manos estaban cerradas con tanta fuerza que los nudillos palidecieron.—Así que el gran Alfa Mikail mintió y está engañándola, a pesar de su fachada de rectitud —murmuré con rabia contenida, ajustándome la camisa con movimientos bruscos—. ¿No dizque Lyra solo había sufrido aquí en
**Krimson**No entendía por qué Lyra era tan terca.Tal vez era ese corazón suyo, tan roto y valiente al mismo tiempo, el que la empujaba a seguir creyendo. Aún después de todo, insistía en asistir a esa maldita ceremonia, convencida de que Mikail cumpliría con su palabra. Pero yo… yo ya había dejado de creer en él.Habíamos discutido. Le pedí que hablara con la verdad, que no le diera más promesas huecas a una chica que ya había soportado demasiado. El Alfa al que seguí con lealtad ciega durante años no quiso escuchar razones. Solo se escudó en su deber, en sus decisiones como líder, y terminó por confirmarme lo que ya sospechaba.No planeaba hacerla su Luna. Todo era un ardid y Lyra sería la más perjudicada en todo esto.Cuando le dije que quizás no la nombraría en la gala, ella solo me miró como si no entendiera. O peor… como si entendiera, pero se aferrara a una esperanza inútil.—Déjame decidir a mí. No puedes alejarme como si fuera una niña, Krimson —me respondió con esa voz s
**Lyra**Sabía que luchar contra Rowan sería inútil. Él era un Alfa fuerte, imponente, y yo apenas podía mantenerme en pie.Las náuseas y el mareo del embarazo me debilitaban más de lo que me atrevía a admitir.Inspiré hondo, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía con violencia, temiendo que, en cualquier momento, él descubriera mi secreto.“Pelear no servirá más que para enojarlo,” me recordé a mí misma, cerrando los ojos un instante. “Y sé que él no va a ceder. Primero debo ganarme su confianza… luego ya veré cómo escapar.”La esperanza era frágil, pero me aferraba a ella. Rogaba que Mikail no tardara en encontrarme, que usara a todos sus hombres para encontrarme, como debería ser.El hambre me retorcía el estómago, pero no quería probar nada que Rowan me ofreciera. No podía arriesgarme a que me diera alguna droga o algo que me hiciera daño en mi condición.La voz grave de Rowan me sacó de mis pensamientos.—Estás muy callada, Lyra.Asentí con la cabeza, sin mirarlo
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi
El frío de la noche me envolvía como una mortaja cuando cerré los ojos. No quería abrirlos. No quería enfrentar la realidad de lo que acababa de suceder. Pero incluso en la oscuridad, mi mente no me dio tregua. El recuerdo llegó con una claridad cruel.Era la noche del nombramiento de Rowan como Alfa. La celebración estaba en su punto más alto, con la manada Moonfang mostrando su poder y riqueza ante sus invitados. La música resonaba en el gran salón, las risas se mezclaban con el tintineo de copas y el aroma a especias flotaba en el aire. Yo no me sentía bien. Mi cuerpo estaba extraño, pesado, como si algo estuviera nublando mis sentidos. Busqué a Rowan en la multitud, pero él estaba ocupado con los otros Alfas, disfrutando de su recién adquirido poder. Sus ojos apenas me habían buscado en toda la noche. —Calista —murmuré, apoyándome en su brazo cuando la encontré—. No me siento bien… Su rostro se iluminó con una sonrisa preocupada. —Oh, pobre Lyra. Déjame ayudarte. Ven
—¿Escuché bien, Alfa Mikail? —preguntó Rowan con un tono controlado, aunque en sus ojos se reflejaba una creciente desconfianza—. ¿Dices que deseas quedarte unos días más en la manada? Mikail asintió con calma, sin inmutarse ante la aparente molestia del Alfa. —Tengo asuntos que resolver, y esta parece ser la mejor ubicación. No quiero causar ningún inconveniente —dijo Mikail, aunque su tono sugería que sabía perfectamente cuán incómoda resultaba su presencia. Rowan frunció el ceño. ¿Asuntos que resolver? El Alfa Mikail le había pedido que colocaran a Lyra en una habitación luego de que se desmayara, haciendo que muchos de la manada cuestionaran su decisión.Ahora se sentía entre la espada y la pared por haber aceptado, había esperado que Mikail impusiera alguna clase de castigo contra Lyra, pero esas no parecían ser sus intenciones.¿Cuáles eran realmente?Lo que más le preocupaba era la razón de la presencia de Mikail. Le había sorprendido mucho que fuese él el mate de Lyra d
Mikail El aire nocturno era frío cuando salí de la habitación, pero no más que la indiferencia con la que había tratado a Lyra. No tenía motivos para dudar de mis propias palabras; ya la había rechazado, y lo que dije no era mentira. Su reputación estaba manchada, y no podía permitirme una Luna como ella en la manada Silverbane. Aun así, algo en sus ojos me había perturbado. No era la súplica, ni la indignación, sino la forma en que se aferraba a su orgullo a pesar de todo. Como si realmente creyera que era inocente. Pero no podía permitirme caer en esa trampa. Había demasiadas cosas a su alrededor, demasiadas sombras en su historia como para que yo me involucrara en su vida. No era mi problema. No podía serlo. —Alfa —la voz de Krimson, mi beta, me sacó de mis pensamientos. Su expresión era grave, lo que significaba que traía información importante. —¿Qué averiguaste? Krimson cruzó los brazos y bajó un poco la voz, como si no quisiera que alguien más lo escuchara. —Habl