**Lyra** Todavía podía sentir el vapor de la ducha aferrado a mi piel cuando salí envuelta en una toalla y empecé a preparar algo para comer con las pocas provisiones que quedaban. El lugar olía a madera húmeda y té de hierbas viejas, y aunque el hambre me retorcía el estómago, mi mente seguía nublada por todo lo ocurrido. Mikail... siempre él. Siempre enredándolo todo. El golpe en la puerta me sobresaltó. —¿Quién…? No alcancé a decir más. Apenas abrí, Mikail irrumpió como una tormenta, como si el mundo se fuera a acabar, y me besó. Me besó con esa hambre salvaje que me robó el aliento y la razón. Sus manos aferraron mi cintura como si quisiera fundirme contra él, como si mi cuerpo fuera el único ancla que tenía. —Mía… —susurró, besándome una y otra vez—. Solo mía, Lyra. —Mikail… ¿que estás haciendo? —murmuré contra sus labios, intentando empujarlo, pero él no se detuvo. Y entonces lo dijo… que le pertenecía, que nadie más, además de él, podía tocarme. Lo entendí
**Lyra** El roce de su piel contra la mía era un incendio lento, tan dulce como devastador. Mikail me miraba como si yo fuera su única certeza, su refugio, su perdición... y su redención. Cuando finalmente me hizo suya, un escalofrío me recorrió la columna. No era solo placer; era algo más profundo, una explosión de sensaciones que me envolvió por completo. No pude evitar pensar que tal vez, solo tal vez, esta vez las cosas sí funcionarían entre nosotros. Que los errores del pasado, los silencios, las heridas, se quedarían atrás. Que Mikail y yo podríamos tener un nuevo comienzo. La conexión era tan fuerte que, por un segundo, juré ver destellos dorados en el aire. Cerré los ojos, y supe. El vínculo seguía ahí. Tharion tenía razón. No se había roto. Nunca. Un par de lágrimas cálidas se deslizaron por mis mejillas. —¿Estás bien? —susurró Mikail, su voz ronca y suave al mismo tiempo, como una caricia—. Cariño… Asentí, pero mis labios apenas se movieron. —Esto
**Mikail**Sentía que caminaba sobre la cuerda floja. Cada decisión, cada movimiento, cada palabra tenía el poder de derrumbar todo lo que había construido. Pero no podía permitirlo. No después de haber convencido a Lyra de quedarse a mi lado.No podía dejar que ningún tercero se interpusiera en mi bien manufacturado plan para hacerme el Alfa más poderoso de todo el territorio. Tenía que admitir que Tharion me hizo dudar, pero Lyra… Ah, ella me eligió a mí y eso me dio una tranquilidad en medio de esta tormenta de emociones.La sola idea de perderla me estrujaba el pecho. Necesitaba tenerla cerca, a mi lado. No solo por deseo, sino porque lo sentía en lo más profundo de mis entrañas: el vínculo entre nosotros seguía ahí, débil, herido… pero vivo. Y debía fortalecerlo.—Un lobo es más fuerte al lado de su Mate, de su compañera destinada —me repetía, casi como un rezo silencioso—. No puedo dejar que se vaya. Solo así me haré más fuerte.Lo pensé todo con detenimiento. No estaba dispu
**Mikail**Sabía que Lyra no se sentía del todo cómoda en la mansión, a pesar de que había ordenado personalmente que nadie osara molestarla. Les dije a todos —guardias, sirvientes, miembros del consejo— que su estancia debía ser impecable, que no quería una sola queja, ni un solo murmullo.Pero, por supuesto, las palabras se desgastan pronto en una casa tan llena de lengua afilada y ojos curiosos.Lyra era ahora el centro de miradas. Algunas, cargadas de deseo. Otras, teñidas de celos y desprecio. Aunque no lo planeamos así, el simple hecho de que aceptara ser mi acompañante en la gala fue suficiente para detonar rumores como pólvora encendida.—Dicen que lo sedujo —escuché murmurar a una de las mujeres del consejo al pasar por el corredor norte—. Que se metió en su cama sin que él pudiera resistirse. Tiene ese aire inocente que confunde a los hombres poderosos.Me detuve en seco. El lobo en mí gruñó con fuerza, empujando mi pecho. Giré lentamente, mis pasos eran firmes, y mis ojos
**Rowan**Desde hacía varios días, los rumores llegaban a mí como cuchilladas al oído. Cada palabra, cada susurro, encendía mi enojo con un fuego malsano. Mikail, el gran líder, el supuesto protector de Lyra, no solo se alejaba de ella como un cobarde, sino que planeaba nombrarla Luna. La gala se avecinaba y todos hablaban como si aquello fuera una bendición. Pero yo no lo creía.Había escuchado también el rumor más reciente, el más venenoso: Mikail había firmado un acuerdo. Uno que invalidaba toda promesa, todo futuro. Si eso era cierto, Lyra iba a quedar atrapada en una red que no había tejido. Una red tejida por un mentiroso que solo la quería cerca cuando le convenía.Apreté los dientes al oírlo, mis manos estaban cerradas con tanta fuerza que los nudillos palidecieron.—Así que el gran Alfa Mikail mintió y está engañándola, a pesar de su fachada de rectitud —murmuré con rabia contenida, ajustándome la camisa con movimientos bruscos—. ¿No dizque Lyra solo había sufrido aquí en
**Krimson**No entendía por qué Lyra era tan terca.Tal vez era ese corazón suyo, tan roto y valiente al mismo tiempo, el que la empujaba a seguir creyendo. Aún después de todo, insistía en asistir a esa maldita ceremonia, convencida de que Mikail cumpliría con su palabra. Pero yo… yo ya había dejado de creer en él.Habíamos discutido. Le pedí que hablara con la verdad, que no le diera más promesas huecas a una chica que ya había soportado demasiado. El Alfa al que seguí con lealtad ciega durante años no quiso escuchar razones. Solo se escudó en su deber, en sus decisiones como líder, y terminó por confirmarme lo que ya sospechaba.No planeaba hacerla su Luna. Todo era un ardid y Lyra sería la más perjudicada en todo esto.Cuando le dije que quizás no la nombraría en la gala, ella solo me miró como si no entendiera. O peor… como si entendiera, pero se aferrara a una esperanza inútil.—Déjame decidir a mí. No puedes alejarme como si fuera una niña, Krimson —me respondió con esa voz s
**Lyra**Sabía que luchar contra Rowan sería inútil. Él era un Alfa fuerte, imponente, y yo apenas podía mantenerme en pie.Las náuseas y el mareo del embarazo me debilitaban más de lo que me atrevía a admitir.Inspiré hondo, tratando de mantener la calma mientras mi corazón latía con violencia, temiendo que, en cualquier momento, él descubriera mi secreto.“Pelear no servirá más que para enojarlo,” me recordé a mí misma, cerrando los ojos un instante. “Y sé que él no va a ceder. Primero debo ganarme su confianza… luego ya veré cómo escapar.”La esperanza era frágil, pero me aferraba a ella. Rogaba que Mikail no tardara en encontrarme, que usara a todos sus hombres para encontrarme, como debería ser.El hambre me retorcía el estómago, pero no quería probar nada que Rowan me ofreciera. No podía arriesgarme a que me diera alguna droga o algo que me hiciera daño en mi condición.La voz grave de Rowan me sacó de mis pensamientos.—Estás muy callada, Lyra.Asentí con la cabeza, sin mirarlo
El aire olía a incienso y a sangre. El salón principal de la manada Moonfang, que una vez fue mi hogar, se sentía ahora como una prisión. Cadenas de plata ardían en mis muñecas mientras me arrodillaba en el centro de la sala, con la mirada baja y el corazón latiendo con furia. No por miedo, sino por la impotencia. La conferencia de los Alfas había sido un evento de honor, un momento en que los líderes de las manadas más poderosas se reunían para discutir alianzas y disputas. Sin embargo, lo que debería haber sido un evento diplomático se había convertido en un juicio público contra mí, la hija del Alfa asesinado y la mate del recién nombrado Alfa Rowan. Estaba de rodillas en el centro de la sala, mi cabello caía desordenado sobre mi rostro, mientras mi respiración temblorosa era lo único que rompía el silencio antes de la sentencia. —Yo rechazo a la Luna Lyra como mi compañera —la voz de Rowan resonó con frialdad, haciendo eco en la sala. Las palabras de Rowan fueron un cuchi