CAPÍTULO 79: EL ÚLTIMO SACRIFICIOEl aire denso y cargado de tensión parecía envolver a Akira mientras caminaba por los pasillos del castillo. La oscuridad de la noche se colaba por las ventanas, acompañada por un frío que se asentaba en sus huesos. Sabía que no podía contar con Thane. Lo había buscado, desesperada, pero las celdas subterráneas donde su padre lo mantenía prisionero eran infranqueables. Ella no tenía idea de que él estaba ahí, por el contrario, estaba convencida de que se encontraba sola.Le dolía el corazón solo de pensar que Thane la había abandonado, aunque era lo lógico, el paso natural que debía pasar, en especial si él se negaba a aceptarla o rechazarla, pero eso no evitaba que su corazón se rompiese en dos.La fecha del sacrificio había llegado. El rey estaba listo para llevar a cabo el ritual que lo mantendría joven y poderoso una vez más. Akira sentía un nudo en el estómago. Cada vez que pensaba en la loba virgen destinada al sacrificio, la angustia crecía en
CAPÍTULO 80: NO PUEDES MATARLOEl rey, con una velocidad inhumana, se lanzó sobre Kael antes de que pudiera reaccionar. Lo derribó al suelo de un solo golpe, y Akira supo en ese momento que todo había salido terriblemente mal. El sacrificio no solo no se había detenido, sino que ahora ambos estaban en peligro mortal.Akira, con el corazón latiéndole en los oídos, sabía que tenía que hacer algo. No podía huir, no ahora. Había llegado tan lejos, y la vida de la joven loba estaba en sus manos. Tenía que encontrar otra forma de detener el ritual, aunque eso significara enfrentarse al rey y a sus oscuros poderes.Las llamas de las antorchas parecían danzar alrededor de ellos, como si la misma noche los observara, expectante de lo que vendría después. Akira solo tenía un camino: luchar, pero el rey era más poderoso de lo que cualquiera de ellos imaginaba.Alaric giró lentamente, su mirada estaba llena de veneno y se fijó en Kael, que todavía sostenía el arma humeante en su mano. Los ojos de
CAPÍTULO 81: LA REVELACIÓNEl rey Alaric dio un paso más hacia Akira, con la misma sonrisa cruel todavía esbozada en su rostro. El eco de su pregunta se repetía en la cabeza de Akira: "¿Pensabas que podrías detenerme?" Sabía que sus opciones eran limitadas, pero no podía permitir que la joven loba fuera sacrificada. Sus ojos se desviaron hacia la chica atada al altar, aterrorizada y en lágrimas. Akira debía actuar rápido, pero no tenía ni voz ni fuerzas para enfrentarse al rey directamente.Con las manos temblorosas, comenzó a hacer gestos con sus dedos, tratando de comunicarse con la joven loba. La chica, aunque aterrorizada, observaba cada movimiento con atención. Akira intentaba indicarle que debía huir, que debía aprovechar cualquier oportunidad para escapar. La joven loba, aturdida y llorosa, asintió débilmente, pero el miedo la mantenía clavada en su lugar. Sabía que su vida pendía de un hilo.Mientras el rey se deleitaba en su victoria inminente, Akira reunió todas sus fuerzas
CAPÍTULO 82: ELLA ESTÁ EN PELIGROThane se encontraba en las profundidades de la prisión, con los grilletes de plata apretados alrededor de sus muñecas y tobillos, quemándole la piel con un dolor constante e insoportable. Respirar era una lucha, y el aire de la celda le asfixiaba lentamente. Su cuerpo estaba agotado, pero su lobo no dejaba de agitarse. Sentía un malestar profundo, un vacío que lo consumía por dentro, y un presentimiento que no podía ignorar: Akira estaba en peligro.Intentó calmarse, escuchar con claridad lo que su lobo le quería decir, pero la angustia era cada vez más intensa. Los gruñidos en su interior se volvieron más desesperados, y pronto el dolor físico pasó a un segundo plano frente al miedo que lo invadía. Su lobo estaba seguro de una cosa: Akira necesitaba su ayuda.Con un gruñido gutural, Thane tiró de las cadenas, sintiendo cómo la plata se incrustaba más en su piel. El dolor era insoportable, pero la desesperación por encontrar a Akira superaba cualquier
CAPÍTULO 83: NO DEJARÉ QUE LA LASTIMESLa noche en la montaña se había vuelto una batalla de voluntades y fuerza. Thane se encontraba frente a su padre sabiendo que la única manera de salvar a Akira era enfrentarlo. La tensión que había en esa cueva era opresiva, y aunque el rugido del dragón ya no se escuchaba, el peligro seguía latente. La montaña parecía contener la respiración, como si supiera que el desenlace estaba cerca.—No dejaré que la lastimes —gruñó Thane, con los ojos inyectados en furia. Su cuerpo comenzó a cambiar, los huesos crujieron y su piel se rasgó, dando paso a su forma de lobo. La bestia en él emergió completamente: musculoso, poderoso, lleno de rabia.Alaric no perdió el tiempo. También se transformó, dejando ver la magnitud de su poder, algo que Thane no había anticipado. El rey era más grande, más fuerte, más antiguo. Había pasado siglos absorbiendo la vitalidad de las lobas vírgenes, y ahora esa fuerza lo convertía en una bestia descomunal.Thane lanzó el pr
CAPÍTULO 84: MI ERROREl rugido de Thane resonó por toda la montaña cuando vio cómo Akira cayó al suelo, el zarpazo de su padre había dejado una herida profunda en su vientre, y la sangre que brotaba de ella parecía interminable. Su corazón se rompió al ver cómo su Mate se retorcía de dolor. Era como si él mismo hubiera recibido el golpe, un dolor punzante que lo atravesaba desde lo más profundo de su ser.El lobo dentro de Thane se desató por completo. La furia lo consumía, su visión se nubló y todo lo que pudo sentir fue el deseo de acabar con la vida de su padre, el monstruo que había causado tanto sufrimiento. Sin pensarlo dos veces, se lanzó contra Alaric con las garras extendidas y su fuerza potenciada por el odio y la desesperación.Thane rugió mientras lo atacaba, golpeando con toda su energía. Por un breve instante, superó a su padre en fuerza. Sus garras se hundieron en el pecho de Alaric, desgarrando la carne y rompiendo huesos. El rey gruñó de dolor, pero no parecía realme
CAPÍTULO 85: MI VERDADERO PROPÓSITOLas aguas frías del lago envolvieron a Akira mientras sentía que su vida se escapaba. Su cuerpo se estremeció, incapaz de sanar como debería. El dolor era insoportable, pero mientras la sangre burbujeaba de su herida, algo extraño ocurrió. El frío comenzó a cambiar, ya no era una sensación física, sino que parecía penetrar en su mente, separándola de la realidad.Su respiración se volvió superficial, y de pronto su consciencia se desligó de su cuerpo. Ya no estaba en la montaña, ni sentía la fría presión del agua. En su lugar, una vasta oscuridad la rodeaba, pero no era opresiva; era tranquila, como el espacio antes del amanecer.De repente, una ráfaga de imágenes inundó su mente. Recuerdos que no reconoció pasaron frente a sus ojos, como si estuviera viendo la vida de otra persona. Sin embargo, conforme cada escena se desarrollaba, Akira se dio cuenta de algo inquietante: era ella en cada una de esas imágenes. Corría por bosques, su pelo ondeando e
CAPÍTULO 86: MI VOZLa revelación de que era hija de una deidad la había sacudido hasta lo más profundo, pero ahora, algo más oscuro la corroía. Había estado toda su vida sin voz, incapaz de comunicarse plenamente con el mundo, de defenderse o expresar sus sentimientos más profundos. Atrapada en un silencio forzado por las brujas, se había sentido impotente. Ahora, frente a su madre celestial, esa sensación de injusticia se hacía más fuerte.—¿Por qué no hiciste nada para salvarme? —preguntó, su voz aún se escuchaba frágil, como si temiera que el sonido se desvaneciera—. Sabías lo que me habían hecho, sabías que me silenciaron. ¿Por qué no hiciste nada para detener mi destino cruel?La diosa Luna, brillante y majestuosa en su forma etérea, pareció suspirar, aunque no era un sonido, sino más bien una vibración en el aire alrededor de ellas.—No podía, Akira —respondió la Luna con una serenidad que contrastaba con la furia silenciosa de su hija—. Hay destinos que ni siquiera yo puedo ca