CAPÍTULO 75: UN PODER ANCESTRALMucho tiempo antes de que Akira, el reino de los lobos o humanos existiera, antes de que cualquier criatura viva pudiese recordar y con el mundo aún joven, existió una era de caos.Donde la luz y la oscuridad, fuerzas poderosas que chocaban sin cesar, eran incapaces de hallar un equilibrio. La luz, brillante y cegadora, representaba al Sol, mientras que la oscuridad, profunda y envolvente, pertenecía a la Luna. Ambas entidades eran antiguas, eternas, pero a pesar de su poder, ninguna podía tomar el control absoluto de la Tierra.Con el tiempo, la lucha se volvió insostenible. La tierra se estremecía bajo el peso de sus batallas, y las criaturas que habitaban el mundo joven no podían prosperar en medio de ese conflicto. Fue entonces cuando el Sol y la Luna tomaron una decisión que cambiaría el destino del universo para siempre: procrearían hijos que los representarían en la Tierra y llevarían su lucha en su lugar.El Sol, resplandeciente y majestuoso, en
CAPÍTULO 76: EL TRATO DE VIDAEl dragón respiraba con dificultad, su cuerpo, antaño majestuoso, se retorcía en la penumbra de la cueva. Sus escamas doradas ahora estaban apagadas y rotas, caían de su cuerpo como trozos de metal oxidado, y su aliento, antes ardiente, se había convertido en un susurro débil y cargado de muerte. La oscuridad envolvía su cueva, pero no podía apagar su orgullo ni su furia. Aquel lobo, el hijo de la Luna, había sellado su destino, pero el dragón no iba a permitir que el final llegara tan fácilmente. No moriría. No cuando aún quedaba algo de fuego en su interior, aunque fuera una chispa agonizante.Mientras se revolvía, buscando en vano una salida de su miseria, un sonido rompió el silencio. Pasos. Alguien se adentraba en la cueva, arrastrándose. El dragón, con sus ojos aun brillando tenuemente, dirigió su mirada hacia la entrada. Un hombre lobo, cubierto de sangre, avanzaba con dificultad. A su alrededor yacía el cuerpo sin vida de otro lobo, uno que eviden
CAPÍTULO 77: TÚ ERES LA CARNADAAkira permanecía en la oscuridad de la biblioteca, con las manos temblorosas sobre las páginas del antiguo libro que intentaba descifrar. Las letras, escritas en una lengua arcaica, parecían cambiar de forma bajo la luz parpadeante de las velas, volviéndose ininteligibles cada vez que creía entender algo. Había pasado horas intentando encontrar una clave, una solución, pero todo esfuerzo parecía inútil. El sacrificio se acercaba, y no había nada claro sobre cómo detenerlo.Los pasos suaves y calculados de Kael resonaron en el pasillo, haciendo eco en la silenciosa biblioteca. Akira se tensó al sentir su presencia antes de verlo. Kael siempre traía consigo un aire de peligro y frialdad, uno que se volvía más amenazante con cada interacción. Cuando entró, sus ojos afilados como cuchillas se posaron inmediatamente en ella, y una sonrisa calculadora asomó en sus labios.—¿Has encontrado algo? —preguntó con suavidad, aunque el tono de su voz no admitía error
CAPÍTULO 78: UN OBSTÁCULO FUERAEl rey no podía correr riesgos. Las tensiones se habían disparado tras la pelea entre Thane y Kael. Los ecos de los gruñidos y los golpes aún vibraban en su mente. Sabía que la excusa perfecta para actuar estaba ante él, y no pensaba desaprovecharla.Sabía que algo no estaba bien, que las piezas no encajaban como deberían. Thane, su hijo, el guerrero más poderoso del reino, había demostrado signos de rebeldía. Aunque no lo había hecho de forma abierta, la tensión entre ellos era demasiado evidente, ya lo había desafiado una vez por esa Omega. Alaric había visto en sus ojos la duda, la traición. En la mente del rey, él podría ser el lobo que había tomado el libro prohibido.Cuando entró en la celda subterránea, Thane estaba sentado en el suelo, encadenado con grilletes hechos de una aleación especial, robada de los cazadores. Las cadenas no solo lo inmovilizaban, sino que también drenaban parte de su poder, dejándolo más débil de lo que había estado jamá
CAPÍTULO 79: EL ÚLTIMO SACRIFICIOEl aire denso y cargado de tensión parecía envolver a Akira mientras caminaba por los pasillos del castillo. La oscuridad de la noche se colaba por las ventanas, acompañada por un frío que se asentaba en sus huesos. Sabía que no podía contar con Thane. Lo había buscado, desesperada, pero las celdas subterráneas donde su padre lo mantenía prisionero eran infranqueables. Ella no tenía idea de que él estaba ahí, por el contrario, estaba convencida de que se encontraba sola.Le dolía el corazón solo de pensar que Thane la había abandonado, aunque era lo lógico, el paso natural que debía pasar, en especial si él se negaba a aceptarla o rechazarla, pero eso no evitaba que su corazón se rompiese en dos.La fecha del sacrificio había llegado. El rey estaba listo para llevar a cabo el ritual que lo mantendría joven y poderoso una vez más. Akira sentía un nudo en el estómago. Cada vez que pensaba en la loba virgen destinada al sacrificio, la angustia crecía en
CAPÍTULO 80: NO PUEDES MATARLOEl rey, con una velocidad inhumana, se lanzó sobre Kael antes de que pudiera reaccionar. Lo derribó al suelo de un solo golpe, y Akira supo en ese momento que todo había salido terriblemente mal. El sacrificio no solo no se había detenido, sino que ahora ambos estaban en peligro mortal.Akira, con el corazón latiéndole en los oídos, sabía que tenía que hacer algo. No podía huir, no ahora. Había llegado tan lejos, y la vida de la joven loba estaba en sus manos. Tenía que encontrar otra forma de detener el ritual, aunque eso significara enfrentarse al rey y a sus oscuros poderes.Las llamas de las antorchas parecían danzar alrededor de ellos, como si la misma noche los observara, expectante de lo que vendría después. Akira solo tenía un camino: luchar, pero el rey era más poderoso de lo que cualquiera de ellos imaginaba.Alaric giró lentamente, su mirada estaba llena de veneno y se fijó en Kael, que todavía sostenía el arma humeante en su mano. Los ojos de
CAPÍTULO 81: LA REVELACIÓNEl rey Alaric dio un paso más hacia Akira, con la misma sonrisa cruel todavía esbozada en su rostro. El eco de su pregunta se repetía en la cabeza de Akira: "¿Pensabas que podrías detenerme?" Sabía que sus opciones eran limitadas, pero no podía permitir que la joven loba fuera sacrificada. Sus ojos se desviaron hacia la chica atada al altar, aterrorizada y en lágrimas. Akira debía actuar rápido, pero no tenía ni voz ni fuerzas para enfrentarse al rey directamente.Con las manos temblorosas, comenzó a hacer gestos con sus dedos, tratando de comunicarse con la joven loba. La chica, aunque aterrorizada, observaba cada movimiento con atención. Akira intentaba indicarle que debía huir, que debía aprovechar cualquier oportunidad para escapar. La joven loba, aturdida y llorosa, asintió débilmente, pero el miedo la mantenía clavada en su lugar. Sabía que su vida pendía de un hilo.Mientras el rey se deleitaba en su victoria inminente, Akira reunió todas sus fuerzas
CAPÍTULO 82: ELLA ESTÁ EN PELIGROThane se encontraba en las profundidades de la prisión, con los grilletes de plata apretados alrededor de sus muñecas y tobillos, quemándole la piel con un dolor constante e insoportable. Respirar era una lucha, y el aire de la celda le asfixiaba lentamente. Su cuerpo estaba agotado, pero su lobo no dejaba de agitarse. Sentía un malestar profundo, un vacío que lo consumía por dentro, y un presentimiento que no podía ignorar: Akira estaba en peligro.Intentó calmarse, escuchar con claridad lo que su lobo le quería decir, pero la angustia era cada vez más intensa. Los gruñidos en su interior se volvieron más desesperados, y pronto el dolor físico pasó a un segundo plano frente al miedo que lo invadía. Su lobo estaba seguro de una cosa: Akira necesitaba su ayuda.Con un gruñido gutural, Thane tiró de las cadenas, sintiendo cómo la plata se incrustaba más en su piel. El dolor era insoportable, pero la desesperación por encontrar a Akira superaba cualquier