Thomas llegó al castillo y encontró a Alexander en su despacho, revisando mapas y planes para proteger el territorio. Su expresión estaba marcada por la preocupación y la fatiga.—Alexander —dijo Thomas, adoptando un tono grave—, necesito hablar contigo. Es urgente.El duque levantó la mirada, notando la seriedad en los ojos de su Beta.—¿La encontraste? —preguntó, dejando a un lado los mapas.—Así es —comenzó diciendo, saboreando cada palabra—. La encontré en el pueblo, en la casa de su novio. No sé cómo decirte esto, pero... la situación se salió de control entre ellos. La preocupación en el rostro de Alexander se intensificó, transformándose luego en una furia contenida. Se levantó de golpe, su mirada estaba fija en Thomas.—¿Qué dijiste? ¿Estaban juntos? —su voz temblaba de rabia y dolor.Thomas asintió solemnemente, aunque por dentro disfrutaba del caos que estaba sembrando.—Sí, Alfa. Tu compañera estaba besándose e intimando con otro hombre —habló Thomas, omitiendo deliberad
La prioridad del duque Alexander era encontrar a Rachel sana y salva, así que rápidamente se dirigió al pueblo junto con sus hombres.Aunque sentía una ira avasallante de solo pensar en ella con Lucas, tenía que cumplir la promesa que le había hecho a Lyall… ya después vería la manera de convencerlo para romper el lazo con ella.No sabía bien lo que pasaría, muchos lobos morían de tristeza al no tener a su pareja destinada, pero se dijo que quizás podría aguantar el dolor si sabía que ella era feliz amando a otro hombre.Debía guardar esos pensamientos para sí mismo hasta que supiera de su paradero.«La esencia del novio está fresca por este rumbo, señor», escuchó la voz de Thomas a través del enlace.«Quizás está con él», respondió Alexander.El Beta no dijo nada, porque sabía bien a quién se refería. De hecho, sabía bien que ella no estaría con Lucas, porque había huido quién sabe a dónde, adentrándose en el bosque.La esencia los llevaba a una taberna, algo que hizo que Alexander f
Rachel sintió una oleada de emociones difíciles de manejar.No podía seguir negando la existencia de la magia y que era muy probable que él fuera un hombre lobo. Sentía su corazón latir agitado cuando este le dijo que Alexander debía estar en alguna parte de la criatura, aunque no sabía cómo.“Olvida toda la lógica que te enseñaron toda tu vida, Rachel,” pensó con los nervios a flor de piel.Lyall se acercó lentamente a ella, su comportamiento era sereno y no amenazante. Rachel respiró hondo y decidió dejar que se acercara más. Cuando el lobo estuvo a su lado, extendió la mano temblorosa y acarició su pelaje suave. Lyall ronroneó con satisfacción, una señal de confianza y consuelo.Rachel se sintió conmovida. La presencia de Lyall, tan cercana y reconfortante, le daba un atisbo de esperanza. Se arrodilló y rodeó al lobo con sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo y el latido de su enorme corazón. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras acariciaba el pelaje de
Alexander se sentía aliviado de encontrar a Rachel con Elara, sabía que al menos había estado en buenas manos.La bruja era de las más poderosas de la zona y además, respetaba su puesto como Alfa, cosa que no pasaba con otras criaturas mágicas.Alexander se sentó en la pequeña mesa de la cocina, agradecido por el calor del té que Elara le había preparado. —Gracias por todo lo que has hecho por Rachel —dijo, tomando un sorbo—. Tu ayuda ha sido invaluable.Elara sonrió, sirviéndose una taza para sí misma.—Rachel es importante para mí. Haría cualquier cosa para verla bien.Mientras hablaban, la conversación derivó hacia el bosque que rodeaba su refugio. Elara le contó historias sobre la fauna y la flora, y Alexander compartió algunas anécdotas de sus propias experiencias en la naturaleza.De pronto, Elara recordó algo.—Rachel, ¿podrías ir a buscar el libro de hierbas medicinales en la biblioteca? Está en la estantería de la izquierda.Ella asintió y se levantó, contenta de tener una
Lyall, el lobo, siseó molesto al darse cuenta de que Rachel estaba golpeada. No creía que fuera a causa del bosque.«Si es lo que sospecho, voy a matar a ese tal Lucas» dijo con rabia, gruñendo.Alexander le concedió la razón, su mirada era de total preocupación y Rachel sintió que su corazón se aceleraba muy rápido, esta vez por otra razón.“Por toda la magia del universo… creo que me gusta Alexander”, pensó con pesar, creyendo que ya no era correspondida.—Es vergonzoso… —dijo ella, dejando implícito lo que había pasado con Lucas, sin concretar las palabras.Alexander entendió y su rostro se endureció. Lyall rugió en su interior y sus deseos de acabar con ese sujeto no hicieron más que crecer.Se acercó a Rachel, quien estaba tan blanca como papel, y le preguntó en voz baja:—¿Lucas te hizo esto?Demasiado avergonzada para hablar, Rachel se limitó a asentir.La mirada de Alexander se volvió peligrosa, algo que nunca había visto en él, y eso la asustó un poco. Sin embargo, saber que
La tensión con el duque Alexander crecía día a día, y una sombra oscura empañaba el corazón de la pobre Rachel.Dos días habían pasado desde la última vez que lo vio, y finalmente, allí estaba él. La chica lo observó, sintiendo una mezcla de esperanza y temor.Alexander avanzaba con paso firme, con rostro endurecido y la mirada fija en algún punto distante. Rachel creyó por un momento que él iba a hablarle, como había intentado hacer antes, pero al verla, su expresión se volvió más rígida. Pasó de largo, sin dedicarle ni un solo vistazo.“¿Pero qué…?” pensó anonadada.Con un nudo en la garganta, Rachel lo siguió con la mirada, sintiendo cómo su pecho se oprimía. —Tan diferente de antes, cuando siempre quería estar cerca de mí y yo no se lo permitía —murmuró preocupada. Aquellos días en que Alexander buscaba su compañía parecían ahora un recuerdo lejano y doloroso.Anhelaba desesperadamente una palabra suya, una mirada o algo mínimo de atención. Sin embargo, cada vez que ella estaba
El gran salón del castillo del duque Alexander estaba iluminado por candelabros que colgaban majestuosamente del techo, bañando la habitación en una cálida luz dorada. El ambiente estaba cargado de una mezcla de nostalgia y alegría, mientras los invitados compartían anécdotas y risas.Alexander, en su papel de anfitrión, se encontraba en el centro de la atención. A su alrededor, Víctor, Evelyn, y su Beta escuchaban atentamente mientras él contaba historias de sus aventuras pasadas.—¿Recuerdas aquella vez que enfrentamos a ese grupo de rogues en las montañas? —dijo Alexander, con una sonrisa cruzando su rostro—. Pensamos que no lo lograríamos, pero juntos superamos todas las adversidades.Víctor asintió, riendo. —¡Cómo olvidarlo! Casi perdemos a nuestros mejores hombres, pero gracias a ti salimos victoriosos.Evelyn, sentada cerca de Alexander, no podía dejar de mirarlo con admiración. Estaba encantada por la cálida bienvenida que había recibido y su mente estaba decidida en un obj
Mientras el día avanzaba, la presencia de los visitantes se hacía más notoria. Las risas y conversaciones en los salones llegaban hasta la habitación de Rachel, donde ella se sentía más aislada que nunca. Cada vez que escuchaba la voz de la pelirroja o la risa profunda de los hombres, un nudo de ansiedad se formaba en su estómago.Se removió inquieta, convencida de que esas personas habían llegado para hacer su estancia aún peor de lo que ya era. —Esa mujer que no me agrada para nada y lo peor es que Alexander se ve muy cómodo con ella. ¿Acaso no ve que se le quiere lanzar encima? —murmuró para sí, celosa—. Él no puede hacerle caso a esa mujer tan… elegante y hermosa. Anhelaba al menos una palabra de Alexander, pero él no estaba dispuesto a dársela. Con esa mujer se veía cómodo y con aires de familiaridad, algo que le causaba resquemor.Recordó a Evelyn y el hermoso vestido que cargaba, diciéndose que era una obra maestra de elegancia, con su brillo sedoso y corte perfecto. En cam