El claro estaba envuelto en una suave luz plateada, como si la luna misma hubiese decidido bendecir con su presencia ese momento tan crucial. Rachel, con el corazón latiendo frenéticamente en su pecho, observaba la figura etérea de la diosa Luna. Cada fibra de su ser estaba llena de expectación y temor, pero la necesidad de respuestas la impulsaba a seguir adelante, a pesar de la incertidumbre que la devoraba por dentro.—¿Por qué no puedes ayudarme? —preguntó con un nudo en la garganta, su voz temblaba con la mezcla de desesperación y esperanza—. Tiene que haber una solución para nosotros, por favor.La diosa Luna, imponente y serena, bajó la mirada hacia ella, sus ojos resplandecieron con una sabiduría antigua e insondable.—Sí, hay una solución —respondió con una calma que contrarrestaba la agitación de Rachel.Por un instante, la esperanza floreció en el pecho de Rachel como una chispa en la oscuridad.—Entonces… dame una loba —pidió, con su voz cargada de emoción, casi rogando.
Rachel tomó una profunda bocanada de aire, tratando de calmar su corazón acelerado. Comenzó a relatarle todo lo que la diosa Luna le había contado, con una voz que fluctuaba entre la incredulidad y la euforia. Le habló de su verdadera naturaleza, de cómo no era una simple humana sino la hija de un alfa poderoso y una beta. Mientras hablaba, Alexander sintió que su propio mundo se tambaleaba. Las revelaciones eran tan sorprendentes que, por un momento, casi no podía creer lo que estaba escuchando.—Yo… estaba tan preocupada porque tú habías vivido tanto tiempo y yo… solo era una humana —dijo Rachel con la voz quebrada—. Pero ahora tengo la oportunidad de despertar a mi loba. Y tú… tú debes ayudarme.Alexander la miró, su expresión pasó de la sorpresa a la determinación en pocos segundos.—¿En qué podría ayudarte? —preguntó suavemente, acariciando su mejilla con ternura.Rachel cerró los ojos por un momento, disfrutando del toque reconfortante antes de responder.—Debo entrenar como l
Mientras caminaban bajo la luz de la luna, Elara comenzó a relatar la historia de los padres de Rachel. La bruja describió cómo había conocido a los padres de Rachel años atrás, dos lobos poderosos que habían luchado valientemente contra un ataque de vampiros. Conscientes del peligro inminente, habían buscado a Elara para pedirle que colocara un hechizo protector sobre su hija, una medida desesperada para asegurarse de que, si ellos no sobrevivían, su pequeña niña fuera encontrada por alguien bueno que pudiera cuidarla.Rachel escuchaba en silencio, con los ojos llenos de lágrimas. La historia era triste, pero también sentía un inmenso orgullo por el coraje de sus padres. Sabía que, aunque no los había conocido, ellos le habían dado un regalo invaluable: la oportunidad de vivir, de luchar, de encontrar su propio camino. La mano de Alexander apretó la suya con fuerza, como si intentara transferirle todo el consuelo y el apoyo que él podía ofrecer.—Tus padres fueron valientes, Rach
Rachel se quedó inmóvil por un momento, observando a Thomas con creciente desconfianza. Sus ojos, habitualmente hostiles, parecían ocultar algo, una intención que no lograba descifrar. Había algo en su actitud que no encajaba; su amabilidad repentina y la forma en que se dirigía a ella sin razón aparente, encendían todas las alarmas en su interior. Estaba claro que Thomas quería algo a cambio, pero ¿qué?—¿En qué podrías ayudarme tú? —le preguntó con cautela, sin perder de vista la expresión de Thomas.Él sonrió, una sonrisa que no llegó a sus ojos, y dio un paso hacia ella, con su voz adoptando un tono casi susurrante.—Si quieres entrenar con los lobos novatos, puedes hacerlo —dijo, inclinándose ligeramente hacia ella—. He escuchado, por ahí, que ahora tienes una loba dentro de ti.Rachel sintió un escalofrío recorrer su espalda. Sus palabras la dejaron perpleja, congelada en su lugar por la sorpresa. ¿Cómo lo sabía? ¿Acaso había hablado de más en algún momento? No pudo evitar so
Rachel levantó la cabeza, su orgullo estaba herido por el tono del hombre.—No me hable de esa manera —replicó, tratando de mantener su dignidad a pesar de la debilidad en su voz.El entrenador soltó una risilla burlesca.—No eres nadie aquí, muchacha. Ni siquiera has sido nombrada luna —espetó desdeñoso—. Solo te tengo aquí porque el beta me pidió que te entrenara con los demás lobos. Pero, honestamente, todos ellos han demostrado tener cierta resistencia, a pesar de ser muy jóvenes. Y tú, solo estás dando un espectáculo deplorable.Las palabras del hombre golpearon a Rachel con fuerza, como si le hubieran dado una bofetada. Su rabia comenzó a hervir bajo la superficie, pero antes de que pudiera responder, él continuó.—¿Estás segura de que tienes una loba dormida? —dijo con una sonrisa burlona—. ¿No será más bien que está muerta?Rachel sintió cómo la sangre le hervía ante esa insinuación. Apretó los puños con fuerza, con los nudillos poniéndose blancos. No iba a dejar que este homb
Rachel sentía los músculos de su cuerpo arder con cada paso que daba. El campo de entrenamiento se extendía ante ella como una prueba interminable, llena de obstáculos que parecían multiplicarse a medida que avanzaba. El sudor le corría por la frente, mezclándose con la tierra en su rostro, mientras el aire que intentaba inhalar se volvía cada vez más escaso. Sabía que estaba llamando la atención del entrenador y de los demás, pero en ese momento no podía permitirse el lujo de fallar. Sin embargo, el mareo comenzaba a apoderarse de ella, amenazando con derrumbarla en cualquier momento.«No me dejes caer ahora, Zahira», pensó Rachel con urgencia, sintiendo cómo su cuerpo temblaba al borde del colapso.La voz de su loba resonó en su mente, clara y firme. «No te preocupes, Rachel. Te daré las fuerzas que necesitas.»De pronto, Rachel sintió a Zahira recorrer cada fibra de su ser, como un torrente de energía poderosa que la impulsaba a seguir adelante. Nunca antes se había sentido tan
Las palabras de Gamaliel golpearon a Rachel como una bofetada, despertando en ella una mezcla de ira y desafío. Sentía su corazón latir con fuerza, pero se obligó a mantener la calma. No quería darle la satisfacción de verla perder el control. Antes de que pudiera responder, Thomas intervino, con un tono algo más conciliador. —Bueno, creo que tampoco digas que es débil. Ya ha demostrado que tiene determinación, coraje y valentía —dijo, dirigiendo una mirada significativa a Gamaliel—. Eso es algo de admirar y son requisitos muy buenos para una Luna, ¿no te parece? Rachel no podía evitar sentirse incómoda con la forma en que Thomas la defendía. Había algo en su tono, en la manera en que la elogiaba, que no le parecía del todo sincero. Era como si hubiera algo más detrás de sus palabras, algo que ella no lograba descifrar. Pero mantuvo la compostura, observando cómo Gamaliel agachaba la cabeza, claramente no queriendo continuar la discusión. Thomas, por su parte, dejó que una lige
Esa pequeña satisfacción se hizo grande al ver cómo Andrew, con toda su autoridad, los corregía.—¡Basta! —tronó el Delta, con su paciencia agotada—. Todos ustedes tendrán un castigo y les exijo ahora mismo que le pidan una disculpa a Rachel.Los jóvenes bajaron la cabeza avergonzados, murmurando disculpas que, aunque sinceras, estaban teñidas de sorpresa y perplejidad.—No sabíamos que era la futura luna de la manada, Delta Andrew —dijo uno de ellos, sus ojos aún grandes por la revelación.Andrew se cruzó de brazos, observándolos con desaprobación.—No deberían estar juzgando a las personas y mucho menos dejarse llevar por chismes —dijo de manera dura—. Esto no es un club de señoritas, es una manada de guerreros.Rachel sintió una ola de alivio al escuchar las palabras de Andrew, pero también notó una chispa de enfado hacia Evelyn, cuya manipulación había causado todo esto. Cuando los jóvenes vieron la marca de luna en su cuello, la marca de Alexander, sus actitudes cambiaron drásti