Rachel levantó la cabeza, su orgullo estaba herido por el tono del hombre.—No me hable de esa manera —replicó, tratando de mantener su dignidad a pesar de la debilidad en su voz.El entrenador soltó una risilla burlesca.—No eres nadie aquí, muchacha. Ni siquiera has sido nombrada luna —espetó desdeñoso—. Solo te tengo aquí porque el beta me pidió que te entrenara con los demás lobos. Pero, honestamente, todos ellos han demostrado tener cierta resistencia, a pesar de ser muy jóvenes. Y tú, solo estás dando un espectáculo deplorable.Las palabras del hombre golpearon a Rachel con fuerza, como si le hubieran dado una bofetada. Su rabia comenzó a hervir bajo la superficie, pero antes de que pudiera responder, él continuó.—¿Estás segura de que tienes una loba dormida? —dijo con una sonrisa burlona—. ¿No será más bien que está muerta?Rachel sintió cómo la sangre le hervía ante esa insinuación. Apretó los puños con fuerza, con los nudillos poniéndose blancos. No iba a dejar que este homb
Rachel sentía los músculos de su cuerpo arder con cada paso que daba. El campo de entrenamiento se extendía ante ella como una prueba interminable, llena de obstáculos que parecían multiplicarse a medida que avanzaba. El sudor le corría por la frente, mezclándose con la tierra en su rostro, mientras el aire que intentaba inhalar se volvía cada vez más escaso. Sabía que estaba llamando la atención del entrenador y de los demás, pero en ese momento no podía permitirse el lujo de fallar. Sin embargo, el mareo comenzaba a apoderarse de ella, amenazando con derrumbarla en cualquier momento.«No me dejes caer ahora, Zahira», pensó Rachel con urgencia, sintiendo cómo su cuerpo temblaba al borde del colapso.La voz de su loba resonó en su mente, clara y firme. «No te preocupes, Rachel. Te daré las fuerzas que necesitas.»De pronto, Rachel sintió a Zahira recorrer cada fibra de su ser, como un torrente de energía poderosa que la impulsaba a seguir adelante. Nunca antes se había sentido tan
Las palabras de Gamaliel golpearon a Rachel como una bofetada, despertando en ella una mezcla de ira y desafío. Sentía su corazón latir con fuerza, pero se obligó a mantener la calma. No quería darle la satisfacción de verla perder el control. Antes de que pudiera responder, Thomas intervino, con un tono algo más conciliador. —Bueno, creo que tampoco digas que es débil. Ya ha demostrado que tiene determinación, coraje y valentía —dijo, dirigiendo una mirada significativa a Gamaliel—. Eso es algo de admirar y son requisitos muy buenos para una Luna, ¿no te parece? Rachel no podía evitar sentirse incómoda con la forma en que Thomas la defendía. Había algo en su tono, en la manera en que la elogiaba, que no le parecía del todo sincero. Era como si hubiera algo más detrás de sus palabras, algo que ella no lograba descifrar. Pero mantuvo la compostura, observando cómo Gamaliel agachaba la cabeza, claramente no queriendo continuar la discusión. Thomas, por su parte, dejó que una lige
Esa pequeña satisfacción se hizo grande al ver cómo Andrew, con toda su autoridad, los corregía.—¡Basta! —tronó el Delta, con su paciencia agotada—. Todos ustedes tendrán un castigo y les exijo ahora mismo que le pidan una disculpa a Rachel.Los jóvenes bajaron la cabeza avergonzados, murmurando disculpas que, aunque sinceras, estaban teñidas de sorpresa y perplejidad.—No sabíamos que era la futura luna de la manada, Delta Andrew —dijo uno de ellos, sus ojos aún grandes por la revelación.Andrew se cruzó de brazos, observándolos con desaprobación.—No deberían estar juzgando a las personas y mucho menos dejarse llevar por chismes —dijo de manera dura—. Esto no es un club de señoritas, es una manada de guerreros.Rachel sintió una ola de alivio al escuchar las palabras de Andrew, pero también notó una chispa de enfado hacia Evelyn, cuya manipulación había causado todo esto. Cuando los jóvenes vieron la marca de luna en su cuello, la marca de Alexander, sus actitudes cambiaron drásti
El viento soplaba con fuerza en el campo de entrenamiento, levantando polvo y hojas secas mientras el sol estaba en su punto más alto. Rachel observaba nerviosa a los otros participantes. Todos se alineaban en la pista, sus cuerpos estaban tensos y listos para la última prueba del día. Ella, en cambio, no estaba lista. No se sentía preparada para enfrentarse a su mayor miedo: la transformación. Nunca había logrado sacar a su loba, Zahira, y la presión de hacerlo en ese momento parecía insuperable.Cruzó los brazos sobre su pecho, intentando ocultar su ansiedad. Sabía que todos la observaban, esperando a que fallara, a que demostrara que no pertenecía a ese lugar. En especial Thomas y Gamaliel, cuyas miradas críticas no se apartaban de ella.Zahira había estado silenciosa desde hacía minutos, y eso solo hacía aumentar su ansiedad.—No puedo hacerlo —murmuró Rachel, apretando los dientes mientras miraba a Zahira en su mente—. Nunca me he transformado. Esto va a ser un desastre.Sin e
Thomas tenía una sonrisa complacida en el rostro, cruzado de brazos, como si ya hubiera previsto lo que sucedería porque sabía cómo era Rachel y que no se negaría a presentar la prueba, a pesar de que su loba no se había manifestado todavía. Sabía que podría resultar muy mal herida y esperó que así fuera porque quería ver a Alexander hundido en la desesperación al enterarse del “accidente”—Sabía que no se negaría —dijo Thomas en voz baja, apenas moviendo los labios, pero lo suficiente como para que Gamaliel escuchara y sonriera de manera cómplice—. Siempre ha sido obstinada. Pero esto la va a quebrar. Y cuando lo haga… Alexander estará acabado.Rachel intentó ignorarlos, aunque sentía que cada una de sus miradas y los murmullos burlones era como un dardo envenenado clavándose en su piel. “No puede fallar,” se repetía a sí misma, pero la duda y el miedo la perseguían.«Zahira…», susurró mentalmente, intentando invocar a su loba, pero no hubo respuesta. El silencio en su mente era en
Rachel permanecía inmóvil, con el corazón acelerado mientras él le hablaba con voz suave, intentando calmarla. —No te preocupes, Rachel. No fallaste —susurró, acariciando su rostro con ternura—. Muchos novatos no logran transformarse en sus primeras oportunidades. Para eso están las prácticas. —Hizo una pausa, su tono cambiando a uno más duro—. Pero esos que están ahí no son novatos. Deberías haberme esperado, yo te habría guiado. Rachel lo miró, con un nudo en la garganta, pero antes de que pudiera responder, Alexander suspiró y añadió con determinación: —Ya tendrás tu oportunidad para demostrarles a todos que eres una loba fuerte, amor —acarició su rostro con ternura—. No te preocupes. Entonces, sin previo aviso, se inclinó hacia ella, tomando su rostro entre sus manos, y la besó con intensidad. El calor del beso hizo que Rachel olvidara por un momento la humillación que había sentido, pero pronto se dio cuenta de que todos los presentes estaban observando. Algunos bajaban
El viento gélido soplaba sobre las tierras del Alfa Morgan, trayendo consigo la sensación de una inminente tormenta. La tierra que había ofrecido como refugio a Evelyn y Máximo se extendía como una fortaleza natural, rodeada de colinas escarpadas y frondosos bosques que parecían impenetrables. Morgan, un Alfa conocido por su frialdad y pragmatismo, se mantenía al margen de las disputas de las manadas vecinas, pero esta vez había roto su política habitual. Por petición de Víctor, su viejo amigo, había aceptado ocultar a su hija y a Máximo en su territorio, impidiendo el acceso a cualquier intruso, incluidos los hombres de Alexander.Evelyn se asomaba por la pequeña ventana de la cabaña que les habían asignado. La vista era opresiva: una interminable extensión de árboles, montañas que parecían tocar el cielo y un silencio sofocante que solo amplificaba su nerviosismo. No había tregua para su mente; la culpa y el miedo se mezclaban con la adrenalina de la huida.—¿Estaremos seguros aqu