—Deberías cerrar la boca. —Seth enfrentó a Kim con una mirada tan asesina que me dio miedo incluso hasta a mí.Miré a Zack, que Jimmy no hubiera regresado me tomó por sorpresa. Algo había sucedido. Zack me observó de una manera extraña. Eso me asustó. Quería saber de inmediato que es lo que ocurrió y no podía preguntarle nada si Kim seguía aquí.—Antes me obligabas a cerrar la boca. ¿No te acuerdas? —ella miró a Seth sin temor alguno, respondiéndole a pesar de la amenaza.Seth se abalanzó sobre ella para pelear, Zack no lo detuvo. Kim no logró defenderse porque la diferencia de poder era enorme. La velocidad de Seth era casi insuperable incluso en su forma humana. Logró arrojarla escaleras arriba en unos pocos segundos, haciendo que derribara una columna de cemento y se estrellara. Solté un grito.—¡Basta!Ya tendríamos que explicar muchas cosas. La reina podía venir en cualquier momento, eso me generaba bastante miedo, aunque no quería admitirlo.—La perra se lo merecía. —gruñó Zack,
NarradorEl roble se alzaba imponente, las hojas caían sobre los lobos moribundos que comenzaban a recuperarse poco a poco. La constancia de Jimmy logró que su tiempo de vida se extendiera, aunque fuera mínimamente. “En cualquier momento caerán sobre nosotros”Pensó Jimmy, el sudor lo estaba sofocando por los nervios. Si el rey veía lo que estaba haciendo sería considerado un traidor. Además, había entrado a Sombra de lobo, todo lo condenaría.Se planteó a si mismo abandonar a los padres de Lumen allí y volver rápidamente al castillo, fingir que no ocurrió nada y volver a la normalidad.No era una opción. No podía siquiera pensar en ello. No era esa clase de persona. A pesar de ser parte de una manada cruel y despiadada.Siguió curando a los lobos, disminuyendo su aura para que no lo olfatearan. La esperanza de pasar desapercibido era minúscula. El viento soplaba fuerte y las hojas caían con más frecuencia sobre ellos. Los dos lobos, dormían.El aroma de Athius le llegó como una ráfa
NarradorLos bucles perfectamente ordenados de la reina caían decorando aún más su espléndido vestido. Dun estaba recostado cuando ella abrió la puerta suavemente, para no despertarlo.Dun no tuvo miedo cuando la vio. Ella vino a verlo antes, antes de buscar a Seth y a Lumen. Porque tenía que contemplar el estado del Beta de la manada.Kyra recordó la conversación y sonrió, apretando los labios. Dun le había dicho que no se sentía bien, omitiendo los detalles. Eso llamó la atención de la reina, que lo conocía desde hacía siglos y nunca presentó signos de enfermedad. Sintió una punzada de desconfianza de inmediato. Cuando puso su mano en la frente de Dun, logró sentir el sentimiento fuerte, pudo reconocer la nostalgia. Como bruja, su percepción era mucho más amplia que la de los demás.—Los dejo aquí, queridos. Debo ocuparme de otras cosas. —la reina sonrió, poniendo su mano en el hombro de Seth a modo de consuelo. —Algunos sanadores vendrán a atender a Dun en unos minutos.Los dos ent
NarradorEl cuartillo era sombrío, la humedad corroía las paredes que alguna vez fueron blancas y emitían un hedor fuerte que podía hacer lagrimear a cualquiera.La anciana estaba acurrucada en el fondo, contra una pequeña mesa. Temblaba, las lágrimas salían de sus ojos incontrolablemente. No comprendía que sucedía, su mente no estaba bien, no lograba estar en el tiempo presente y su memoria fallaba de manera abrupta.Se sujetaba la cabeza con ambas manos.—Piedad… ¡Trabajaré el doble! —gritó con un hilo de voz, suplicando, poniéndose de rodillas a pesar de que eso se le dificultaba.La patada le llegó cerca del vientre y se retorció por el dolor.—Se que escondes la verdad. Estás consciente y mientes… —la sonrisa de Dormius brilló con la tenue luz del farol que llevaba. Sus ojos enrojecieron. —Eres un parasito y siempre lo has sido… Una cucaracha imposible de matar…Dormius apretó con pata la cabeza de la anciana, haciendo que el sonido no saliera del cuartillo, presionando luego su
Lumen—Desearía que me hubieras mentido... Quisiera tanto odiarte como el primer día en el que te vi. ¡Podría estar mejor ahora si quisiera matarte! —grité, mi voz, se quebraba por el dolor.La transformación fue agresiva conmigo misma. Mi pelaje de loba de plata resplandecía, ante la luna que brillaba en el cielo. En mi forma de loba, mis colmillos eran tan afilados como espadas.Y a pesar de ser tan imponente y majestuosa, no lograba mantenerme demasiado en pie, la poción que tenía corriendo por mi sangre hacía mis sentidos mucho más débiles.Imaginé que era la más fuerte, que mi manada confiaba en mí para ser la nueva alfa.Y eran todas mentiras. El enorme lobo alfa me observaba con los colmillos blancos y resplandecientes asomándose.No decía nada, yo no era de su importancia. Era un estorbo del cual, se desharía muy pronto. Su pelaje era como el manto de la noche, de un color negro majestuoso.Del doble de mi tamaño y sus garras cortaban con una facilidad sorprendente. Gruñía, es
Me dirigí hacia el corazón del bosque de nuestro territorio. No teníamos permitido ir mucho más allá. Como lobos jóvenes, no se nos permitía explorar sin la compañía de alguno de los más experimentados.Yo salí del territorio muchas veces con mi padre, conocía a otras manadas y también estudiaba sus costumbres.Descubrí que muchos tenían reglas que me parecían horribles. Incluso había manadas donde las lobas no podían ascender a rangos altos.Sentí el viento entre mis patas, en mi pelaje. Me sentía tan viva cuando era una loba, correr, trepar, cazar. La velocidad que alcanzaba, todo eso me hacía sentir más viva que nunca.Bauticé a mi loba como Silver, porque era tan preciosa que no se me ocurría otro nombre que le hiciera justicia.—¿Preparada? Van a nombrarnos. —le dije a mi loba, conectándonos en nuestro enlace mental.—Por supuesto. Somos fuertes. —rugió Silver, dando vueltas, eso me pareció extraño.Estaba bastante alborotada.—¿Qué sucede? —pregunté, algo incómoda por su compor
NarradorEn la gran sala este de la mansión de la manada Lamento de Sangre, la reunión se llevaba a cabo.Allí, en el centro, Belcekar, el rey alfa, discutía sobre los asuntos que apremiaban. Su hijo se había marchado ya hacia la celebración de la primera cena que inauguraba la temporada de eventos de la gran cacería.La mansión de la manada real era de un tamaño magistral. Allí, vivían casi cien lobos con distintos rangos y utilidades. Los más poderosos tenían cuartos lujosos y una vida de millonarios. Los más débiles, eran esclavos que usaban para las tareas que nadie quería realizar. El lugar estaba repleto de tesoros de todas las conquistas que ganaron. No había una sola expedición que no hubieran ganado. La manada era sumamente poderosa.Contaban con una fuerza de al menos treinta lobos de gran poder para pelear. Todos bajo el mando del gran hijo del alfa, Athius, que comandaba a los lobos de una manera excepcional, colmando de victorias a la manada.Belcekar poseía cerca de tres
Lumen—Te ves increíblemente hermosa, amiga mía. Los deslumbrarás a todos. —dijo Wendy, cuando me indicó que podía verme en el espejo.Ya estaba lista. El vestido que me puse acrecentaba mis formas femeninas. El color violeta me sentaba bien. Mi cabello ondulado y castaño caía por debajo de mis hombros.Abracé a Wendy.—Tú también te ves maravillosa. —sonreí, era cierto, ella también se veía muy bonita.En esta manada, las mujeres poseíamos una belleza natural notable. Todos en otras manadas nos lo recordaban.Mi madre llegó para buscarme para que llegáramos juntas y así, diera comienzo la gran cena. Entramos a la enorme sala con la cabeza en lo alto. Sentí las miradas de todos al entrar.Dentro de esta sala había al menos más de cien invitados. Estaban aquí, ya habían llegado y por el apretón leve de mi madre, era un poco tarde. Mi padre ya estaba en el centro de la reunión con los otros alfas. El olor de un alfa era característico, su poder era tan grande que se sentía en los huesos