NARRADOR OMNISCIENTELa rabia de Based podía sentirse por todo el reino de Tafaryen. Cada uno de los miembros de su manada, vivían la asfixiante necesidad de inclinar la cabeza al pasar entre sus filas, el aura que expedía, comprimía sus emociones, doblegaba su voluntad, aplastante, lacerante. El silencio ensordecedor les arrebataba el aliento, nadie quería ser visto por el nuevo rey alfa. Las hembras dejaban de respirar cuando él las observaba con lujuria, hace años que se corrían los rumores de que algunas mujeres desaparecían y nadie las volvía a ver, extrañamente afuera de sus casas, solo encontraban dos lingotes de oro con el sello real, a los hombres no les quedaba otra opción que guardar silencio y seguir con sus vidas, enfrentarse a alguien como el rey, era el equivalente de una muerte segura. Subiendo al estrado desde el que podía ser visto, rodeado de guardias y de algunos miembros del consejo lunar a sus espaldas, Based sonrió. —Me complace que todos estén aquí —comenzó—
LENI—Ella nos trajo en bandeja de plata al maldito Ardian King. A medida que soy consciente del peso de sus palabras, la realidad me cae encima como un mundo entero. ¿Qué acabo de hacer? Lo he traído a la cueva del lobo sin pensar en las consecuencias, pero al verlo en el suelo, ensangrentado, y a pesar de la brecha que se ha abierto entre los dos, no pude dejarlo. Sé que, en mi interior, aún estoy conectada a él. Los ojos de Dax se oscurecen al enfocarse en Ardian; no es necesario que diga algo, el ambiente se intensifica de manera gradual. —Deberíamos matarlo ahora que tenemos la oportunidad —propone uno de los pelirrojos. Por impulso, dejando que mi instinto de protección brote, hago un movimiento que no he aprendido de nadie, logro quitarle una daga a uno de los hombres que nos escoltaron hasta el castillo Lancaster, interponiéndome en su camino al ver que se acerca. —Nadie le va a hacer daño —espeto con tanta firmeza como puedo. Mis palabras y acciones no hacen más q
LENIHan pasado dos días desde que llegué al castillo Lancaster, bajo la protección de Dax. Dos noches en las que no he podido dormir bien, debido a las pesadillas que me atormentan, en las que Based King es el protagonista que emplea el papel de mi verdugo. La piel se me eriza al pensar en que estuve en sus manos. Ya he probado su tiranía de primera mano y puedo decir que es alguien con quien no quisiera volver a cruzarme en el camino.No he hablado con nadie; los miembros de la manada Yelkov siguen viéndome como una intrusa, un bicho que debe ser aplastado. En cuanto a Dax, trato de mantener toda la distancia posible entre nosotros. Sentí el deseo de sangre latente en su sistema la última vez que hablamos de Ardian, así que hago lo posible por evitarlo.Hasta ahora, en el comedor, a diferencia de los King, Dax tiene la costumbre de comer con algunos miembros de su manada dentro del castillo, en el gran comedor. Es acogedor, si no estuviera al otro lado de esta situación.Mientras me
LENIArdian se queda en silencio, procesando toda la información que acaba de recibir. —No lo voy a permitir —espeto. —¿Cómo puedes estar tan segura? —la suave voz de Melisa resuena por cada rincón de la estancia—. No podrás convencer a Dax de que no lo haga. —Hablaré con él —me muerdo el labio inferior—. No me puede negar esto. Melisa frunce el ceño. —Cuánta seguridad —ironiza. —No se trata de eso —evito la mirada inquisidora de Ardian. —Sé que eres importante para Dax, pero esta vez dudo que haga lo que le pides; la rivalidad que tiene contra Ardian King supera cualquier enamoramiento —sisea, enfatizando las últimas palabras de su mordaz comentario—. Más si eso significa quitar de su camino al único que podría arrebatarle lo que más desea. Algo malicioso brilla en su mirada; ahora estoy convencida, tengo que mantener la distancia entre ella y yo. —Dax quiere que estés a su lado —sigue. —Eso no es verdad. Sus ojos se enfocan en Ardian. —Tú lo sabes —se dirige
ARDIANEn mi mente hay demasiadas cosas. Leni, quien encabeza la lista de los problemas que tengo que resolver, me ha dejado a solas con Melisa, y aunque no tengo nada en contra de esta chica, debo admitir que hay algo en ella que llama mi atención. —Está molesta —su voz me empuja a la realidad. No le respondo. —Siento causar molestias, pero mi vida también corría peligro. Dejo de ver en la dirección que tomó Leni, volteo, veo que Melisa parece agitada; su pecho sube y baja, y observo cómo pequeñas gotas de sudor inundan su frente. —No me siento muy bien —dice en un tono apenas audible. Conozco esos síntomas: sus pupilas se dilatan, remoja sus labios y sus ojos negros adquieren un color verde intenso, casi fosforescente. —Tienes… —Lo siento —no me deja terminar de hablar. En menos de un pestañeo, ella me empuja contra la corteza de un árbol y aplasta sus labios en los míos. Por reflejo, la aparto de mí; al instante, me doy cuenta de que Leni nos mira al otro lado; se
LENIUna ráfaga helada azota mis mejillas mientras observo a lo lejos al grupo de personas con las que estaré viajando. Nadav, el Beta más fuerte de la manada de Dax, se nos unió poco después de que él y los gemelos decidieran no regresar. Entre los gemelos, él, Dax y Melisa, aumentan el fallo de las pocas probabilidades que tenía de encontrar las respuestas a mis verdaderos orígenes. Se suponía que solo éramos Ardian y yo. —No pareces muy contenta. Volteo a ver a Melisa, con una nueva muda de ropa en las manos. —Es para Ardian —sus mejillas adquieren un color rojo carmín—. Pensé que la ropa que trae puesta no es muy cómoda. Guardo silencio; sigue habiendo algo en ella que no termina de convencerme por completo. —Iré a dársela —está a punto de irse. —No es necesario —intervengo, quitándosela—. Yo se la daré. Ya no es necesario que estés tan apegada a nosotros; después de todo, ahora Dax está aquí, ellos son parte de tu manada. —Solo trato de ser amable —me dispara una mortífera
LENINo me siento bien. Al principio pensé que solo se trataba del cansancio; llevamos caminando todo el día, haciendo pequeñas pausas, nada importante. Pero ahora, una sensación ácida invade mi estómago, los escalofríos recorren mi cuerpo, de la punta de los pies a la cabeza. Tengo frío y, al mismo tiempo, calor. Todos caminan delante de mí; Ardian se mantiene a raya, en silencio, al igual que Dax. Ambos compiten por quién lleva las riendas de la situación. Lo cierto es que los dos son alfas; supongo que debe estar en su naturaleza. Mis extremidades duelen, arden, y sigo creyendo que estoy haciendo lo correcto. Después de todo, siempre creí que Marlon Marshall era mi verdadero padre. Ahora no estoy tan segura. Es decir, ¿cómo es que se acostó con una mujer lobo que, al parecer, pertenece a los Lycans más antiguos, conocidos como dioses? Intento no pensar mucho en ello. Casi anochece, tengo sed y la fiebre no se me quita. Estoy a punto de dar un paso más cuando pierdo el equilibrio,
ARDIAN —¡Caminen, asquerosos gusanos! Tenso el cuerpo; el dolor se dispara por mi pierna. Pese a que mi herida casi cicatriza, el cansancio impide la aceleración de la curación. Estudio toda la situación; el escenario no nos brinda nada a favor. Debí suponer que algo como esto pasaría; tenía el presentimiento, pero nublé mi buen juicio debido a Leni. —Aún no puedo creer que tengamos en nuestras manos al maldito Ardian King —se mofa uno de ellos, un tipo gordo, alto y calvo, con dientes afilados y ojos tan oscuros como la noche—. Debe ser nuestro día de suerte. Muevo el cuello con estrés; ellos son extraños. Aunque ya no sea el alfa de la manada, debería sentir el alma de su lobo interno, y lo único que percibo en ellos es el oscuro vacío. El viento aullaba como un animal herido mientras avanzábamos hacia el castillo, una sombra imponente que se alzaba en el horizonte. Melisa caminaba a mi lado, su rostro pálido y cansado, los ojos oscuros como abismos llenos de secretos.