LENIEstoy inquieta, el sol comienza a ocultarse detrás de los picos lejanos de las montañas, será una noche fría y no dejo de pensar en lo que dijeron esos soldados. Dax y yo hemos estado caminando durante horas; el tiempo se ha vuelto difuso en nuestra travesía, siento el resquemor en mi piel, maldiciendo por dentro, el no haber salido y luchar para que aquellos tipos, no se los llevaran, que no lastimaran a Ardian. La fatiga se asienta en mis músculos, pero la determinación de Dax parece inquebrantable. Él es quien ahora parece más interesado por encontrar las montañas Moregrip, que yo misma, y es que mi cabeza solo está ocupada por alguien, y ese es Ardian King. —Pronto estaremos allí, Leni —dice con un tono de voz lleno de confianza, como si cada paso que diéramos, nos acercara más a la respuesta que ambos buscábamos. Sin embargo, algo en mi interior me decía que nos estábamos alejando de lo que realmente importaba. Miro a nuestro alrededor; los árboles se vuelven más densos y
LENI—Eres mía, Leni —Ardían gruñía con impaciencia. —Detente —mis gemidos iban en ascenso. Su oscuridad me envolvía como una suave manta, y en el silencio del bosque, el aire estaba impregnado de la fragancia a tierra húmeda y hojas caídas. Ardian entraba y salía de mí con barbarie, sus ojos brillando como estrellas en la penumbra, eran una dura sentencia. —Estás tan apretada y húmeda para mí —su sonrisa me dio escalofríos—. Quiero romperte.La brisa acariciaba mi piel mientras sus manos estrujaban mis pechos, y un orgasmo de anticipación recorría mi cuerpo como ola brutal. —Ah —arquee la espalda.En ese instante, el mundo se desvanecía; solo existíamos nosotros. Ardian me follaba con un salvajismo que me hacía sentir viva, y cuando sus labios encontraron los míos, todo se tornó en un torbellino lascivo desbordante, me devoró completa. El beso era posesivo, lleno de lujuria, un fuego que parecía consumirnos. Pero en medio de aquella mágica conexión, una sombra se deslizó entre n
ARDIANLos días en las minas del castillo se arrastraban como un castigo, cada golpe de mi pico resonaba en mi mente, brutal, exasperante. La oscuridad de la caverna parecía engullir no solo la luz, sino también cualquier atisbo de alegría, que pudieran mostrar los omega y rebeldes que trabajaban conmigo. Entre el polvo y el sudor, mis pensamientos volaban lejos de aquel lugar, hacia Leni, la única luz que aún iluminaba mi vida. Las manos me dolían, pero el verdadero tormento era el que me corroía por dentro: Nadav, los gemelos Halston, Melisa y yo estábamos atrapados en este infierno, y no sabía nada de mi mejor amigo, Reinhold. Los rumores que circulaban entre los trabajadores de las clases sigma y omega eran inquietantes. Hablaban de mi hermana menor, Leysa, y de mi pequeño sobrino, Don, encerrados en la torre alta del castillo. La imagen de Leysa, desesperada y angustiada, me perseguía mientras golpeaba la roca. Un sudor frío me recorría la espalda al imaginar su sufrimiento. La
LENI—Leni, cariño, siéntate —dijo mi madre, con su voz melódica.Miré a mi padre, que mantenía una expresión seria, y tomé asiento. Desde que me enteré de que era mitad lobo, mis dudas giraron en torno a mis orígenes, ahora que estoy delante de estas personas que dicen ser mis padres, resulta extraño. —Hay algo que necesitas saber, algo que hemos guardado por mucho tiempo —continuó mi madre, su mirada fija en la mía, como si intentara atravesar las murallas que había construido en torno a mi corazón. —¿De qué se trata? —pregunté, sintiendo el latido de mis sienes. La incertidumbre comenzaba a hacer mella en mí. —Cuando naciste, tus abuelos maternos, querían que tu madre te matara —mi padre rompió el silencio con su voz profunda—. Eras vista como una amenaza para su clan lunar. Tu madre y yo tuvimos que fingir nuestra muerte y mandarte al mundo humano para protegerte. —¿Por qué? —La confusión se apoderó de mí. No podía comprender cómo habían llegado a ese extremo. ¿Soy realment
ARDIANEl bullicio del comedor de trabajadores del castillo, aumentaba mi molestia mientras intentaba concentrarme en mi comida. Los murmullos y risas de mis compañeros resonaban en el aire, pero mis pensamientos estaban lejos de allí. En la esquina, los gemelos, Loan y Rase, discutían en voz baja, con rostros serios. No podía evitar escuchar.—No podemos quedarnos de brazos cruzados —dijo Loan, mirando adusto a su alrededor—. Si nos atrapan, nos ejecutarán. Necesitamos escapar.—¿Y cómo planeas hacerlo? —interrogó Rase, cruzando los brazos—. No somos los únicos en este castillo. Hay guardias en cada esquina.—Podríamos transformarnos —sugirió Loan con una chispa de locura en sus ojos—. Acabamos con ellos antes de que tengan la oportunidad de reaccionar. Nadie podría detenernos.Rase frunció el ceño, y un silencio momentáneo se apoderó de la mesa. Nadav, el más callado del grupo, observaba a Loan con una mezcla de desdén y desconfianza. No podía evitar sentir su mirada llena de odio,
ARDIAN El aire estaba cargado de tensión; un silencio opresivo envolvía la habitación mientras observaba a mi padre en el centro del salón. Su figura, antes reconocible, comenzó a transformarse. La piel se estiraba, los músculos se tensaban y, en un instante, lo que una vez fue mi padre se convertía en un lobo imponente. Sus ojos, que solían mirarme con cariño, ahora brillaban con una ferocidad inhumana. —¡Ardian, no! —gritó Melisa, acercándose a mí con una mezcla de preocupación y temor. Su voz era molesta, no podía apartar la vista de la criatura que tenía delante. —Es una locura, no tienes por qué luchar contra él —continuó, intentando poner una mano en mi hombro. Su tacto me resultaba repulsivo, no tenía tiempo que perder con ella, con ningún otro. —No lo entiendes —respondí, con voz áspera—. No eres parte de mi manada. Así que te recomiendo que te alejes, no te cruces en mi camino y por supuesto, no interfieras. La miré a los ojos y, por un momento, vi el dolor re
LENI El cansancio me pesaba en cada paso que daba. Mis piernas, agotadas por la huida, apenas respondían y mi mente se encontraba atrapada en un torbellino de pensamientos. Ardian había caído inconsciente durante la batalla, y fue gracias al poder de mi padre que logramos escapar. Ahora, mientras caminábamos, lo observaba a él, mi padre, cargando a Ardian sobre sus hombros. Su figura, aunque imponente, se veía desgastada y preocupada. —No puedo creer que Ardian haya peleado a muerte contra su propio padre —comentó Loan, agotado por la adrenalina—. Los King son un clan traicionero. —Yo tampoco —respondió Rase—. No pensé que tuviera el valor. Escuchaba sus palabras y reflexionaba sobre lo absurdo de la situación. Todo había sido una locura, una locura que había llevado a Ardian a este estado. —Deberíamos descansar un poco —propuso mi padre, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros—. Ya nos hemos alejado bastante del castillo lo suficiente. Asentí, pero mi mira
LENI El grito de mi madre resonó en la penumbra del castillo, un eco de furia y preocupación que atravesó cada rincón. No entendía por qué había estallado así, por qué su voz había alcanzado ese tono desgarrador que me hizo sentir como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. El vínculo con Ardian se intensificaba, una conexión palpable que me ataba a él más fuerte que nunca. —Leni, ¡¿qué has hecho?! —preguntó mi madre, su mirada fija en mí, llena de una rabia que apenas podía comprender. Cuando me separé de él, observé la marca de mi mordida en su piel, una cicatriz que me unía a él de una manera que me aterraba y fascinaba a la vez. Ardian ya no tenía las venas negras que antes lo cubrían; su aspecto había mejorado, pero aún así, seguía sin despertar. Podía sentir el dolor que él estaba sintiendo, una punzada profunda en mi propio corazón que resonaba con su sufrimiento. Era como si nuestras almas estuvieran entrelazadas, cada latido de lo que él experimentaba. —Ahora v