ARDIAN El aire estaba cargado de tensión; un silencio opresivo envolvía la habitación mientras observaba a mi padre en el centro del salón. Su figura, antes reconocible, comenzó a transformarse. La piel se estiraba, los músculos se tensaban y, en un instante, lo que una vez fue mi padre se convertía en un lobo imponente. Sus ojos, que solían mirarme con cariño, ahora brillaban con una ferocidad inhumana. —¡Ardian, no! —gritó Melisa, acercándose a mí con una mezcla de preocupación y temor. Su voz era molesta, no podía apartar la vista de la criatura que tenía delante. —Es una locura, no tienes por qué luchar contra él —continuó, intentando poner una mano en mi hombro. Su tacto me resultaba repulsivo, no tenía tiempo que perder con ella, con ningún otro. —No lo entiendes —respondí, con voz áspera—. No eres parte de mi manada. Así que te recomiendo que te alejes, no te cruces en mi camino y por supuesto, no interfieras. La miré a los ojos y, por un momento, vi el dolor re
LENI El cansancio me pesaba en cada paso que daba. Mis piernas, agotadas por la huida, apenas respondían y mi mente se encontraba atrapada en un torbellino de pensamientos. Ardian había caído inconsciente durante la batalla, y fue gracias al poder de mi padre que logramos escapar. Ahora, mientras caminábamos, lo observaba a él, mi padre, cargando a Ardian sobre sus hombros. Su figura, aunque imponente, se veía desgastada y preocupada. —No puedo creer que Ardian haya peleado a muerte contra su propio padre —comentó Loan, agotado por la adrenalina—. Los King son un clan traicionero. —Yo tampoco —respondió Rase—. No pensé que tuviera el valor. Escuchaba sus palabras y reflexionaba sobre lo absurdo de la situación. Todo había sido una locura, una locura que había llevado a Ardian a este estado. —Deberíamos descansar un poco —propuso mi padre, rompiendo el silencio que se había instalado entre nosotros—. Ya nos hemos alejado bastante del castillo lo suficiente. Asentí, pero mi mira
LENI El grito de mi madre resonó en la penumbra del castillo, un eco de furia y preocupación que atravesó cada rincón. No entendía por qué había estallado así, por qué su voz había alcanzado ese tono desgarrador que me hizo sentir como si el suelo se desmoronara bajo mis pies. El vínculo con Ardian se intensificaba, una conexión palpable que me ataba a él más fuerte que nunca. —Leni, ¡¿qué has hecho?! —preguntó mi madre, su mirada fija en mí, llena de una rabia que apenas podía comprender. Cuando me separé de él, observé la marca de mi mordida en su piel, una cicatriz que me unía a él de una manera que me aterraba y fascinaba a la vez. Ardian ya no tenía las venas negras que antes lo cubrían; su aspecto había mejorado, pero aún así, seguía sin despertar. Podía sentir el dolor que él estaba sintiendo, una punzada profunda en mi propio corazón que resonaba con su sufrimiento. Era como si nuestras almas estuvieran entrelazadas, cada latido de lo que él experimentaba. —Ahora v
NARRADOR OMNISCIENTE Rihannon se encontraba en la sala de estar, rodeada del ambiente tenso y cargado de emociones, mientras discutía acaloradamente con su marido, Trey. La luz de la luna se filtraba a través de las ventanas, iluminando sus rostros preocupados. —No podemos dejar que Leni permanezca por mucho tiempo en este castillo —exclamó Rihannon—. Ha estado abandonado por siglos y ahora que Based sabe dónde estamos, no hay forma de que esté a salvo. Trey, con su expresión seria y decidida, negó con la cabeza. —Rihannon, ya hemos hablado de esto. No hay nada que podamos hacer para cambiar lo que está destinado a suceder. Ardian y Leni están conectados, y no importa cuánto tratemos de separarlos, esa conexión siempre estará presente. Los dos se fortalecerán juntos. —¿Conectados? —replicó ella, con incredulidad—. ¿Cómo puedes estar tan seguro? Ardian es un lobo con la sangre tirana de los King, Trey. Leni es una loba con sangre de dioses Lycans. Nunca podrán estar juntos sin
ARDIAN—¡Leni! —grité, sintiendo que la tierra temblaba bajo mis pies mientras corría hacia ella. Su cuerpo yacía inconsciente en el suelo, y cada pulso de mi corazón resonaba en mis oídos, como si el universo me dijera que estaba en peligro. De repente, la voz de mi lobo interior resonó en mi mente, firme y clara—: Ella es tuya, Ardian. Ahora todo estará bien.El vínculo entre nosotros se sentía más fuerte que nunca. Era como si una corriente eléctrica fluyera entre nosotros, uniendo nuestras almas de manera irrompible. Ignoré a Melisa, quien se encontraba a un lado; su expresión era un mero eco de celos. La levanté con suavidad, sintiendo su calidez contra mi pecho mientras la llevaba a la cama. Cada paso que daba era un recordatorio de que debía protegerla, de que era mi responsabilidad y mi deseo.En ese instante, la puerta se abrió de golpe y mi hermana Leysa entró; sus ojos reflejaban sorpresa. —¿Qué está pasando aquí? —preguntó con voz firme, mirando de soslayo a Melisa, qui
LENILa sala de estar estaba impregnada de una tensión palpable. Me encontraba en el centro de una tormenta emocional, enfrentándome a Ardian. Mis manos temblaban, no de miedo, sino de furia. —¡No puedes hacer esto, Ardian! —grité, sintiendo cómo mi voz resonaba en las paredes—. ¡No quiero más muertes en nuestra lista! Ardian no se inmutó. Su mirada era de acero, su determinación, inquebrantable. —Es mi decisión —respondió firme—. No dejaré que nadie me detenga. Silver morirá, y haré lo que sea necesario para proteger lo que tenemos tú y yo. —¿Protegerlo? —exclamé, sintiendo que el calor de mi enfado me subía por el cuello—. ¿O te refieres a que nos vas a condenar a una muerte segura? ¡Eso es lo que quiere tu padre, Ardian! ¡Un alfa tirano que no se detiene ante nada! Ardian apretó los dientes; su mandíbula se tensó. La ira brillaba en sus ojos, pero había algo más: una herida profunda que había sido abierta por mis palabras. —No importa lo que pienses —dijo, descendiendo
LENIHan pasado dos días desde nuestra última conversación, la tensión entre Ardian y yo se siente como un peso constante en mi pecho. Su enojo me abruma; no puedo evitarlo. Sin embargo, en lugar de quedarme atrapada en esos pensamientos, he estado ocupada entrenando con Dax. A medida que practico, siento que mi confianza crece, y eso es algo que realmente necesito en este momento.—Recuerda, Leni —me dice Dax mientras me enseña un movimiento de defensa—. Si te enfrentas a una jauría de lobos, lo más importante es mantener la calma. No puedes dejar que el miedo te controle.Asiento, concentrándome en su voz. Cada vez que realizo un movimiento, estoy un paso más cerca de comprender mi poder.—Lo sé, Dax —respondo frustrada—. Pero es difícil cuando tengo a Ardian en la cabeza.Él me mira, y aunque su expresión es seria, puedo ver un destello de rencor. —Pronto sabrás cómo manejarlo —asegura, y eso me da esperanzas.Hemos pasado días entrenando juntos, y aunque al principio era solo una
NARRADOR OMNISCIENTE Rhiannon se sentó en la penumbra de la habitación, observando a su hija Leni mientras dormía. La luz tenue que se filtraba a través de la cortina apenas iluminaba su rostro sereno, cuyas facciones dulces y despreocupadas contrastaban con la tormenta que se cernía en el corazón de su madre. Había sido un día largo y angustiante, un día en el que la desesperación había encontrado su camino en forma de una aguja y un sedante, administrado por Ardian, el hijo del rey. Rihannon lo había hecho por amor, por la necesidad de proteger a Leni de un mundo que parecía decidido a arrebatarle todo lo que amaba. —No dejaré que te toquen un solo cabello —murmuró Rihannon en voz baja, como si su declaración pudiera llevarse la amenaza. La verdad era que la idea de que Ardian, el mate de Leni, pudiera tener alguna influencia sobre ella era insoportable. Justo en ese instante, la puerta se abrió y Trey entró en la habitación. Su expresión era grave, y Rihannon sintió que su