ARDIANEn mi mente hay demasiadas cosas. Leni, quien encabeza la lista de los problemas que tengo que resolver, me ha dejado a solas con Melisa, y aunque no tengo nada en contra de esta chica, debo admitir que hay algo en ella que llama mi atención. —Está molesta —su voz me empuja a la realidad. No le respondo. —Siento causar molestias, pero mi vida también corría peligro. Dejo de ver en la dirección que tomó Leni, volteo, veo que Melisa parece agitada; su pecho sube y baja, y observo cómo pequeñas gotas de sudor inundan su frente. —No me siento muy bien —dice en un tono apenas audible. Conozco esos síntomas: sus pupilas se dilatan, remoja sus labios y sus ojos negros adquieren un color verde intenso, casi fosforescente. —Tienes… —Lo siento —no me deja terminar de hablar. En menos de un pestañeo, ella me empuja contra la corteza de un árbol y aplasta sus labios en los míos. Por reflejo, la aparto de mí; al instante, me doy cuenta de que Leni nos mira al otro lado; se
LENIUna ráfaga helada azota mis mejillas mientras observo a lo lejos al grupo de personas con las que estaré viajando. Nadav, el Beta más fuerte de la manada de Dax, se nos unió poco después de que él y los gemelos decidieran no regresar. Entre los gemelos, él, Dax y Melisa, aumentan el fallo de las pocas probabilidades que tenía de encontrar las respuestas a mis verdaderos orígenes. Se suponía que solo éramos Ardian y yo. —No pareces muy contenta. Volteo a ver a Melisa, con una nueva muda de ropa en las manos. —Es para Ardian —sus mejillas adquieren un color rojo carmín—. Pensé que la ropa que trae puesta no es muy cómoda. Guardo silencio; sigue habiendo algo en ella que no termina de convencerme por completo. —Iré a dársela —está a punto de irse. —No es necesario —intervengo, quitándosela—. Yo se la daré. Ya no es necesario que estés tan apegada a nosotros; después de todo, ahora Dax está aquí, ellos son parte de tu manada. —Solo trato de ser amable —me dispara una mortífera
LENINo me siento bien. Al principio pensé que solo se trataba del cansancio; llevamos caminando todo el día, haciendo pequeñas pausas, nada importante. Pero ahora, una sensación ácida invade mi estómago, los escalofríos recorren mi cuerpo, de la punta de los pies a la cabeza. Tengo frío y, al mismo tiempo, calor. Todos caminan delante de mí; Ardian se mantiene a raya, en silencio, al igual que Dax. Ambos compiten por quién lleva las riendas de la situación. Lo cierto es que los dos son alfas; supongo que debe estar en su naturaleza. Mis extremidades duelen, arden, y sigo creyendo que estoy haciendo lo correcto. Después de todo, siempre creí que Marlon Marshall era mi verdadero padre. Ahora no estoy tan segura. Es decir, ¿cómo es que se acostó con una mujer lobo que, al parecer, pertenece a los Lycans más antiguos, conocidos como dioses? Intento no pensar mucho en ello. Casi anochece, tengo sed y la fiebre no se me quita. Estoy a punto de dar un paso más cuando pierdo el equilibrio,
ARDIAN —¡Caminen, asquerosos gusanos! Tenso el cuerpo; el dolor se dispara por mi pierna. Pese a que mi herida casi cicatriza, el cansancio impide la aceleración de la curación. Estudio toda la situación; el escenario no nos brinda nada a favor. Debí suponer que algo como esto pasaría; tenía el presentimiento, pero nublé mi buen juicio debido a Leni. —Aún no puedo creer que tengamos en nuestras manos al maldito Ardian King —se mofa uno de ellos, un tipo gordo, alto y calvo, con dientes afilados y ojos tan oscuros como la noche—. Debe ser nuestro día de suerte. Muevo el cuello con estrés; ellos son extraños. Aunque ya no sea el alfa de la manada, debería sentir el alma de su lobo interno, y lo único que percibo en ellos es el oscuro vacío. El viento aullaba como un animal herido mientras avanzábamos hacia el castillo, una sombra imponente que se alzaba en el horizonte. Melisa caminaba a mi lado, su rostro pálido y cansado, los ojos oscuros como abismos llenos de secretos.
LENIEstoy inquieta, el sol comienza a ocultarse detrás de los picos lejanos de las montañas, será una noche fría y no dejo de pensar en lo que dijeron esos soldados. Dax y yo hemos estado caminando durante horas; el tiempo se ha vuelto difuso en nuestra travesía, siento el resquemor en mi piel, maldiciendo por dentro, el no haber salido y luchar para que aquellos tipos, no se los llevaran, que no lastimaran a Ardian. La fatiga se asienta en mis músculos, pero la determinación de Dax parece inquebrantable. Él es quien ahora parece más interesado por encontrar las montañas Moregrip, que yo misma, y es que mi cabeza solo está ocupada por alguien, y ese es Ardian King. —Pronto estaremos allí, Leni —dice con un tono de voz lleno de confianza, como si cada paso que diéramos, nos acercara más a la respuesta que ambos buscábamos. Sin embargo, algo en mi interior me decía que nos estábamos alejando de lo que realmente importaba. Miro a nuestro alrededor; los árboles se vuelven más densos y
LENI—Eres mía, Leni —Ardían gruñía con impaciencia. —Detente —mis gemidos iban en ascenso. Su oscuridad me envolvía como una suave manta, y en el silencio del bosque, el aire estaba impregnado de la fragancia a tierra húmeda y hojas caídas. Ardian entraba y salía de mí con barbarie, sus ojos brillando como estrellas en la penumbra, eran una dura sentencia. —Estás tan apretada y húmeda para mí —su sonrisa me dio escalofríos—. Quiero romperte.La brisa acariciaba mi piel mientras sus manos estrujaban mis pechos, y un orgasmo de anticipación recorría mi cuerpo como ola brutal. —Ah —arquee la espalda.En ese instante, el mundo se desvanecía; solo existíamos nosotros. Ardian me follaba con un salvajismo que me hacía sentir viva, y cuando sus labios encontraron los míos, todo se tornó en un torbellino lascivo desbordante, me devoró completa. El beso era posesivo, lleno de lujuria, un fuego que parecía consumirnos. Pero en medio de aquella mágica conexión, una sombra se deslizó entre n
ARDIANLos días en las minas del castillo se arrastraban como un castigo, cada golpe de mi pico resonaba en mi mente, brutal, exasperante. La oscuridad de la caverna parecía engullir no solo la luz, sino también cualquier atisbo de alegría, que pudieran mostrar los omega y rebeldes que trabajaban conmigo. Entre el polvo y el sudor, mis pensamientos volaban lejos de aquel lugar, hacia Leni, la única luz que aún iluminaba mi vida. Las manos me dolían, pero el verdadero tormento era el que me corroía por dentro: Nadav, los gemelos Halston, Melisa y yo estábamos atrapados en este infierno, y no sabía nada de mi mejor amigo, Reinhold. Los rumores que circulaban entre los trabajadores de las clases sigma y omega eran inquietantes. Hablaban de mi hermana menor, Leysa, y de mi pequeño sobrino, Don, encerrados en la torre alta del castillo. La imagen de Leysa, desesperada y angustiada, me perseguía mientras golpeaba la roca. Un sudor frío me recorría la espalda al imaginar su sufrimiento. La
LENI—Leni, cariño, siéntate —dijo mi madre, con su voz melódica.Miré a mi padre, que mantenía una expresión seria, y tomé asiento. Desde que me enteré de que era mitad lobo, mis dudas giraron en torno a mis orígenes, ahora que estoy delante de estas personas que dicen ser mis padres, resulta extraño. —Hay algo que necesitas saber, algo que hemos guardado por mucho tiempo —continuó mi madre, su mirada fija en la mía, como si intentara atravesar las murallas que había construido en torno a mi corazón. —¿De qué se trata? —pregunté, sintiendo el latido de mis sienes. La incertidumbre comenzaba a hacer mella en mí. —Cuando naciste, tus abuelos maternos, querían que tu madre te matara —mi padre rompió el silencio con su voz profunda—. Eras vista como una amenaza para su clan lunar. Tu madre y yo tuvimos que fingir nuestra muerte y mandarte al mundo humano para protegerte. —¿Por qué? —La confusión se apoderó de mí. No podía comprender cómo habían llegado a ese extremo. ¿Soy realment