La semana transcurrió con tranquilidad. Durante el día, Amira se sumergía en el trabajo, gestionando las operaciones de La Firma y asegurando que todo marchara según lo planeado para la expansión en Seattle. Mientras tanto, David se dedicaba a sus compromisos en ALFA CORPORATION, aunque su mente volvía a ella con más frecuencia de la que estaba dispuesto a admitir.Las noches eran su refugio. David se aseguraba de que cada velada fuera especial; la llevaba a cenar a los mejores restaurantes de la ciudad, exploraban rincones nuevos o simplemente caminaban por las calles iluminadas de Seattle, disfrutando de la compañía mutua. Sin embargo, había algo que David se negaba a hacer: quedarse en su departamento. A pesar de su deseo de estar cerca de ella, de rodearla con su presencia y reclamarla como suya, no quiso imponer deesa forma su presencia. Para él, era importante que fuera ella quien diera el siguiente paso.La primera vez que se quedó, había sido inevitable, ella en su necesidad d
La luz desapareció y el espacio en blanco comenzó a disolverse. Amira, en medio de su trance, escuchó una voz que le resultaba familiar, distante pero clara, llamándola desde lo lejos.—Ami, Ami, amor, despierta.Era David, su voz suave y preocupada. Amira sintió que volvía a la realidad, y poco a poco, abrió los ojos, encontrándose con el rostro de David, que la miraba con una mezcla de alivio y ternura.—David, ¿qué haces aquí? —preguntó Amira, aún algo desorientada, mientras se incorporaba lentamente.David la miró con una mezcla de alivio y preocupación. Se acercó más y le acarició suavemente el rostro.—Bueno, se suponía que yo debía llegar sobre las cinco de la tarde, pero Vanessa me llamó asustada porque estuviste meditando casi dos horas y no respondías cuando te llamaba. ¿Qué pasó, Ami? —preguntó finalmente, su tono serio pero cargado de cariño.Amira parpadeó, tratando de ordenar sus pensamientos. Había sido una experiencia tan intensa y vívida que le costaba encontrar las p
La Sra. Elliott, con una sonrisa que inspiraba confianza, guio a Amira a una sala privada, decorada con elegancia y un toque de exclusividad que la hacía sentir como una verdadera celebridad. Una vez dentro, Misty se volteó, observando a Amira de arriba a abajo con ojos críticos, pero amables. Amira sintió una ligera punzada de nerviosismo bajo esa mirada atenta, pero no dejó que se notara; levantó la barbilla y mantuvo su postura segura.—Bueno, querida, me presentaré como es debido: soy Misty, para ti, sin formalidades. —dijo la mujer con una sonrisa cálida que pronto se volvió cómplice—. Y, como bien dice tu novio, tú no necesitas un milagro, porque ya eres uno. Mi trabajo será asegurarnos de que ese hombre tuyo pierda la cordura en cuanto te vea.Las palabras de Misty lograron relajar a Amira, quien sonrió con más naturalidad. Había algo en el tono sincero de la mujer que la hizo sentir a gusto, como si estuviera en manos de una amiga.—Gracias, Misty. —respondió Amira, soltando u
David Stone:Salimos del salón de belleza y nos dirigimos a la limusina que nos esperaba. Apenas me acerqué, noté cómo el chofer se quedaba mirando a Amira, prácticamente con la boca abierta. Me tensé de inmediato, y le lancé una mirada que dejó claro que no toleraría ningún atrevimiento. Esa era mi mujer, y aunque no soy del tipo celoso, hay ciertos límites que nadie tiene permitido cruzar.Una vez en la limusina, tomé la mano de Amira y la sentí apretarla con fuerza, su emoción era palpable, y cada tanto se giraba hacia mí con una sonrisa que iluminaba su rostro. Todo el trayecto hasta el helipuerto lo hicimos bajo una atmósfera de expectación y asombro por parte de ella. Subimos al helicóptero y despegamos rumbo a Nueva York, y aunque no le había revelado nuestro destino, cada vez que miraba por la ventana, sus ojos brillaban con fascinación. Había algo casi infantil en cómo apretaba mi brazo o daba pequeños saltitos de emoción; no podía dejar de sonreír al verla así.Nuestro destin
David Stone:La osadía de mi mujer es una de las cosas que más me enloquece, y ella lo sabe. Esa forma descarada de provocarme, de retarme, es lo que hace que quiera enamorarla una y otra vez, como si fuera la primera vez. Es ella, sin lugar a dudas, la única que quiero. Y con vínculo o no, tengo claro que siempre será mía. Esta noche, más que nunca, mi corazón late acelerado y mi cuerpo responde con una necesidad que apenas puedo contener. Estoy tan duro como un mástil, y sé que Amira lo nota, porque cada palabra y cada gesto suyo parece diseñado para tentarme, más y ver hasta dónde puedo resistir.“Muy bien, Amira Gutiérrez, ya es hora de que sepas que eres mi mujer y cuánto te gusta que yo sea tu hombre” -pensé para mis adentros, preparándome para darle la respuesta que estaba esperando.—Pues opino que el joyero estaría encantado de ser la joya más importante de tu colección por el resto de tu vida y en exclusiva —le respondí, atrayéndola hacia mí, rodeando su cintura con fuerza h
Cuando el servicio de habitaciones llegó con el pedido, Amira estaba disfrutando de una ducha reparadora. David, al escuchar el timbre, se levantó y fue a recibir a los camareros. Les pidió que dejaran todo en la sala de estar de la habitación. Luego, se tomó su tiempo para preparar la mesa, asegurándose de que todo estuviera perfecto.Una vez que terminó, colocó toda la ropa que había pedido sobre la cama, imaginando la expresión de sorpresa de Amira al ver todo.Poco después, su Luna salió envuelta en el albornoz del hotel. Al entrar en la habitación y ver la ropa dispuesta sobre la cama, se quedó momentáneamente sorprendida. Cada prenda era una combinación perfecta de estilo y elegancia, reflejando sus gustos a la perfección.Amira sintió una ola de emoción recorrerla y, mientras acariciaba la tela suave de las prendas, pensó: “¿Cómo no amar a este hombre? Así fuera el lobo feroz de Caperucita, me casaría mil veces con él.” En ese momento, su corazón latió con fuerza, llena de amor
El lunes en la mañana, la pareja feliz se topó en la cocina con Ronny, quien al verlos juntos y sonrientes no perdió la oportunidad de hacerle una broma a David.—Sabes que el estar aquí no te va a durar mucho —dijo Ronny, lanzando una mirada de complicidad a Amira.David frunció el ceño y preguntó: —¿Cómo así? ¿Me vas a botar de mi propia casa?Ronny, haciéndose el serio, respondió: —¿Yo? No, ¿Cómo crees, cuñadito? Quien te va a botar es tu suegro, cuando llegue la próxima semana.Amira abrió los ojos y se echó a reír de felicidad al escuchar la noticia, mientras Ronny seguía mirando la cara de David, con unas ganas inmensas de reír a carcajadas al ver el rostro sorprendido del Alfa. David, aún con el ceño fruncido, miró a Amira buscando alguna señal de que fuera una broma. Ella, incapaz de contener la risa, le acarició el brazo y le dijo:—Ay, cariño, no te pongas así. Mi papá siempre ha sido un poquito… protector. —Le guiñó un ojo a Ronny, que seguía disfrutando de la escena.David
El impacto de las palabras de David llenó a Amira de una calidez indescriptible, una chispa que revivía en su interior fragmentos de lo que alguna vez fue. Luego del beso que compartieron, ella rió feliz, sorprendida de que esa sensación de familiaridad regresara sin esfuerzo alguno. Sabía que sus recuerdos volvían de manera inconsciente, como destellos en medio de la niebla, y eso no solo le daba esperanza, sino también la seguridad que necesitaba para seguir adelante, para confiar plenamente en lo que estaban reconstruyendo juntos.—Te amo, David... mi Zeus olímpico —dijo suavemente, susurrando la última parte con ese toque de cariño que siempre hacía palpitar el corazón de David. Antes de que él pudiera responder, Amira se inclinó hacia él y lo besó, más profundamente esta vez, transmitiéndole toda la emoción que no necesitaba palabras para expresar.Al separarse, David la miró intensamente, y sus ojos brillaban con una mezcla de dorado y rojizo, como si sus emociones se reflejaran