El lunes en la mañana, la pareja feliz se topó en la cocina con Ronny, quien al verlos juntos y sonrientes no perdió la oportunidad de hacerle una broma a David.—Sabes que el estar aquí no te va a durar mucho —dijo Ronny, lanzando una mirada de complicidad a Amira.David frunció el ceño y preguntó: —¿Cómo así? ¿Me vas a botar de mi propia casa?Ronny, haciéndose el serio, respondió: —¿Yo? No, ¿Cómo crees, cuñadito? Quien te va a botar es tu suegro, cuando llegue la próxima semana.Amira abrió los ojos y se echó a reír de felicidad al escuchar la noticia, mientras Ronny seguía mirando la cara de David, con unas ganas inmensas de reír a carcajadas al ver el rostro sorprendido del Alfa. David, aún con el ceño fruncido, miró a Amira buscando alguna señal de que fuera una broma. Ella, incapaz de contener la risa, le acarició el brazo y le dijo:—Ay, cariño, no te pongas así. Mi papá siempre ha sido un poquito… protector. —Le guiñó un ojo a Ronny, que seguía disfrutando de la escena.David
El impacto de las palabras de David llenó a Amira de una calidez indescriptible, una chispa que revivía en su interior fragmentos de lo que alguna vez fue. Luego del beso que compartieron, ella rió feliz, sorprendida de que esa sensación de familiaridad regresara sin esfuerzo alguno. Sabía que sus recuerdos volvían de manera inconsciente, como destellos en medio de la niebla, y eso no solo le daba esperanza, sino también la seguridad que necesitaba para seguir adelante, para confiar plenamente en lo que estaban reconstruyendo juntos.—Te amo, David... mi Zeus olímpico —dijo suavemente, susurrando la última parte con ese toque de cariño que siempre hacía palpitar el corazón de David. Antes de que él pudiera responder, Amira se inclinó hacia él y lo besó, más profundamente esta vez, transmitiéndole toda la emoción que no necesitaba palabras para expresar.Al separarse, David la miró intensamente, y sus ojos brillaban con una mezcla de dorado y rojizo, como si sus emociones se reflejaran
Iván Dimitrish Romanov, último de los Enteros, fue creado hace siete siglos. Su especie, de la que solo los más antiguos tienen memoria, es conocida por su nombre olvidado en las sombras del tiempo: Enteros. Una raza tan singular que no puede ser catalogada ni comprendida por los mortales o incluso por criaturas antiguas y mágicas. Se dice que Iván ha muerto y renacido dos veces, y que volverá a hacerlo cuando el tiempo lo exija. Los Enteros han desarrollado la habilidad de adoptar cualquier forma, mezclándose con la especie que elijan por el tiempo que deseen. Sin embargo. En su estado auténtico, su apariencia es tan ajena y perturbadora que pocas criaturas han vivido para describirla. Son una raza nacida de un tiempo anterior a la memoria, y su presencia es la encarnación misma del misterio. Sus ojos son lo primero que cautiva, pues en ellos danza el origen de la vida misma. Sin un color estable ni límites en su profundidad, estos ojos se describen en antiguos textos de criaturas má
El lunes por la mañana, David se despidió temprano de Amira, quien aún lucía una sonrisa soñolienta. -Debo viajar a Europa por unos días, -le dijo, su voz envolvente llena de ternura. -Esta vez voy solo, por la urgencia de los negocios y porque quiero que pases tiempo con tus padres. Pero después, iremos juntos. Es una promesa, mi amor."Amira sintió un hormigueo en el estómago mientras él la abrazaba, sus labios encontrándose en un beso apasionado que le dejó un calor en el pecho. Cuando David se separó, sus ojos dorados reflejaban la determinación de un Alfa que siempre estaba dispuesto a proteger a los suyos.-Cuídate. -murmuró ella.David asintió y salió, cerrando la puerta tras de sí. En la entrada del edificio, Román lo esperaba, con una expresión seria. - ¿Listo para la primera parada? -le preguntó, David asintió, sintiendo la responsabilidad proteger a su manada.—Todo está en marcha para la reunión con el consejo —dijo Román, su voz tensa mientras miraba por la ventana del co
Zeus, la imponente forma de lobo de David, apareció en el centro de la sala de la mansión en una transformación instantánea. Su rugido resonó con una fuerza que hizo temblar las paredes, y todos los lobos a su servicio, al sentir la intensidad de su furia, se apresuraron a presentarse ante él con la cabeza baja en señal de sumisión. La ira del Alfa era un torrente imparable, y en su conexión mental, transmitió un mensaje firme, cargado de autoridad:—¿Quién se atrevió a quitar las cosas de mi Luna? —bramó, su voz colmada de furia—. Quiero todo en su lugar inmediatamente. Y a quien no le guste, que se vaya. Esta es la casa de la Luna, Amira Gutiérrez, y de nadie más.Los empleados, transformados en lobos, murmuraban nerviosos y retrocedían bajo el impacto de su aura, temiendo el peso de su enojo. Una loba anciana, que había presenciado la escena inicial y conocía al verdadero culpable de ese ultraje, se adelantó con precaución. Con voz temblorosa, pero llena de intención, se disculpó,
Mientras Dalia y Harry Wood conversaban, David, aprovechando la oscuridad de la noche sin luna, se dirigió sigilosamente hacia la cabaña de Astra. Al llegar, se vistió y golpeó la puerta con suavidad.—Adelante, Alfa —respondió Astra, su voz serena y profunda resonando en la penumbra.David entró, y la cálida luz de las velas iluminó su rostro, revelando la intensidad de su expresión. Astra le hizo un gesto para que tomara asiento.—Hoy nuestra conversación será más larga que lo habitual —anunció Astra, —. Espero que hoy seas más paciente.—Lo intentaré —replicó David, intentando controlar su inquietud—. Pero realmente estoy muy ansioso. Algo en mi interior me dice que debí haber traído a mi Luna conmigo.Astra lo observó en silencio por un momento, midiendo sus palabras con cuidado. —La conexión que sientes es poderosa, Alfa. La Luna tiene un papel crucial en tu vida y en la de tu manada. Astra acomodó su túnica y continuó, sin apartar la mirada de David.—Esa ansiedad que sientes, e
Harry Wood llegó a Seattle el miércoles de esa misma semana. Dalia lo esperaba en el aeropuerto, recibiéndolo con una cálida sonrisa. Juntos se dirigieron al hotel donde el Sr. Wood se hospedaría. Después de una tarde de sexo apasionado, ambos comenzaron a planear su estrategia.—Escúchame bien, mi querida florecita. Teniendo en cuenta que lo que has hecho es, francamente, un desastre, desde ahora yo estoy a cargo. Hay ciertas cosas que debes tener claras —dijo Harry con tono firme.Al escucharlo, Dalia torció la cara en una mueca de desagrado. Sabía que tenía razón y que necesitaba su ayuda, así que simplemente asintió en silencio.—Para empezar, tienes prohibido presentarte ante Amira —continuó él pausadamente—Mucho menos debes mencionar que tú y yo nos conocemos. Segundo, quiero que crees algunas distracciones para mantener al Alfa ocupado en su manada.Dalia, que llevaba tiempo queriendo hacer unas preguntas, aprovechó la oportunidad para formularla:—¿Qué es lo que quieres, Wood?
El lunes, Amira recibió una llamada inesperada de su amigo Harry Wood. Al atender, su voz fue profesional, pero amable.—Hola, buenos días. Amira Gutiérrez, ¿con quién tengo el gusto?Del otro lado, una voz familiar y cálida le respondió:—¡Hola, mi querida Srta. Gutiérrez! ¿Cómo está? —dijo Harry, con una alegría sincera en el tono—. Qué pena me da saber que ni siquiera ha registrado mi número, cuando yo me sé el suyo de memoria —añadió en un tono cariñoso, con una pizca de reproche.—¡Harry! Qué gusto oírte —respondió Amira, riendo—. Discúlpame por eso; prometo que no volverá a pasar. Te registro enseguida. Cuéntame, ¿cómo estás? ¿Dónde estás? No me digas que, en Seattle, porque algo me dice que sí —bromeó, con una intuición certera.Las palabras de Amira tocaron a Harry profundamente, alimentando aún más sus sentimientos hacia ella. "Es perfecta: intuitiva, cariñosa… por eso la quiero tanto", pensó, mientras contenía una sonrisa.—Pues, fíjate que sí —contestó—. Estoy en esta bella