Desde el ángulo en el que estaban los demás presentes, la escena parecía la de un gesto caballeroso, propio de un hombre atento que estaba cuidando a su invitada. Pero Román, que estaba justo detrás de David, y Ronny, que observaba a un costado, entendieron perfectamente la realidad de la situación.Amira no había perdido el equilibrio por accidente. Había sido una provocación deliberada, un movimiento calculado para acercarse a David. Sus cuerpos apenas se rozaron, pero fue suficiente para que él aspirara su aroma y se inclinara ligeramente, acercándose a ella de forma instintiva. Román vio claramente el fuego en los ojos de David y la sutil sonrisa en los labios de Amira. Este juego no era nuevo para él; ya los había visto antes compartir miradas intensas y gestos furtivos, pero en aquel entonces Amira sabía quién era David para ella. Ahora, sin embargo, las cosas eran diferentes. La Luna no lo recordaba, pero su cuerpo sí.Para Román fue sorprendente ver la dinámica entre ambos. Du
Amira se acomodó nuevamente en su silla, como si la reunión no hubiera llegado a su fin, dejando a Román y Ronny perplejos. Ambos intercambiaron miradas sorprendidas antes de que Román finalmente rompiera el silencio.—¿No vas al almuerzo? —preguntó, aun intentando comprender la situación.Amira levantó una ceja, mostrando una sonrisa suave pero firme. —No, el Sr. Stone quiere seguir trabajando, así que... —respondió con naturalidad, mirando a Ronny—. Por favor, Ronny, pide comida a domicilio. Para mí, comida china; para el Sr. Stone, carne, término medio y que pongan doble ración. El Sr. Smith te indicará lo que desea, y tú pide lo que prefieras. Trabajemos mientras llega la comida.Las palabras de Amira resonaron en la sala con una autoridad innata, sin necesidad de alzar la voz. Los tres hombres quedaron momentáneamente enmudecidos, asimilando la escena. Sin que ella misma lo supiera, su autoridad de Luna había vuelto a manifestarse, una energía que imponía respeto y orden. Para Da
David abrió la puerta del Lamborghini negro, y Amira subió con total naturalidad, sin mostrar signos de incomodidad, aunque la tensión era palpable. Él rodeó el auto, se acomodó en el asiento del conductor y encendió el motor, poniéndose en marcha rumbo al departamento de Amira. El silencio los envolvía, solo interrumpido por el suave ronroneo del motor. Amira fue la primera en romperlo.—Sr. Stone, yo...—David, dígame David —la interrumpió con suavidad, tratando de sonar casual, aunque el dolor de verla levantar nuevamente sus defensas lo atravesaba—. Trabajamos juntos, y quiero que no seamos tan formales, por favor.Amira asintió y continuó. —Bueno, David. Puede decirme Amira, y así estamos parejos. —Hubo un leve amago de sonrisa en su rostro, pero la incomodidad seguía ahí, latente. Ella respiró hondo y se armó de valor para continuar—. Quiero hacerle unas preguntas, y, por favor, no me lleve todavía a mi casa. Conversemos, ¿sí?David sintió un vuelco en el corazón, casi frena el
Amira respiró hondo antes de hablar, su voz cargada de un nerviosismo que no podía disimular.—David, Vane me dijo en el hospital que usted y yo éramos más que socios de negocios... incluso insinuó que prácticamente vivíamos como si fuéramos un matrimonio. Pero... —su voz se quebró un poco— yo no lo recuerdo. De hecho, cuando traté de hacerlo, me desmayé. Es como si hubiera una barrera, como si... hubiera algo que no puedo ver. Pero es evidente que, si hubo algo entre nosotros, yo no lo recuerdo, aunque mi subconsciente parece que sí...Las palabras se apagaron cuando un sollozo la interrumpió, y sus ojos se llenaron de lágrimas. El dolor y la impotencia que había intentado contener finalmente se desbordaron. Sin pensarlo dos veces, David dejó su puesto y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos. Por primera vez, se permitieron esa cercanía sin miradas indiscretas, sin barreras ni pretensiones.Amira no lo rechazó, al contrario, se dejó abrazar, apoyando su cabeza en el pecho de Da
Amira despertó sintiendo un calor reconfortante a su alrededor. Estaba abrazada a algo firme y cálido, y por un momento, pensó que aún seguía soñando. Pero al abrir los ojos lentamente, se dio cuenta de que no era así. Se sorprendió al ver que era el cuerpo de David el que estaba entrelazado con el suyo, y que ella lo rodeaba sus brazos como si se aferrara a un salvavidas en medio del mar.Su primera reacción fue de sorpresa, sus ojos se abrieron más mientras su mente procesaba la situación. Pero al mismo tiempo, no podía negar que sentirse así, abrazada a él, le daba una paz que no había sentido en mucho tiempo. Así que, en lugar de separarse de inmediato, se permitió disfrutar el momento un poco más. El pecho de David subía y bajaba de manera tranquila, y su respiración era profunda, lo que indicaba que aún estaba dormido.Todo estaba bien hasta que su mirada, moviéndose sin intención, bajó por el torso de David, reparando en sus pantalones. Ahí, justo bajo la tela, se encontraba un
La semana transcurrió con tranquilidad. Durante el día, Amira se sumergía en el trabajo, gestionando las operaciones de La Firma y asegurando que todo marchara según lo planeado para la expansión en Seattle. Mientras tanto, David se dedicaba a sus compromisos en ALFA CORPORATION, aunque su mente volvía a ella con más frecuencia de la que estaba dispuesto a admitir.Las noches eran su refugio. David se aseguraba de que cada velada fuera especial; la llevaba a cenar a los mejores restaurantes de la ciudad, exploraban rincones nuevos o simplemente caminaban por las calles iluminadas de Seattle, disfrutando de la compañía mutua. Sin embargo, había algo que David se negaba a hacer: quedarse en su departamento. A pesar de su deseo de estar cerca de ella, de rodearla con su presencia y reclamarla como suya, no quiso imponer deesa forma su presencia. Para él, era importante que fuera ella quien diera el siguiente paso.La primera vez que se quedó, había sido inevitable, ella en su necesidad d
La luz desapareció y el espacio en blanco comenzó a disolverse. Amira, en medio de su trance, escuchó una voz que le resultaba familiar, distante pero clara, llamándola desde lo lejos.—Ami, Ami, amor, despierta.Era David, su voz suave y preocupada. Amira sintió que volvía a la realidad, y poco a poco, abrió los ojos, encontrándose con el rostro de David, que la miraba con una mezcla de alivio y ternura.—David, ¿qué haces aquí? —preguntó Amira, aún algo desorientada, mientras se incorporaba lentamente.David la miró con una mezcla de alivio y preocupación. Se acercó más y le acarició suavemente el rostro.—Bueno, se suponía que yo debía llegar sobre las cinco de la tarde, pero Vanessa me llamó asustada porque estuviste meditando casi dos horas y no respondías cuando te llamaba. ¿Qué pasó, Ami? —preguntó finalmente, su tono serio pero cargado de cariño.Amira parpadeó, tratando de ordenar sus pensamientos. Había sido una experiencia tan intensa y vívida que le costaba encontrar las p
La Sra. Elliott, con una sonrisa que inspiraba confianza, guio a Amira a una sala privada, decorada con elegancia y un toque de exclusividad que la hacía sentir como una verdadera celebridad. Una vez dentro, Misty se volteó, observando a Amira de arriba a abajo con ojos críticos, pero amables. Amira sintió una ligera punzada de nerviosismo bajo esa mirada atenta, pero no dejó que se notara; levantó la barbilla y mantuvo su postura segura.—Bueno, querida, me presentaré como es debido: soy Misty, para ti, sin formalidades. —dijo la mujer con una sonrisa cálida que pronto se volvió cómplice—. Y, como bien dice tu novio, tú no necesitas un milagro, porque ya eres uno. Mi trabajo será asegurarnos de que ese hombre tuyo pierda la cordura en cuanto te vea.Las palabras de Misty lograron relajar a Amira, quien sonrió con más naturalidad. Había algo en el tono sincero de la mujer que la hizo sentir a gusto, como si estuviera en manos de una amiga.—Gracias, Misty. —respondió Amira, soltando u