•Me salvaste•—¡Felices Diecinueve Melissa!— sonrío tallándome los ojos. Bostezo un poco antes de salir de la cama. Me encantaría quedarme recostada a disfrutar de las cuatro cobijas con las que intento, el frío no me cale en los huesos. Finn da pequeños saltos en mi cama provocando que el colchón viejo rechine.— Anda baja, no quiero que el colchón se arruine— le ayudo a bajar.—¡Date prisa! Mamá está horneando un pastel— mi corazón da un vuelco. Pensé que esté año no tendría uno.Corro hacia el pequeño armario. Por la noche había planchado el suéter guinda que usé en la cena de navidad. Me coloqué unos pantalones claros, estos tenían un pequeño agujero en la zona de la rodilla derecha, por suerte aún me servirían un par de meses más. Salí de mi habitación entrando al cuarto de baño. Hice una mueca, en el lavabo solo quedaba una delgada tira de jabón, la tomé rebuznando.«Nota mental; comprar jabón para manos»Me cepillé los dientes y prime un poco mi cabello. La mejor decisión que t
De pronto dejé de respirar. El mismo auto que casi chocaba minutos atrás, pasó a un lado de mí a toda velocidad. Exclamé un sonido de terror al verle perder el control y dar una vuelta por el pavimento. Estaba a cinco minutos del vecindario. Alrededor no había más que campo.— Maldito siete de enero— grité corriendo hacia el auto. Tenía miedo. ¿Y si lo siguieron y los demás matones vendrían?Quería seguir corriendo. Llegar a casa de Martha y pedirle que nos llevará en su vieja carcacha hacía el departamento. Incluso estaba dispuesta a gastar el dinero de la cena en un taxi. Pero no, mi maldito corazón de pollo no pudo dejar, a quién sea que haya estado manejando el auto —y que posiblemente siga con vida— allí.Me agaché, tragué saliva, había un hombre adentro. No sabía que hacer. No escuchaba sonidos de patrullas o ambulancia y mi jodido teléfono no servía.—Sa… sácame de aquí— le oí susurrar con voz ronca. Mis manos temblaron. Con todas mis fuerzas abrí la puerta.—¿Estás herido?— ¿E
Al salir siento el estómago revuelto y sin más agacho la cabeza para vomitar. Suelto lo poco que ingerí este día y la ilusión que tenía por cenar cereal con leche desaparece. Solo cuando el temblor en mi cuerpo disminuye, y el asco desaparece, es que me permito mirar a mi alrededor. No hay señales de un alma. Solo las marcas que dejaron los neumáticos de esos autos en el asfalto. Los huesos me duelen, el frío me quema en la piel de mis mejillas pero aún así, regreso la cabeza hacia el contenedor.— Iré a pedir ayuda— le digo al hombre que parece, perderá la consciencia en cualquier momento.—No— menciona cuando ya me he puesto de pie.— En el bolso de mi saco…— toma un respiro largo. —Hay un reloj, atrás, presiona un botón— Fruncí el ceño. Quizás estaba alucinando. Metí rápidamente la mano a su abrigo inclinándome. Saqué el reloj y en efecto, no tenía nada que lo cubriese en la parte de atrás, y se podía ver un pequeño botón marrón. Lo oprimí, una pequeña lucecita roja apareció a lado
—¡Déjenme bajar!— grito tratando de acercarme al seguro de la puerta.—A ningún lado palomita. Viste algo que no debiste de ver. Que mala suerte tienes— se carcajea el hombre de coleta.— Duermanla y asegúrense que el Sheriff elimine la evidencia en las cámaras de seguridad— niego sollozando. Aprietan una toalla húmeda con una especie de olor extraño cubriendo mi boca y nariz, empiezo a sentir letargo en cada extremidad, un pitido se extiende alrededor de mis oídos.….Mi cabeza palpita, y siento una enorme somnolencia. Pequeños llantos me hacen ser consciente totalmente de lo que pasa.Mis ojos se cristalizan nuevamente. Estoy en una enorme habitación con literas al fondo. Una chica llora en una esquina, trae puesto un atuendo demasiado corto. Y las otras cuatro que le acompañan están tratando de consolarla.—¿En dónde…estoy?— pregunté aterrada.Una mujer de cabellos rojizos se me acercó. Su mirada se mantuvo sería en todo momento.—Antes solía decirle a las nuevas que sentía mucho,
Salí del despacho entrando la noche. No dejaba de darle vueltas al asunto de la familia, ¿Casarme? Eso no estaba en mis propósitos de año nuevo.Había llegado a los veintiocho siendo el futuro líder de la Riktigt hem ( casa Real).Y todo sin la necesidad de una esposa. No planeaba revelarme ante mi padre, él más que nada lo comprendía; comprendía que después de ver cómo mataban a mamá frente a mis ojos, no pondría en peligro a ninguna mujer nunca más. Él lo hizo, sabía el riesgo, se casó y no solo para crear descendencia, si no, por amor.—El amor debería ser un pecado. Y su penitencia debería ser el olvido—. Abrí la puerta de mi habitación.El costoso reloj de oro en mi muñeca marcaba casi media noche. Por fin me iría de está cuidad mañana a primera hora, Angus ya debe haber llegado a Berna. Anderson piensa que estoy muerto, no puedo arriesgarme a que descubra la verdad.Respiro profundo. De no haber sido por esa chica, estaría tres metros bajo tierra. Ahora que estoy recuperado, y q
—Debes estar bromeando. Ni siquiera haz visto a las demás. A parte no es muy agraciada, la dejamos sin comer dos días pero sigue gorda— cerré los ojos obligando a mi poco auto control a llevar las riendas. No podía crear sospechas sobre mi interés en la muchacha.—¿Cuántos años tiene?— pregunté lo que ya sabía. — No pasa de los veinte. Es de las nuevas, y vaya que da pelea, es todo una fiera— balbuceó acariciándole la mejilla. —Pero detrás de ello puede haber una fiera. Te la dejo en veinte mil. Por ser tu primera compra— Asentí. Le hice una seña a uno de mis hombres para que transfiriera la cantidad.—No acepto devoluciones. Los cubículos están arriba por si quieres probarla. Una vez firmes por ella deja de serAsunto mío.Melissa, ese era el nombre que tenía sus documentos. Su mirada reflejaba miedo, cansancio posiblemente por la droga que circulaba en su sistema. Hice una mueca. Afuera estaba nevando y solo llevaba un conjunto de lencería rojo que resaltaba los pequeños lunares y p
Una hermana perdida, siempre será una hermana. Años atrás. Giovanny Arcuri: — ¿Así que tenía una hermana? Confiesa padre. — Es una historia a parte de la nuestra Giovanny. Pero si querés saberlo. Sí, tenías una hermana. .... — No quiero morir— susurré al vacío de la noche. Apenas tenía fuerzas para mantener una brecha entre abierta en mis ojos. Podía oler la sangre, la humedad del musgo y la hierba llena de rocío. No sabía que hora era, mucho menos el día. Algo me decía que la madrugada pronto terminaría y el sol calentaría mi cadáver en cuanto mi alma, decidiera escapar de mi cuerpo. Un sollozo se atoró en las paredes secas de mi garganta. El frío había cubierto cada centímetro de mi ser. Podía sentir aún los dedos de mis manos, descansando sobre mi vientre. Mi vientre. «Lo siento tanto» Una nueva lágrima descendió por mi mejilla. — Lo siento tanto bebé— Abrí mis ojos con fuerza. Un dolor fuerte picó en mi pecho y cabeza. Tan fuerte que me fue imposibles respirar, pensar o a
—¿No te gustó la rubia? Es de las más hermosas del Kristallvind— Sonrío de lado negando lentamente con la cabeza. Tomo un sorbo al agua mineralizada dejándola sobre la barra. La hermosa mujer que intentó hipnotizarme con su escultural cuerpo, me dedica una mirada de reproche desde el otro lado del Pub. No me interesa en lo más mínimo, y sus intentos por cautivarme, estuvieron lejos de la sutileza, puesto que parecieron, vulgarmente déspotas. — Vine por Negocios Izan. Mi tiempo es esencial. Agradecería ser directos en esto de una buena vez por todas— mi voz se tornó un poco seca. Llevaba más de una hora escuchando la música ruidosa de fondo, llamando la atención de cualquiera y mi enojo empezaba a crecer. — El mercado negro nunca a sido uno de tus intereses principales. Pero Practar debió mencionarte sobre el Proyecto Dött hav— respiro profundo asintiendo con la cabeza.— Esa es la razón por la que estoy aquí. Si dejo el camino libre para que otro maldito como yo, entre en esto. Se c