—¿No te gustó la rubia? Es de las más hermosas del Kristallvind— Sonrío de lado negando lentamente con la cabeza. Tomo un sorbo al agua mineralizada dejándola sobre la barra. La hermosa mujer que intentó hipnotizarme con su escultural cuerpo, me dedica una mirada de reproche desde el otro lado del Pub. No me interesa en lo más mínimo, y sus intentos por cautivarme, estuvieron lejos de la sutileza, puesto que parecieron, vulgarmente déspotas. — Vine por Negocios Izan. Mi tiempo es esencial. Agradecería ser directos en esto de una buena vez por todas— mi voz se tornó un poco seca. Llevaba más de una hora escuchando la música ruidosa de fondo, llamando la atención de cualquiera y mi enojo empezaba a crecer. — El mercado negro nunca a sido uno de tus intereses principales. Pero Practar debió mencionarte sobre el Proyecto Dött hav— respiro profundo asintiendo con la cabeza.— Esa es la razón por la que estoy aquí. Si dejo el camino libre para que otro maldito como yo, entre en esto. Se c
Richmond Virginia - Aeropuerto (2019). «¿No te gustó la rubia?» Llegaba a mí ese recuerdo. Yo no amaba como otro humano. Quién me guío ante el mundo que me rodea, mencionó algo que jamás olvídaré. La única vez que salió de sus labios. — Desearás el cuerpo de mil mujeres, vendrá un momento donde tu deseo se calme, dónde nada te atraiga hasta que ella aparezca. La pareja destinada a tu espíritu, por quién serás capaz de crear una guerra, por quién serás capaz de matar a cientos de soldados con tal de protegerla. Y cuando ese momento llegue, el Mörkrets riddare tendrá por fin, una debilidad. Había dejado de sentir deseo por un cuerpo femenino hacía casi una década, en el instante en qué comprendí lo que estaba pasando, me llené de una ira incontrolable, una rabia interior, no por lo que significaba, no por saber que mi espíritu estaría atado a un alma mortal. Si no, porque por primera vez en mis siglos de vida, tendría una debilidad. Una maldita infernal debilidad. — Mira eso, ya va
—¿Akera me estás escuchando? Pareces algo ida— Me aclaré la garganta. — Claro, estoy bien solo, estaba pensando. —¿En el trabajo? Llevas un mes allí. ¿De verdad es tan estresante?— Negué. — Todo está bien. Solo estoy revisando los diseños de la revista. — Iré con Sasha al pub está noche. ¿Quieres venir?— Negué con la cabeza. — La señal de la red no está funcionando muy bien en el departamento. Creo que iré a un Cibercafé. — Solías salir de fiesta seguido. Tu papel de adulta responsable es admirable— Se burla perdiéndose entre los pasillos de la sala. Cuánto más tiempo pasaba, más peso en mis hombros cargaba. No podía ir a divertirme con mis amigas porque el alcohol estaba prohibido para mí. Llevaba más de dos meses de embarazo y la cita con el médico que me haría el aborto se había retrasado por el mal clima hasta la siguiente semana. Daniela hizo algunos arreglos en su habitación para cuidar de mi al menos un par de días. Mi coartada sería ayudarla con algún resfriado. El tra
—¿Tienes todo listo? Debemos actuar rápido. Interceptar ese camión es nuestro primer paso. — Tengo la ruta. Será complicado abrir la caja de seguridad. — Pensé que eras un experto en eso Evander. — Los explosivos son lo mío, sin embargo no podemos arriesgarnos a que la carga dañe el material del disco USB. — Puedo romper la caja, ¿Por qué te preocupas por eso? — No dudo de tu fuerza Rowen, lo que me preocupa va más allá de los malnacidos cerdos que están trabajando en esta operación. —¿Hablas de civiles?— Reí negando con la cabeza. En nuestras malditas conciencias iban tantos inocentes que había perdido el interés de contar o si quiera pensar en ello. — Las rutas son transitadas, es como si llevarán un maldito camión blindado de billetes. — Y en lugar de ello llevan un arma que podría crear la próxima guerra mundial. ¿Irónico no? — Vacile. — ¡A la mierda Rowen! ¿Por qué lo aceptaste? Jamás te haz inmiscuido en los intereses de los demás. Vives bajo sombras. ¿Por qué ahora de
Al punto de escuchar su torturoso corazón. Era ella, la mujer de mis sueños, la castaña de ojos como la naturaleza de un bosque. La falda que caía sobre sus rodillas se balanceaba de un lado a otro por el inesperado viento. Y la oscuridad del atardecer empezaba a asomarse por los extremos. Sentí una ira indescriptible, con velocidad golpee al tipo que la tenía sujeta lanzándole en un impacto mortal. Sentí los huesos de su rostro romperse cómo migajas en mis manos. — Maldito— Esquivé los golpes del segundo mercenario rompiéndole el cuello. Mi respiración subía y bajaba de forma errática. Sentí una energía indescriptible navegar por mis corrientes de sangre internas. La mujer de cabellos castaños temblaba mirándome con terror. — Dame el USB. No voy a lastimarte— Tragó saliva sacando el artefacto envuelto en sus delgados dedos. — Volveremos a vernos— Fue lo único que alcancé a encajar. Ella corrió hacia el otro lado de la calle. — ¡Rowen! Hay que irnos, están rodeando todo el perím
Seguí observando a los demás mientras se levantaba una encuesta para la organización de datos. De pronto algo llamó mi atención. Un pequeño desastre al final de la estancia, había terminado en documentos sobre el piso, alguno que otro anaquel de almacenamiento y una chica furiosa reclamandole a otra. Fruncí el ceño. El cuerpo pequeño de la chica de cabello negro me atraía más de lo que debería. Cabello como la noche, largo hasta la cintura completamente lacio. Un fleco que ocultaba parte de su rostro. Y la ropa holgada en un estilo gótico. Sonreí de lado. — ¿De qué área son? — Pregunté a una asistente señalando al fondo. — Ingeniería, tecnología y cableado. — Es todo, no diga más. ¿Podría por favor despejar el área y dejar a esa sección aquí? La holandesa me miró confundida. Después asintió dirigiendo instrucciones a los demás técnicos. Salí junto con los demás para no levantar sospechas. Aunque era todo lo contrario, me quedaría a un lado, escuchando. —¿Por qué nos dejó aqu
—¡Amanda en qué estabas pensando! — ¡No me grites! Te escucho perfectamente Marcel. —¿Entonces en qué estabas pensando? Venir aquí, a lado de la futura esposa de Arcuri. Ni puedo creer que estés hablando en serio. — Es mi amiga no iba a dejarla sola. Mucho menos en este lugar. Pero es tan húmedo— se quejó. — Prefiero el ambiente cálido. — Eres una tonta— La abrazo con fuerza. — ¿De verdad tomaste ese barco? — Uno demasiado horrible a decir verdad. Hablando de los mareos tan molestos. ¿Cómo dejaste las cosas en casa? — Daniel y Oliver están bien si eso es lo que te preocupa. — Está bien. Admito que debí decirte lo que planeaba hacer pero, la situación no era las más mejor de todas. — Estamos muy lejos de casa. Rodeados de personas muy peligrosas Amada. — ¿Más peligrosas que tú? — Pequeña, no sabes cómo voy a castigarte— Sonreí de lado. Ella tragó saliva. — Si me dieras una pista quizás... — Primero, voy a quitarte la ropa, después te abriré de piernas sobre la mesa. —¿Me
Leinad Grossver. —¿Qué haces? Me siento bastante bien— Murmuré en su oído. Me había recuperado casi por completo. Él sabía cuánto odiaba que me cargará. — ¿A dónde me llevas?— Se dirigía a otra sección de su departamento que no conocía del todo. Después de que la tormenta paró, y de que estuviese un par de días en observación en el hospital central. Me había consentido en su departamento. — Mi hermosa Panda. Te dije que cuando te recuperarás. Nos íbamos a divertir. ¿O no?— Tragué saliva nerviosa. Un extraño sentimiento de calor se extendió por todo mi cuerpo. La habitación se encontraba en completa oscuridad. Un pensamiento absurdo y hasta cierto punto encantador, envolvió mis sentidos. — Dime que no es lo que creo que es. — Es más de lo que crees que es. Abrí mi boca impresionada. Al encender la luz pude notar lo hermoso que se encontraba todo. —¿Qué es este lugar? —Le llamo nuestro paraíso — Fuera de ser una habitación con algo sexual. Dentro la decoración parecía sacada d