Quédate.No entendía que estaba pasando. Ni Logan y mucho menos Breyden quisieron darme una respuesta. Estaba cansada de las dudas, de las mentiras. Breyden se fue en cuanto tuvo la oportunidad, ni siquiera se despidió de su madre. Mientras tanto trataba de evadir las miradas bochornosas que la morena me hacía. Era más que obvio, no me había visto por la mañana al despertar.Suspiré cansada, tomé un libro de mi maleta y me dispuse a leerlo a un lado de la sala. Mi amiga salió con mi pequeño a pasear por el jardín, no quería ver al rubio, una parte de mi sabía que ocultaba algo, y no estaba segura de querer averiguarlo.—Entra pequeño— levanté la vista, mi bola de pelos corrió hacia mi saltando al sofá.Suspiré, hace un par de horas me había tomado la pastilla anticonceptiva. Esperaba que no pasará tanto tiempo.—Hola, te divertirse allá afuera por lo que veo— acaricié su cabeza haciendo que esté se recostara en mis piernas.—Bueno, ¿Ahora me contarás?— preguntó Adel tomando asiento a
Llevaba una semana en el departamento de Breyden. Cuando regresó con Hunter y mi maleta llegó con un ojo cerrado y un par de golpes.Había peleado con Logan. Ahora no me quedaba duda de que, no era bueno para mí en ninguna forma.Cerré mis ojos abrumada. Deseaba irme de vuelta a mi hogar.A veces el rubio salía durante noches enteras, en cierta forma extrañaba a Adel. En estos días descubrí algunas pinturas y cuadros abandonados en el cuarto de limpieza. Brey comentó que el antigüo inquilino era pintor y había dejado algunos materiales olvidados.No sabía que era buena pintando hasta que decidí intentarlo. El primer cuadro no fue algo difícil, tomé un lienzo pequeño y dibujé una flor. Colores pasteles, simple, delicado, fino. Cuando me dí cuenta ya tenía tres diferentes cuadros.Respiré profundo saliendo de mis pensamientos. Me acerqué a la cocina del rubio.—Bien Hunter, ¿Qué tal unasGalletas?—. Busqué los ingredientes para hacer galletas. Sonreí al juntar bombones y chocolate. Días
•Entre sombras•En ocasiones nos sentimos envolvernos entre sombras, entre lazos de oscuridad infinita, lazos que queman, que aprietan, que te limitan.Justo ahora me sentía en medio de un escenario completamente negro, donde todos mis demonios volaban alrededor de mí cabeza, susurrando los peores miedos que existen en mi cabeza.Estaba desesperada, sin embargo sabía que llorar o temer, haría de esto más difícil. Había despertado en un cuarto muy pequeño, no sabía en donde estaba Adel, no siquiera sabía cuánto tiempo llevaba aquí.Escuchaba voces, risas, incluso el partido de fútbol desde alguna televisora. Trataba de mantener la calma, respirar, aminorar el temblor de mi cuerpo.Mis manos estaban esposadas, mis piernas sujetas con la misma cinta que cubría mis labios.¿Pensaba en la muerte?, Llegué a desearla antes, llegué a querer acariciarla cuidadosamente, fundirme con ella, ser parte de ella. Pero ahora, ahora no quería nada que viniera de ella.Pasé por los momentos más difíc
•Estación cuatro•Me había equivocado tantas veces a lo largo de mi vida y a mi corta edad, que ahora, me cuestionaba sobre aquello que pude haber cambiado en su momento. Ridículo, pensar en el pasado cuando quizá esté a punto de no tener un futuro.Pero fue así desde el primer momento, fue así desde el primer instante en que creí haberlo lanzado todo a la borda. Los seres humanos somos unos tercos sin remedio cuando de cerrar ciclos se refiere. Cuando de superar, se refiere.Nos empeñamos a aferrar una parte de nuestro pasado como su de un collar se tratasen.Y a pesar de todo, me siento bien, me siento jodidamente bien. Obligo a mi mente a dejar atrás los malos pensamientos, tal y como lo trate durante tantos meses en terapia, durante todo mi proceso para estar bien conmigo misma. Para darme cuenta de que no necesitaba ser perfecta para formar parte del mundo, no, al contrario, el mundo necesitaba llenarse de almas complejas, para superarse a si mismas, para volverse parte de él.La
Recuerda, eres real, y eso, te hace más que perfecta. Te hace única”.Primavera, verano, otoño, invierno.Cuatro estaciones habían pasado desde ese día.Hoy era el aniversario de la muerte de Adel, iría a dejarle flores por la tarde.Habían pasado tantas cosas, cuando las flores y árboles regresaban a su esplendor pasé por tanta pena. Pena que solamente ellas conocen.No quise saber de Logan en semanas enteras, yo y Breyden regresamos a Irlanda, donde me esperaba mi pasado, un pasado que ya había superado. — ¿Vendrás a comer?— Preguntó mi padre salteando algo de salmón en la sartén.— Tengo que recojer a Adeylin, la llevaré con Logan e iré a laasociación— Espete acariciando a Hunter quien dormía sobre el sofá. Amaba molestar a papá.— Muy bien.—¿Llamaste a André?— Así es, su vuelvo llega por la noche, Cinthia sonaba bastante feliz— Asentí sonriente.—Te amo papá.—Yo también te amo Many.A mediados de la tercera estación mi padre salió de prisión. Logan logró sacarlo, tiempo de
•Me salvaste•—¡Felices Diecinueve Melissa!— sonrío tallándome los ojos. Bostezo un poco antes de salir de la cama. Me encantaría quedarme recostada a disfrutar de las cuatro cobijas con las que intento, el frío no me cale en los huesos. Finn da pequeños saltos en mi cama provocando que el colchón viejo rechine.— Anda baja, no quiero que el colchón se arruine— le ayudo a bajar.—¡Date prisa! Mamá está horneando un pastel— mi corazón da un vuelco. Pensé que esté año no tendría uno.Corro hacia el pequeño armario. Por la noche había planchado el suéter guinda que usé en la cena de navidad. Me coloqué unos pantalones claros, estos tenían un pequeño agujero en la zona de la rodilla derecha, por suerte aún me servirían un par de meses más. Salí de mi habitación entrando al cuarto de baño. Hice una mueca, en el lavabo solo quedaba una delgada tira de jabón, la tomé rebuznando.«Nota mental; comprar jabón para manos»Me cepillé los dientes y prime un poco mi cabello. La mejor decisión que t
De pronto dejé de respirar. El mismo auto que casi chocaba minutos atrás, pasó a un lado de mí a toda velocidad. Exclamé un sonido de terror al verle perder el control y dar una vuelta por el pavimento. Estaba a cinco minutos del vecindario. Alrededor no había más que campo.— Maldito siete de enero— grité corriendo hacia el auto. Tenía miedo. ¿Y si lo siguieron y los demás matones vendrían?Quería seguir corriendo. Llegar a casa de Martha y pedirle que nos llevará en su vieja carcacha hacía el departamento. Incluso estaba dispuesta a gastar el dinero de la cena en un taxi. Pero no, mi maldito corazón de pollo no pudo dejar, a quién sea que haya estado manejando el auto —y que posiblemente siga con vida— allí.Me agaché, tragué saliva, había un hombre adentro. No sabía que hacer. No escuchaba sonidos de patrullas o ambulancia y mi jodido teléfono no servía.—Sa… sácame de aquí— le oí susurrar con voz ronca. Mis manos temblaron. Con todas mis fuerzas abrí la puerta.—¿Estás herido?— ¿E
Al salir siento el estómago revuelto y sin más agacho la cabeza para vomitar. Suelto lo poco que ingerí este día y la ilusión que tenía por cenar cereal con leche desaparece. Solo cuando el temblor en mi cuerpo disminuye, y el asco desaparece, es que me permito mirar a mi alrededor. No hay señales de un alma. Solo las marcas que dejaron los neumáticos de esos autos en el asfalto. Los huesos me duelen, el frío me quema en la piel de mis mejillas pero aún así, regreso la cabeza hacia el contenedor.— Iré a pedir ayuda— le digo al hombre que parece, perderá la consciencia en cualquier momento.—No— menciona cuando ya me he puesto de pie.— En el bolso de mi saco…— toma un respiro largo. —Hay un reloj, atrás, presiona un botón— Fruncí el ceño. Quizás estaba alucinando. Metí rápidamente la mano a su abrigo inclinándome. Saqué el reloj y en efecto, no tenía nada que lo cubriese en la parte de atrás, y se podía ver un pequeño botón marrón. Lo oprimí, una pequeña lucecita roja apareció a lado