Capítulo 100.

Su cabeza dolía horrores, sentía los párpados demasiados pesados como para abrirlos, sin embargo tenía que hacerlo, poco a poco abrió sus ojos dándose cuenta de que no se encontraba en su pequeña habitación, su corazón latió a un ritmo alucinante, al tratar de moverse sintió una presión en su cintura, bajó la vista y el miedo creció, traía puesta una camisa mucho más grande que la de su uniforme y un brazo la tenía sujeta, se dio la vuelta encontrándose con ese hombre.

«¿Qué acaso el destino está aferrado a ponerlo en mi camino?» Pensó.

—¿Qué hago aquí ¿— preguntó con el tono elevado, esperando que así, él despertara.

— Te traje a mi casa porque no sabía dónde vivías— argumentó aún con los ojos cerrados, suspiró y pensó en la noche pasada, esos hombres y los golpes, pero un pensamiento mayor a los demás predominio en su mente.

—¡Mi abuela, debe estar asustada porque no llegué a dormir!— a cómo pudo se quitó el brazo de Santiago, se puso de pie rápidamente pero se sentó de golpe al sen
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