Katerina estuvo unos días muy pensativa, definitivamente amaba a Alexander, siempre lo había amado y siempre lo amaría. También amaba a Ignati, lo consideraba como su hijo, aunque Irina le había dado la vida, era ella quien había estado con él cada día de su vida. Sin embargo, no tenía ningún derecho legal sobre el niño, era hijo de Alexander, debía pensar muy bien sus acciones, porque las decisiones que tomara afectarían no solo al niño, sino también a Garald, Damien y Alexa que eran los más pequeños. Por otra parte, ahora que sabía que Alexander sentía algo por ella, tenía la esperanza de alcanzar un poquito de felicidad a su lado. No como su esposa, eso estaba descartado, pero a lo mejor podían mantener una relación secreta sin que nadie lo supiera, así no tendrían que dar explicaciones y ser juzgado. Katerina había aceptado que su futuro estaba en Inglaterra, nunca volvería a su país. No había nada allí que la retuviese, su madre y su hermana, que era la familia que le importaba,
Unos segundos después, para sorpresa de Katerina, Alexander regresó, solo con los calzoncillos puestos, fue a la puerta de entrada de la habitación y la aseguró. Cuando regresó a su lado, colocó dos pequeños paquetes en la mesa de noche, apagó la lámpara, dejando que el reflejo de la luna iluminara la estancia de manera tenue, la tomó de la mano y la beso con pasión.Katerina sintió su alma florecer y bailar de alegría, poco a poco, fue empujándola hasta que sus piernas tropezaron con el borde de la cama. Alexander tomó el borde del camisón y lo subió hasta sacarlo por la cabeza, paseando su mirada por los pechos generosos, bajó la mirada hacía su cintura, se paseó por su abdomen ligeramente redondeado, hasta llegar a su pubis. En un movimiento rápido, se quitó los calzoncillos hasta quedar desnudo, volvió al ataque besándola hasta dejarla sin respiración, sus manos la guiaron hasta la cama donde quedó tendida, él se acostó a su lado, recorriendo su cuerpo con sus manos, diciéndole lo
La confesión dejo perplejo a Alexander, no necesitaba pedir más explicaciones. Al principio no entendió lo que ella quiso decir, de repente ató cabos, dedujo que él era el hombre que ella amaba, siempre había sido él, por eso ella lo esquivaba, por eso nunca lo miraba.En ese momento no supo que decir, necesitaba pensar, descubrir cuáles eran sus sentimientos hacía Katerina, ponerle nombre a eso que sentía, prefirió dejarlo pasar hasta aclararse.Katerina no quería levantar la mirada, estaba sumamente apenada, no quería ver la compasión en su rostro.―¿Por qué no me llamaste?, Yo te hubiese curado y las cicatrices hubiesen sido mínimas, te hubiese sacado de allí, no hubiese permitido que el maltrato continuara.―Me daba vergüenza ―admitió ella.―¿Por qué?, tú no tenías nada de lo que avergonzarte.―Ahora lo sé, Vladimir siempre me decía que era mi culpa por no amarlo, por sacar lo peor de su carácter. En ese momento sentía culpa y miedo todo el tiempo.―Lo lamento ―dijo Alexander.―N
Katerina y Alexander se convirtieron en amantes, de día continuaron con sus rutinas se trataban con amabilidad y distancia. De noche en cuanto cada uno llegaba a su habitación, y se cerraban la puerta de entrada de cada aposento, se abría la puerta que conectaba las dos habitaciones y se dejaban arrastra por una pasión desbordaba y sin límites.Katerina nunca se imaginó que el sexo con el hombre correcto pudiera hacer que tocara el cielo, que sintiera la más absoluta felicidad y la más completa plenitud. Era una amante exigente y divertida que volvía tan loco a Alexander que muchas veces la joven tuvo que poner sus manos en la boca de él para que sus gemidos no advirtieran a todos de lo que sucedía a puerta cerrada. Desde un inicio acordaron que debían ser muy cuidadosos, sin embargo, una persona descubrió su secreto.Fedora su doncella comenzó a sospechar al ver el brillo en los ojos de Katerina, y las sonrisas que no podía ocultar. Además de pequeños detalles que solo alguien muy ob
Por primera vez en mucho tiempo Katerina fue feliz. En su corazón sentía que, aunque Alexander no era su esposo lo amaba como si lo fuera. Por él daría su vida.Cada noche cuando la pasión los dejaba exhaustos y se dormía en sus brazos se sentía segura, amada, plena, aunque la palabra amor, no salieran de la boca de ninguno de los dos. Katerina pensaba que si le decía cuanto lo amaba, él sentiría la obligación de decirle lo mismo, así no fuera la verdad. Quería de Alexander le dijera que la amaba, soñaba con el momento y en muchas ocasiones se permitía dejar volar sus sueños y se imaginaba casada con él.Esa ilusión chocaba con la realidad cada mañana al despertar, en el momento en que Alexander se tenía que marchar a escondidas antes de que los niños despertaran. O cuando después de desayunar juntos, él se salía a trabajar sin siquiera poder darle un beso de despedida. Si los chicos estaban presentes debían ser especialmente cuidadosos, una mirada o un desliz podía ponerlos sobre avi
―¡Oh! Alexander, Yo también te amo ―dijo bajando su mirada antes de confesar ―creo que siempre te he amado y sé que siempre te amaré.Alexander, se sintió emocionado al ver que las conjeturas que había hecho eran ciertas, era él y siempre había sido él, el dueño del corazón de Katerina.―Sabes, Katerina, nunca le había dicho a una mujer que la amaba y ahora que lo hice quiero gritarlo a los cuatro vientos. ―dijo Alexander con el amor brillando en sus ojos.―Sé que no amabas a Irina, pero imagino que ella te lo dijo alguna vez… ¿nunca le contestaste un te amo a Irina?―No, nunca lo hice y tal vez debí hacerlo, ella me amaba y merecía que yo la amara. Me hubiese gustado haber sido más cariñoso y espontáneo, darle motivos para vivir. A veces pienso que Irina estaba triste porque sabía que yo no la amaba y que eso lo mató. Se que es absurdo, mi parte racional del cerebro me dice que ella tenía una enfermedad cardiaca que nunca fue diagnosticada y que el esfuerzo del parto la mató. Pero ot
El silencio reinó en la sala por unos segundos. Alexandra y Tatiana hicieron el intento de levantarse para mirar a la bebé, pero un movimiento de la mano de Alexander las mantuvo en sus sillas.―¿Tienes alguna prueba de que esa niña es hija de mi padre? ―preguntó Alexander.―Solo tienes que mirarla para saber que es tu hermana, sin embargo, estoy dispuesta a que le hagan las pruebas necesarias para demostrarlo.―¿Por qué no dijiste que estabas embarazada cuando nos entregaste la custodia de Garald? ―preguntó Dimitri.―Estaba desesperada por marcharme de este sitio y no quería tener otro bebé por lo que quise abortar ―Kira calló por un momento y se removió inquieta ―No pude, Darya se movió en mi vientre, entonces tomé conciencia de que era un bebé que no tenía la culpa de tener los padres que la engendraron. Así que aquí estoy dispuesta a entregarla a ustedes para que la críen junto a su hermano.―¿No dijiste que querías recuperar la custodia de Garald? ―preguntó Alexander.―Sí, lo dij
Katerina, Konstantin, Damien, Alexa, Garald e Ignati se encontraban en la mesa de la cocina tomando su desayuno cuando entró la niñera de Darya con la nena en brazos. Al verlos se quedó parada en la puerta con incertidumbre. Recordaba la cara de consternación de la señora Katerina y el ceño fruncido de algunos de los chicos cuando el señor Alexander presentó a Darya como su hermana.―Pasa, Rada ―dijo Katerina con amabilidad en ruso.―Gracias, señora ―respondió la chica en un inglés con mucho acento.―Sienta a Darya en la silla de bebé ―indicó Katerina ―Acaba de llega y le pedí a Konstantin que la armara.La chica obedeció y Alexa se levantó a ayudarla, tomó la mano de su nueva hermana, una sonrisa triste adornaba su rostro.―Ojalá papá estuviera aquí, te habría amado, Darya, como me quiso a mí, pero no te preocupes pequeña, que todos te querremos y te cuidaremos, te lo prometo, ¿no es cierto, hermanos?―Es cierto ―aseguró Konstantin ―al principio estaba molesto, pero era con papá por