Lejos de allí en Roma, un hombre entra desesperado a su despacho mesándose los cabellos. Aquella sucia jugada que realizó años atrás ahora está a punto de haber sido completamente inútil sólo por el descuido de una persona.
—¿Cómo se supone que arreglaré esto ahora? —se deja caer en el sillón frente a su escritorio y se suelta un poco la corbata, como si eso le ayudase a pensar mejor.
Mira a todos lados y sus ojos se posan en una pintura que para su familia es una reliquia. Es la representación de dos hombres batiéndose a duelo y de pronto, una idea cruel se le cruza por la mente, toma su teléfono y le pide a su secretaria con urgencia.
—Consigue la dirección de Egan Argyris.
En cuanto corta la llamada, se pone de pie y saca de su caja fuerte una fotografía relativamente reciente de aquella piedra de tropiezo que puede entorpecer sus planes.
Mete todo lo que tiene de la chica dentro de un sobre y sin colocar el remitente, pone el nombre de Egan Argyris y luego la dirección que su secretaria le ha enviado.
Llama a una de esas personas que se encarga de hacer el trabajo sucio y le ordena específicamente que ese sobre sea entregado en las manos del mismísimo Egan, ya todo correrá por cuenta de este cuando le dé aquella información.
—Veremos cuánto odias a mi hermano…
Una sonrisa maliciosa aparece en el rostro del hombre, quien se siente un poco más tranquilo y cree que ha solucionado aquel inconveniente dentro de sus planes.
Una hora más tarde, en otro lugar de Roma, una joven mensajera entra al edificio de Empresas Argyris, llevando consigo un sobre cuyo destinatario debe ser sólo el CEO de la empresa. Cuando se para frente a la secretaria de Egan, la mujer le dice que ella es quien recibe la correspondencia, pero la muchacha insiste en que debe ser el hombre quien reciba aquel sobre.
En ese momento, la figura de un metro noventa y cuatro va saliendo de una importante reunión y se encuentra con la escena de la mensajera discutiendo con su secretaria. Por lo que aquel carácter tan complicado de Egan sale sin mayor esfuerzo.
—¡¿Por qué tengo que ver este escándalo en mi oficina?! ¡¿Acaso creen que es un mercado?!
—Disculpe, señor Argyris, pero la señorita no quiere entregarme aquel sobre insistiendo en que sólo lo puede recibir usted —Egan le dedica una mirada asesina a la mensajera, quien se ha encogido un poco y extiende el sobre con timidez.
—Lo siento, pero sólo usted puede recibirlo. Esas fueron las especificaciones de quien me lo entregó —Evan se lo arranca de las manos y lo revisa para ver quién es el remitente.
—¡¿Y cómo se supone que debo recibir algo que no sé de quién viene?!
—En verdad, lo lamento… Disculpe —la chica se gira y sale corriendo de allí, sin esperar al ascensor baja directamente por las escaleras.
Él le dedica una mirada fulminante a su secretaria y se mete a su oficina tirando la puerta con fuerza, rasga el sobre y saca el contenido.
Lo primero que se encuentra es la fotografía de una muchacha muy joven, seguramente una niña, de piel blanca, ojos azules como el cielo y un cabello rubio que cae ondulado enmarcando su rostro. Pero lo que más le impacta es la mirada de inocente en una mujer con labios en forma de corazón absolutamente rojos.
No puede evitar dejarse caer en el sillón impactado por la imagen que está viendo, mueve la cabeza de forma negativa y deja la fotografía a un lado.
—¿Quién rayos se supone que es esta mujer? —comienza a leer y la primera impresión que la muchacha le ha causado se borra en una expresión de profundo odio y luego de una sonrisa totalmente siniestra—. Así que la pobre hija perdida del Petrucci ha aparecido… Aunque no ha llegado con su padre aún…
Se pone de pie con las hojas en una mano y la fotografía de la muchacha en la otra, camina hacia la ventana y deja escapar un suspiro de satisfacción. Vuelve a mirar la fotografía y esta vez lo hace de una manera completamente diferente.
En su mente comienza a maquinarse un oscuro plan que para él puede ser la mejor manera de vengarse de aquel hombre que le arrebató una de las cosas más importantes de su vida.
Hace quince años su padre era amigo y socio de Joshua Petrucci, uno de los empresarios más importantes de Italia. Pero un día, uno de los negocios salió mal y su padre perdió absolutamente todo. Quedaron en la calle solamente con lo puesto, porque Petrucci no se hizo cargo de aquella transacción, ni siquiera fue capaz de aparecerse para dar explicaciones.
Su padre cayó en una depresión profunda que lo llevó a quitarse la vida, dejando a Egan absolutamente solo, puesto que su madre había muerto al darlo a luz. Su único tío se lo llevó a su casa para hacerse cargo de él. Su tío le enseñó todo lo que sabe y le dijo la verdad de lo que había ocurrido con su padre.
Desde entonces, en el corazón de Egan se formó una coraza absoluta para que ningún tipo de buen sentimiento entrara en él, sólo el odio ha proliferado dentro del hombre y juró vengar la muerte de su padre.
—Y ahora ha llegado mi momento, Petrucci…
Se acerca a su escritorio y deja todos los documentos metidos dentro del sobre, luego lo guarda en una de sus gavetas, levanta el teléfono y le ordena a uno de sus hombres que se acerque a la oficina de inmediato.
Minutos después un hombre de aspecto peligroso y de mirada penetrante entra a la oficina de Egan, quien se pone de pie, saca el sobre de la gaveta y se lo entrega.
—Quiero que busques a esta muchacha, la sigas y busques la mejor oportunidad para retenerla —el hombre abre los ojos y mira a Egan sin poder creer lo que le está pidiendo.
—Señor…. ¿Me está pidiendo que… secuestrar a esta muchacha?
—Exactamente Basil, Quiero que secuestres a esta muchacha y la lleves a mi finca.
El hombre sólo asiente porque sabe que negarse a los deseos de Egan le puede costar mucho más que el trabajo, además no es la primera vez que hace cosas de este tipo para su jefe, pero siempre fue en contra de hombres sucios, con dobles intenciones, nunca a una criatura que se ve inocente. Pero él no es quién para cuestionar a su jefe, así que sale de allí directo a cumplir con su orden.
Al ver la fotografía de la muchacha siente pena por ella.
—No sé qué mal habrás hecho Egan Argyris, pero muchacha te vas a arrepentir el resto de tu vida… Y dudo que sea mucha la que te quede.
En su oficina, Egan sonríe satisfecho y se frota las manos lentamente, pensando en lo mucho que hará sufrir a Joshua para, de esa manera, cobrarse lo que hace tantos años le hizo a su padre y su familia.
Anna sale de la biblioteca con el corazón latiéndole a mil por hora, no sabe si quiere reír o llorar, no tiene idea de qué hacer, así que llama a la única persona que le puede ayudar en ese momento.—Mi niña…—No me abandonaron —le dice con un susurro ahogado y buscando dónde meterse para hablar tranquila.—¿Encontraste a tu familia?—Creo… creo que sí. No estoy segura de que sean ellos, pero vi una foto de quién podría ser mi abuela, ¡somos idénticas!—Mi niña, ese puede ser un engaño de tu mente…—¡No! Se lo juro, le enviaré una fotografía, necesito irme a Roma lo antes posible.—Bien… haremos lo siguiente, iré a verte a Prato…—Estoy en Florencia, veámonos en el café que está cerca de orfanato, voy para allá.Se despiden y Anna sale disparada para reunirse con la señora Moretti, en este momento es la única que le puede ayudar a buscar a su familia. Quiere aferrarse a la idea de que son ellos, porque si es así, esa idea con la que creció acerca de que la habían abandonado sólo fue u
En la oficina Joshua está concentrado en lo suyo, pero como siempre, atento a sus mensajes y correos, hasta que la notificación de uno le llega, al leerlo se queda impactado, más que por el texto, por aquella fotografía en donde ve a una joven que le saca las lágrimas de los ojos.—No lo puedo creer…No duda en responderle, porque está seguro de que es ella.Su hija, su niña.La cita en la mansión porque no quiere que nadie más se entere de que la ha encontrado, prefiere mantenerlo en privado y eso en la empresa no sucederá.Se debate entre llamar a su esposa o no para contarle la buena noticia, pero decide que es mejor enfrentar todo de una vez.Se come las calles desesperado, pensando en qué le dirá, cómo será ese reencuentro y siente una ansiedad enorme, siente su cuerpo hinchado por tanta felicidad y sólo quiere abrazarla, estrecharla entre sus brazos y no dejarla ir más.—Ni cuando se case… se quedará conmigo en casa hasta que se haga una ancianita —dice con los ojos anegados de
Anna siente que su cuerpo está a punto de colapsar, Egan da un paso hacia ella y su instinto le dice que se aleje, así que lo hace rápidamente, hasta que queda atrapada entre la pared y aquella figura. Cierra los ojos asustada, recordando las veces que las chicas en el orfanato la encerraron o acorralaron, pero ahora no están ni la señora Moretti ni Vittoria para protegerla.—Por favor… —le dice ella con el labio temblando e intenta mirarlo a los ojos, aunque en la penumbra no los encuentra—. No sé qué le hice, yo nunca le he hecho daño a nadie, se lo suplico…—¿Acaso crees que tienes que hacerle algo a la gente para que quiera hacerte daño? —le dice con un claro tono de desprecio—. Ya te digo yo que no. El mundo es cruel, muchachita, ¿dónde estabas que no te diste cuenta?—Yo… —gruesas lágrimas caen por sus mejillas, Egan se acerca a ella hasta quedar a escasos centímetros, los suficientes para que el aroma de la chica inunde sus fosas nasales y eso lo hace perder el control.Se agac
Si creen por un segundo que Anna es valiente, están muy equivocados. Aquella orden salió de lo más profundo de su miedo, porque en verdad temía que el animal fuese a causarle más daño y tanto Egan como Ángel no vieron que ella también se quedó con la boca abierta.Aunque el animal sigue algo inquieto, no vuelve a atacar a Anna como al inicio. Ella se mueve lentamente a su alrededor, hasta que termina y le ofrece unos terrones de azúcar.—Eres magnífico —le dice acariciando al animal y él relincha en respuesta.—¡¿Qué crees que haces?! —Anna se encoge enseguida ante el grito de Egan y se gira lentamente para guardar el cepillo—. ¡¿Acaso me estás ignorando?! —se acerca a ella y la toma por el brazo con fuerza.—N-no… es sólo que… le tengo miedo —le dice ella sin mirarlo a la cara, Egan sonríe con satisfacción y le dice muy cerca de su oído.—Haces muy bien, niña —la suelta con violencia y se aleja de ella—. ¡Ángel! Dale la siguiente orden, no quiero que pare en todo el día. Yo me voy po
Cuando Ángel regresa, se da cuenta de que Anna tiene el espacio de Zafiro impecable, la yegua parece tranquila y ella se ve bastante sucia.—Ven —el dice con el mismo tono serio y se la lleva a una casa que está tras el establo. Anna se queda parada en medio del camino, el hombre se da cuenta de que ella no avanza y la mira extraño—. ¿Pasa algo?—Yo no debería ir allí…—¿Quieres quedarte sucia?—Él… él se dará cuenta y yo no quiero meterlo en problemas —ella baja la mirada y a Ángel se le revuelve el estómago de la rabia que siente.Aquella muchacha prefiere quedarse sucia antes que meterlo en problemas, pero a él eso poco le importa.—Sólo ven, aquí es normal que estas cosas pasen, pasa.Ella duda unos minutos, pero luego decide entrar a la casa y hacer lo que Ángel le dice. Se da cuenta de que no es una casa como tal, sino más bien como un comedor para los trabajadores. Allí, en el comedor, están todos reunidos esperando la cena.Cada par de ojos se queda mirando a la chica, ella ba
Para ese día da las mismas instrucciones acerca de Anna, quien no debe comer ni beber nada a menos que él no ordene. Por la tarde, se va de allí a la misma hora y queda en regresar temprano al día siguiente.Esta vez Ángel se la lleva a la casa de los trabajadores, pero por la parte trasera directamente, la deja en el baño y él se va por la cena para los dos.—Hoy hace frío como para comer afuera.—No importa, Mariana —le dice Ángel a la mujer joven—. Sabes que me gusta comer afuera.—Sí… a mí me parece que te gusta comer con la mocosa.—Tiene aquí dos días, yo llevo tres años comiendo afuera cada vez que se me pega la gana —sisea él recibiendo su plato y el pan para Anna—. Especialmente si no tengo que verte a ti.La boca de la chica se convierte en una fina línea mientras que él sale de allí. Anna sale del baño, se sienta a su lado y el hombre vuelve a cambiar el plato.—¿Ha pensado en qué pasaría si nos descubren? —dice ella mirando aquella pasta con carne asada.—No tengo miedo de
Anna se entierra en la cama, sobre aquellos cartones que se humedecen, mira su sudadera, porque es lo único que tiene para colocarse seco, así que decide quitarse la ropa interior y cubrirse con ella. Se suelta el cabello para que se le seque, llora las lágrimas que puede, sus labios ya están agrietados por la falta de líquido, su estómago ni siquiera le duele por el hambre y sólo cierra los ojos para ver si cuando los abre, sólo es un terrible sueño.La puerta se abre de manera abrupta, lo cual la hace acurrucarse más para cubrir su intimidad, aunque al ver que es Mariana, se relaja un poco.—¡Toma! —le dice lanzándole el mono de trabajo.—Di-disculpa, ¿sabes dónde quedó mi ropa? —le pregunta caminando hasta donde quedó el uniforme tirado en el suelo.—¡¿Tengo cara de ropero o qué?! Tu ropa no es mi problema, mocosa.Sale de allí cerrando la puerta, mientras que Anna sólo deja salir un suspiro y se coloca la prenda para tratar de no sentir frío.Mira a todos lados, aprovechando la es
El doctor entra a la propiedad y se ca directo a la casa de los empleados, sabe donde queda porque no es la primera vez que debe atender a un trabajador.En ese instante Ángel saca a Anna de la tina, Guillermina la cubre con una enorme toalla y la sientan en la cama, en un estado de semi consciencia que la hace sonreír.—¿Señora Moretti? —le dice a Guillermina y ella le sonríe—. Parece que me enfermé otra vez…—Sí, cariño, pero estarás bien… ya verás.Anna asiente, ángel le coloca una playera suya y la mujer le mete los pies dentro de un bóxer nuevo del hombre. El doctor aparece en el cuarto y se acerca a la chica, en donde lo ponen al tanto de lo que le ocurre, sin decirle las razones de por qué está así. Egan, quien vio llegar al doctor, va a la casa y se queda cerca de la habitación.—¿