El doctor entra a la propiedad y se ca directo a la casa de los empleados, sabe donde queda porque no es la primera vez que debe atender a un trabajador.
En ese instante Ángel saca a Anna de la tina, Guillermina la cubre con una enorme toalla y la sientan en la cama, en un estado de semi consciencia que la hace sonreír.
—¿Señora Moretti? —le dice a Guillermina y ella le sonríe—. Parece que me enfermé otra vez…
—Sí, cariño, pero estarás bien… ya verás.
Anna asiente, ángel le coloca una playera suya y la mujer le mete los pies dentro de un bóxer nuevo del hombre. El doctor aparece en el cuarto y se acerca a la chica, en donde lo ponen al tanto de lo que le ocurre, sin decirle las razones de por qué está así. Egan, quien vio llegar al doctor, va a la casa y se queda cerca de la habitación.
—¿
Ángel se queda al lado de Anna para estar a su lado para lo que pueda necesitar, la oye llamar constantemente a su madre y le da pesar no poder complacerla.Luego de tres horas dormida, Anna abre los ojos con dificultad y al darse cuenta de dónde está, se sienta en la cama con brusquedad, mirando a todos lados asustada, hasta que ve a Ángel a su lado.—Tranquila… estoy contigo —le dice él tomándole la mano.—¿Dónde estoy?—Estás en la habitación de Egan —ella hace el intento de salir de la cama, pero Ángel la detiene—. Él ordenó que te trajera aquí, no te angusties, ahora sólo debes descansar y reponerte.—Qué dijo el médico, recuerdo a un señor que me dio agua —pregunta ella con voz baja.—Tienes una gripe bastante agresiva, te sentirás débil unos días, ordenó una dieta especial, descanso extra y tranquilidad.—Todo lo que el señor no quiere darme —dice ella con las lágrimas al borde de sus ojos.—Ya no, en realidad estaba muy preocupado —le miente Ángel y ella, extrañamente sonríe.
Egan aparece en su cuarto, en donde Anna trata de dormir, aunque primero quiere cambiarse de ropa. Se gira hacia la puerta cuando oye los pasos de alguien y se sienta en la cama mirando la blanca sábana.—Quería darle las gracias por dejarme quedar aquí, ya me siento mejor, si quiere puedo irme a…—A ninguna parte —dice él con seriedad y se acerca a ella para tocarle la frente—. Sigues con algo de temperatura, ¿has tomado agua?—Sí —Anna se cubre hasta el cuello y se queda quieta, casi sin respirar. Egan no sabe qué decir, tampoco es que tenga ganas de hablar con ella, así que sólo se sienta en el sofá a revisar correos y arreglar cosas del trabajo.Ángel aparece con la ropa de Anna, ella ve la bolsa y abre los ojos, sale de la cama para ver lo que trae allí y mira al hombre que le sonríe.—¿Qué es esto?—Justamente lo que crees, es ropa nueva para ti.—¡Gracias! —le dice ella con una sonrisa revisando que incluso hay un pijama y pantuflas para ella, pero tras ellos Egan se aclara la
Hacen falta tres días para que Anna se pueda reponer del todo de aquella gripe tan agresiva, días en los cuales Egan no se mueve de la finca y que tanto él como Ángel se desviven por atenderla en todo momento, excepto cuando ella les dice que necesita una ducha y Guillermina le ayuda a hacerlo.Anna abre los ojos con una sonrisa al ver de nuevo a esos dos hombres desparramados en el sofá, repasa las facciones de ambos, Ángel se ve muy joven, casi tanto como ella y se pregunta cuántos años tendrá, mientras que Egan se ve un poquito mayor, pero eso le parece más atractivo por alguna razón.«Ni se te ocurra ponerle los ojos encima, porque está claro que él no siente nada más que lástima por ti, sólo ponlo a prueba y verás», le dice su consciencia.Sale de la cama con cuidado de no despertarlos, busca algo de ropa y se mete al baño en completo silencio. Se mira al espejo, se siente mucho mejor y ya es tiempo de salir de ese cuarto, porque no es suyo y es obvio que Egan la mandará a trabaj
Esos días que Egan se queda en la finca aprovechando que es fin de semana, es por esta razón que Anna se cuida mucho de no comer acompañada y mucho menos de hablar con Ángel algo más que no sea de trabajo.El domingo por la tarde, Egan al fin se va a la ciudad, aunque no muy contento porque ahora algo tira de él para que se quede en ese lugar, pero no le queda de otra porque debe hacerse cargo de varias cosas que tiene pendientes en la ciudad.Y Anna aprovecha para relajarse un poco, porque esos días se los pasó como gato en alambre.Cuando se levanta ese día, con aquella sonrisa de siempre, sale del cuarto abrigada y se va con esa misma sonrisa a ordeñar a las vacas. Para cuando termina, va con dos baldes de leche porque así le pesa menos llevarla. A medio camino se encuentra a Ángel, quien se los quita y le hace un gesto con la cabeza.—Hoy aprenderás a hacer mantequilla —le dice él con seriedad, especialmente porque la chica le ha huido todos esos días.—Suena… entretenido —le dice
A ver, no se confundan.Egan sí está furioso, pero no con Anna… bueno, sólo un poquito, porque estaba hablando con Ángel… ¡Y a solas!Pero lo que más lo tiene así es saber que ella está resignada a su trato, que no va a luchar por defenderse porque la vida le enseñó a ser así, más bien aquellas chiquillas en el orfanato, a las que le provoca ir a buscarlas y hacerlas picadillo una a una.«Espera, ¿por qué harías eso por la hija de tu enemigo?»“¡Porque se me da la gana!”, se responde a sí mismo.Anna corre para poder seguirle el paso que lleva con esas enormes zancadas, entran a la casa como si fueran un torbellino y Egan se la lleva directo al despacho, allí la suelta con cierta brusquedad, se para frente a ella muy cerca, tanto que Anna puede sentir su respiración pegándole en la frente. Intenta bajar la mirada, pero él no se lo permite.—¡Estás en serios problemas, muchachita! ¡¡¿Acaso no fui claro al decirte que no podías hablar con nadie?!! ¡Que no puedes tener amigos aquí, porqu
Derrapa cuando llega con ella y se lanza al suelo sin importarle ensuciar su costoso traje.—Muñequita, por favor… abre los ojos —le pide él acariciando su mejilla con cuidado, sin dejar de verla con preocupación.Llegan unos trabajadores junto a ellos e intentan moverla, pero Egan no se los permite. Ángel sale con un contenedor en donde ha dejado la mantequilla de Anna cuando se encuentra con la chica tirada allí.Deja todo tirado y corre a ver qué le ha pasado.—¡¡Qué le hiciste esta vez?!! —le dice Ángel enfrentándolo, pero en lugar de molestarse, Egan sólo muestra su preocupación y niega.—¡Nada! Fue Trueno, ella intentó cepillarlo ¡y ese caballo tonto la empujó al suelo! —Egan tiene miedo, Anna permanece sin abrir los ojos—. Llama al doctor, pídele que venga de inmediato.Ángel saca su teléfono y le pide al doctor que vaya lo antes posible, cuando corta la llamada, Anna comienza a abrir los ojos y Egan respira con alivio.—¡Gracias al cielo! —le dice acercándose a ella y le acari
La noche es dura y fría, Ángel instala un par de calefactores verticales para abrigar el lugar y así poder esperar el nacimiento del potrillo, hasta que cerca de las cinco de la mañana al fin nace. Anna se queda sorprendida por la manera en que lo hace, el proceso es lento y doloroso para Zafiro, pero la cría nace en perfectas condiciones, siempre ayudados por el veterinario.Anna le trae heno fresco y limpio para que puedan tener cerca, mientras ve a la yegua cuidar de su hijo.—¿Es macho, doctor? —le pregunta Ángel al hombre y este asiente—. Bien, tendremos que llamar al jefe para avisarle y que elija el nombre para este machito.Anna se queda embelesada por lo que ve, la manera en que Zafiro limpia y ayuda a su hijo a ponerse de pie. Ángel le toma la mano para acompañarla a verlo más de cerca y la anima a que lo ayude a ponerse de pie.—Es necesario que se sos
Ángel deja escapar un bufido de frustración, sale de allí y se va directo a buscar a Egan.—¡Jacobo, ¿dónde está el señor?! —pregunta echando fuego por la boca.—Lo vi irse a la casa.Ángel echa a correr como si fuese a taclear a alguien y entra a la casa hecho una fiera. Busca a Egan en el despacho, en donde se lo encuentra sentado frente a la chimenea, en silencio y pensativo, pero ahora eso le importa un carajo.—¡¿Qué te pasa con ella?! ¡¿Para esto la trataste bien todos esos días?! ¡¿Para terminar haciéndole daño de nuevo como si fuera un cavernícola infeliz?!—No estoy para tus reclamos… menos si se trata de ella —dice con los dientes apretados y sin mirarlo, pero Ángel no se va a quedar tranquilo esta vez, así que camina y se para frente a él.