Helena se abandonó al sueño, en un rato su respiración era tan serena que hizo que Damián también se relajara y la acompañara en su sueño, él despertó luego de una hora y se levantó para ir a su habitación a buscar un pijama. Salió de la recámara de Helena en calma para evitar despertarla y cerrar con sumo cuidado la puerta, al salir se encontró a su madre quien se escandalizó de verlo salir solo envuelto en una toalla.—¿Qué haces, Damián?—Shhhh —le hizo seña con el dedo en la boca para que se callara —no grites —le pidió y siguió caminando hasta su habitación.—¿Qué demonios haces en el cuarto de esa muchacha y apenas envuelto en ese pedazo de tela que medio te cubre?—Está mal, mamá. Hoy salió del hospital y está descansando, no quiero que la molesten para nada, tú especialmente.—No puedo creer que las defensas después de que corrió a tu abuela.—Mi abuela se lo buscó —respondió sin mas mientras sacaba de un cajón una pijama gris de algodón y se dirigió a la cama para ponérsela —
Se levantó despacio y fue hasta ella, le abrió los brazos y Helena se acercó con cautela.—Perdón, mi amor, perdón te asusté —le abrazó con la mano sana y le besó por la coronilla. —Aquí está lo que pidió, señorita.—Gracias, ponlo ahí —le señaló la mesa y tomó a Damián de la mano ilesa para llevarlo a sentar, arrastró otra silla frente a él y sacó unas gasas y agua oxigenada, también un frasco con isodine y comenzó a limpiar la herida. El silencio dominaba aquel lugar, solo el suave roce de las gasas sobre la lastimada piel de Damián hacían un ruido apenas perceptible. Se percató de un leve sollozo de parte de Helena y se maldijo a si mismo, él tenía que ser el que cuidara de ella y no quien le causara mas preocupaciones. Helena terminó de limpiar y puso un par de vendoletes en la zona afectada, luego cubrió con una gasa y le dio un par de vueltas con una venda delgada.—Listo, igual debe revisarte un doctor para que te mande algo para el dolor y para prevenir una infección. —Lo s
Ante su silencio solo pudo ver expresiones de desconcierto y duda, nadie tenía la mínima idea de lo que Damián quería hablar. —Mamá, quiero que sepas que esto que he de decir no te concierne a ti directamente —comenzó diciendo con una calma que en realidad no sentía, tenía unas ganas descomunales de partirle la cara a Santiago por su bajeza y sin embargo mantuvo la postura de hombre decente —es algo que como hermanos y accionistas de la empresa nos afecta, pero quiero que estés presente como nuestra madre, que sepas lo que pasa y en su momento no me juzgues por mi actuar.—¿De qué hablas, Damián? ¿Debo preocuparme?—Cuando llegó Helena —relata con pausa buscando el control que le prometió a la mencionada —le pedí que al ser su área, se encargara de las cuestiones financieras, las cuales llevaba Santiago, quien por tener su carrera recién terminada debería tener el conocimiento fresco y sin embargo había cosas que se le complicaban —metió su mano izquierda en el bolsillo de su panta
Damián no fue a buscarla, también él estaba molesto y dolido porque solo estaba defendiéndola, quiso evitar que su hermano siguiera ofendiendo a la mujer que amaba, la misma que anteriormente le había reclamado por no darle su lugar en la familia y dejar que todos le faltaran al respeto, era la misma que ahora estaba furiosa porque la defendió. —Todas están locas y Helena no es la excepción. Se sentó a la orilla de la cama y se sacó la camisa y la lanzó a una silla pero no alcanzó a llegar, suspiró frustrado y se llevó las manos al rostro. Pasaban tantas cosas por su cabeza, estaba analizando por encima cada una. Lo mas seguro era que todo se complicaría a partir de los recientes sucesos entre él y su hermano y le pesaba, siempre fueron unidos los tres muy a pesar de la actitud de Santiago y de que siempre se mostró envidioso con Damián porque su padre le daba mas responsabilidades a él, creía que por eso amaba mas a Damián y su manera de revelarse era justamente meterse en líos y q
El timbre del celular que sonaba con insistencia hizo que el sueño profundo en el que estaban se viera interrumpido. —Hola —respondió Helena al ver que era Fernanda la que llamaba.—Apenas pasa de las siete ¿ya estabas dormida?—Sí, pero no importa ¿Qué pasa?—Que hemos postergado la visita a la persona que hablamos el lunes día que te enfermaste ¿Vamos mañana?—Claro ¿Estás libre?—Todo el día. —Ok. Nos vemos mañana entonces.Colgó el teléfono y se enredó de nuevo entre las sábanas y el cuerpo de Damián.—¿Quién era? —Preguntó intrigado —¿A quién verás mañana?—A Fer, iremos a almorzar y luego por ahí —le mintió sin saber el motivo.—¿Por ahí? Si van a ver hombres te aseguro que Fernanda se va a meter en serios problemas conmigo. Helena soltó una carcajada y Damián puso cara seria ante tal hecho, sabía perfecto que era una broma y quiso evitar reírse y prefirió mantener su postura de macho alfa.A la mañana siguiente Helena se levantó muy temprano para prepararse. Se dio un baño r
—¿Y entonces? —Le habló Fernanda para sacarla de su nube en la que se encontraba.—Entonces ¿Qué?—¿Buscamos a tu abuelo?—Quizá después, ahora debo asimilar esto y ahogar las ganas de matar a Prudencia.Fernanda la miró compasiva, su amiga se había enterado de cosas que sin duda le removían sus memorias y entendía que pudiera estar sensible.—Tranquila, ahora tú sabes la verdad y no podrá jamás hacerte daño a ti de esa manera.Volvieron a casa y Helena permaneció en silencio durante el camino, solo pudo pensar en lo que su madre pudo pasar a causa de Prudencia y también en su abuela, su otra abuela; la que al igual que su madre trabajó para darle lo mejor a su hija. ¿A caso una especie de maldición las perseguía? De no ser así no se explicaba que les haya tocado pasar algo tan duro a todas, porque Helena estaba segura de que ella aún tenía por vivir cosas difíciles. —¿Cómo te sientes? —Le preguntó Fernanda al llegar a casa —¿Quieres que te lleve a la Hacienda o que pida que vengan p
—¡¿Qué demonios dices, mamá?! ¡¿De dónde sacas eso?! —Estaba montado en cólera y comenzó a llorar con rabia, esa rabia que le hacía pensar que solo era una treta más para hacerlo que cediera a su voluntad. —La verdad, Damián. Solo digo la verdad. Helena y tú son hermanos de sangre, no pueden estar juntos como pareja, no pueden verse de otra forma que no sea como hermanos. —Usted miente —Helena se atrevió a hablar y lo hizo con serenidad y calma aparentes, una calma que para nada sentía en su interior —es solo una artimaña de usted en acuerdo con la bruja esa que está ahí —señaló a Prudencia —por eso ha venido, para ver que todo salga conforme a lo planeado, pero a ustedes no se les puede creer nada. —Yo aquí no tengo nada que ver —expresó Prudencia con un descaro increíble, estaba gozando el momento —me toma por sorpresa, igual que a todos. Yo solo he venido porque mi nuera me lo ha pedido. —Es demasiada casualidad, tú no eres de venir y sentarte, tú eres de insultar y agredir y h
Al entrar se le hizo un hueco en el estómago al ver la puerta cerrada, aquella puerta que separaba ambas oficinas y que Damián le dijo que quería ver siempre abierta y que ahora era lo último que quería, ni pensarlo siquiera porque el sentimiento no que ella tenía hacia él no podía cambiar de la noche a la mañana y estaba segura que de estar cerca muchas cosas podían pasar y eso no podía permitirlo, por lo que debía poner distancia clara entre ellos y empezaría justo por esa puerta. Caminó hasta ella y puso seguro, del otro lado estaba Damián en una llamada y no se percató del hecho.Apenas iba camino a su escritorio cuando el teléfono sonó y se apresuró a responder.—Dime, Lulú —dijo al recibir la llamada.—Tengo en la línea al señor Trevor de Nueva York, quiere hablar con el señor Damián pero él está en otra llamada ¿Puede atenderlo usted?—Pues de poder, sí. Solo dime quién es y cuál es el asunto y listo.—Su papá estaba tratando de llevar el café orgánico al extranjero en un volum