La mesa en forma de U es presidida por Kyle en la parte central, con su esposa Luna a un lado y Kieran, al otro. Richard y yo nos sentamos enfrente. Este se pasa las manos por la cara varias veces, dejando una mano acariciando su barba de tres días, como hace cada vez que se queda sin palabras.
Pero yo tengo demasiadas cosas qué decir y no tengo tiempo para que él tome el valor que necesita, así que rompo el incómodo silencio.
― ¿Cómo fue que llegaste primero que nosotros? ―Richard me mira sorprendido, porque estoy segura de que no esperaba que esa fuera mi primera pregunta.
―Tomamos un avión―me responde―me dijeron que te llevaron en auto y estuvo bien, es más difícil que te detectaran―añade, como si fuera normal utilizar la palabra “detectaran”. Respiro hondo. Creo que ni él ni yo podemos seguir dándole vueltas a esto un segundo más.
― ¿Es verdad todo lo que me han contado, Richard? ―le pregunto.
―Depende de lo que te han dicho, Bianca―me res
Un fuerte grito me despierta, pero aún me siento un poco mareada, así que no abro los ojos todavía.― ¡Recházala! ―dice una voz femenina, que creo que es Astrid.―Aunque quisiera, no puedo, ella todavía no se ha convertido, ni siquiera sabe qué yo soy―le responde Kieran molesto.― ¿Y qué harás, entonces? ―le pregunta ella― ¿me vas a dejar?―No… lo sé―le responde―aún no sé qué hacer, Astrid―se hace una pausa, hay mucha tensión en el aire, así que cierro más los ojos.―Resuélvelo, Kieran―añade Astrid―ella no puede ser tu Luna, no sabe nada de la manada y ni siquiera le importa nuestro mundo. Yo te apoyaré siempre, sabré ser mejor luna, esta es mi manada, aquí crecí y haré todo por llevarla adelante como tú necesitas.―Astrid, estábamos tonteando t&uacu
―Parezco una zorra―le digo a Kieran disgustada, cuando caminamos por el pasillo hacia las escaleras, para dirigirnos el comedor principal donde se servirá una cena en mi honor. Nunca me ha gustado llamar la atención, me pone nerviosa y torpe y es lo que menos necesito en este momento con tanta gente extraña. Hombres Lobo. Espero que Richard esté presente. No me vendría mal ver una cara conocida, aunque siga molesta por todas sus mentiras. ―Sí, pero una zorra hermosa―me responde muy cerca del oído, colocando su mano sobre mi espalda desnuda, por el escote que me llega hasta la cintura de mi vestido negro de mangas tres cuarto y cuya falda en forma de lápiz me cubre la mitad del muslo. Él va vestido con una camisa negra con dos botones abiertos y remangada en los brazos que le dibuja todos los músculos del torso y los brazos. Su pantalón es negro también. El cabello oscuro lo lleva una cola bien organizada con gel. ―Una zorra es u
―Agradezco a todos por estar aquí, pero debemos dar por terminada la velada―anuncia Kyle a todos, luego dirige su mirada a unos pocos―Maikan, Ketin, acompáñenme al despacho―le dice señalando a Maikan y otro al hombre que habló hace un rato―Kieran, quédate en tu habitación con Bianca, que Derrick y Frans los escolten. Atea, a mi lado, debemos vernos como una manada unida.―Sí, mi alfa―contestan todos, menos yo.―Kyle… eh, perdón, alfa Kyle―me corrijo al ver la mirada de advertencia que me lanza él―si no tiene inconveniente, me gustaría quedarme en la reunión. Creo que le serviré de mucha ayuda si me deja estar presente.―Este mundo es demasiado nuevo para ti, cariño―me dice con más amabilidad de la que esperaba―no sabrás cómo actuar delante de dos alfas y no quisiera una confrontación con Einar hoy. Me gustaría ganar má
En el sótano de la enorme casa de la manada se encuentran las mazmorras. Pero no son lo que esperaba. Los pasillos están bastantes limpios con buena iluminación artificial. Las celdas son como pequeñas habitaciones, con una cama y no un catre, un cuarto de baño y una mesilla con una lámpara y una repisa encima de la cama a donde se pueden poner algunos libros. O por lo menos así es la celda de Richard, quien colocó la mesita de noche cerca de los barrotes para poder jugar cartas con Velkan, que le hace compañía. Ambos nos miran a Kieran y a mí con las cejas enarcadas. Entonces miro a Richard detenidamente. Sus ojos de color gris azulado son muy parecidos a los míos, igual que su mentón y sus pómulos. Su cabello castaño cobrizo es parecido al de su hermano, Maikan. Antes no le prestaba atención, salvo una que otra vez cuando lo acompañaba al supermercado o a comprar ropa, incluso en los paseos de verano, algunas personas iban con sus hijos de la mano o jugaban con ell
Me despierto gracias a la luz del sol que entra por la ventana de la habitación de Kieran y el calor que emana de su cuerpo. Trato de liberarme de sus brazos, pero él me aprieta mucho más. ―Hola, preciosa, hace un lindo día allá afuera―me susurra al oído y me planta un beso en la mejilla. ―Así parece―le respondo y trato de disimular que estoy roja como un tomate―será mejor que nos apresuremos, ¿cómo una hace para conseguir algo de desayuno por aquí? Debemos estar listos para la reunión con tu padre. Me suelta de su abrazo y gruñe, lo cual hace que me sienta sola de pronto. Luego se dirige al baño y escucho la regadera. Al rato sale con una toalla en la cintura y su pecho desnudo con gotas derramándose por sus músculos y siento la boca seca. Al ver que estoy contemplándolo, se ríe. ― ¿Qué? ―me dice con una sonrisa torcida en sus labios―me veo mejor ahora en la mañana, ¿verdad? Y por primera vez que lo conozco, no sé qué contestarle. Después de
El salón donde habían dispuesto todo para el baile en mi honor es ahora un juzgado, con una mesa principal, dos podios, uno al lado de la mesa principal y otro delante de esta. También hay sillas dispuestas para el público que está entrando ahora. Kyle nombró a su hermano Ketin como su nuevo delta, pero es temporal, porque es el encargado de mantener los negocios de la manada, como los clubes Luna Escarlata a lo largo del país, aunque yo sospecho que esa es solo una fachada para su verdadero trabajo: el espionaje. Así que en la mesa principal se puede ver a Kyle presidiendo el tribunal, con Kieran a la derecha, quien está reemplazando a Maikan porque no puede juzgar a su propio hermano, Maddox. A la mano izquierda está Ketin, llevando a cabo su primera tarea como delta. Han traído al pobre Richard de su celda y lo colocan en el podio al lado de la mesa de los jueces. A pesar de su cara de preocupación, luce bien y sano. Mira en mi dirección y yo le sonrío par
Maikan se mueve hacia la mesa que preside el hombre medio desnudo de cuarenta y tantos que gobierna la manada y no puedo evitar que mi mirada se fije en los músculos de su pecho. “Ese señor podría ser tu padre”, me digo, pero luego recuerdo al hombre que acaba de ser echado de la sala y el corazón comienza a dolerme. ―Le diré a alguien que le traiga un suéter a papá―dice Kieran que ahora se sienta a mi lado―a todas las lobas aquí se les está cayendo la baba―añade y yo miro a otro lado―no queremos que se retrase el caso porque mamá venga a ponerlas en su sitio, ¿no te parece? Yo carraspeo y bajo la cabeza, mientras Kieran habla con Derrick y este le trae ropa al alfa. Pasan unos minutos antes de que traigan a Astrid al podio. Su cabello rubio se ve algo despeinado y tiene unas ojeras que la hacen ver como un mapache. ―Silencio, por favor―dice Kyle que ahora tiene puesto un suéter―iniciaremos el juicio a Astrid, antigua delta de la manada, quien ha come
―Vamos, arriba―Kieran me toma de las manos para levantarme y yo siento que me duele hasta el cabello. Llevamos una hora entrenando en el gimnasio de la casa de la manada y todavía no le he dado un solo golpe. Él me esquiva y se mueve tan rápido, que solo veo una mancha borrosa antes de sentir el golpe―tienes que prestar atención a tu oponente, anticipar sus movimientos. ― ¿Anticipar? ―me burlo―si apenas logro verte cuando golpeas. ― ¿No puedes verme? ―está asombrado y se pasa la mano por la cabeza―pero tú eres una loba y tienes sangre de alfa, deberías ver todos mis movimientos. ―Soy una loba desde hace cinco días―me quejo―antes de eso no tenía que golpear a nadie ni preocuparme por que alguien me atacara. ―Entonces tu vida era muy aburrida―se ríe―creo que vamos a empezar con algo más básico, ven―me toma de la mano y me lleva a unas colchonetas en un área apartada del gimnasio―aquí podremos hacer meditación. ― ¿Qué? ―le digo con una sonrisa pí