El salón donde habían dispuesto todo para el baile en mi honor es ahora un juzgado, con una mesa principal, dos podios, uno al lado de la mesa principal y otro delante de esta. También hay sillas dispuestas para el público que está entrando ahora.
Kyle nombró a su hermano Ketin como su nuevo delta, pero es temporal, porque es el encargado de mantener los negocios de la manada, como los clubes Luna Escarlata a lo largo del país, aunque yo sospecho que esa es solo una fachada para su verdadero trabajo: el espionaje.
Así que en la mesa principal se puede ver a Kyle presidiendo el tribunal, con Kieran a la derecha, quien está reemplazando a Maikan porque no puede juzgar a su propio hermano, Maddox. A la mano izquierda está Ketin, llevando a cabo su primera tarea como delta.
Han traído al pobre Richard de su celda y lo colocan en el podio al lado de la mesa de los jueces. A pesar de su cara de preocupación, luce bien y sano. Mira en mi dirección y yo le sonrío par
Maikan se mueve hacia la mesa que preside el hombre medio desnudo de cuarenta y tantos que gobierna la manada y no puedo evitar que mi mirada se fije en los músculos de su pecho. “Ese señor podría ser tu padre”, me digo, pero luego recuerdo al hombre que acaba de ser echado de la sala y el corazón comienza a dolerme. ―Le diré a alguien que le traiga un suéter a papá―dice Kieran que ahora se sienta a mi lado―a todas las lobas aquí se les está cayendo la baba―añade y yo miro a otro lado―no queremos que se retrase el caso porque mamá venga a ponerlas en su sitio, ¿no te parece? Yo carraspeo y bajo la cabeza, mientras Kieran habla con Derrick y este le trae ropa al alfa. Pasan unos minutos antes de que traigan a Astrid al podio. Su cabello rubio se ve algo despeinado y tiene unas ojeras que la hacen ver como un mapache. ―Silencio, por favor―dice Kyle que ahora tiene puesto un suéter―iniciaremos el juicio a Astrid, antigua delta de la manada, quien ha come
―Vamos, arriba―Kieran me toma de las manos para levantarme y yo siento que me duele hasta el cabello. Llevamos una hora entrenando en el gimnasio de la casa de la manada y todavía no le he dado un solo golpe. Él me esquiva y se mueve tan rápido, que solo veo una mancha borrosa antes de sentir el golpe―tienes que prestar atención a tu oponente, anticipar sus movimientos. ― ¿Anticipar? ―me burlo―si apenas logro verte cuando golpeas. ― ¿No puedes verme? ―está asombrado y se pasa la mano por la cabeza―pero tú eres una loba y tienes sangre de alfa, deberías ver todos mis movimientos. ―Soy una loba desde hace cinco días―me quejo―antes de eso no tenía que golpear a nadie ni preocuparme por que alguien me atacara. ―Entonces tu vida era muy aburrida―se ríe―creo que vamos a empezar con algo más básico, ven―me toma de la mano y me lleva a unas colchonetas en un área apartada del gimnasio―aquí podremos hacer meditación. ― ¿Qué? ―le digo con una sonrisa pí
Al día siguiente regreso al lugar de Richard, pero está completamente distinto. Donde antes se veía paredes cubiertas de madera de piso a techo, ahora hay macetas con varias flores y plantas. Las ventanas están abiertas, dejando entrar los olores y sonidos que provienen del jardín trasero. ―Como no podemos ir al jardín o al bosque, he mandado traer algunas plantas y flores para esta primera sesión, luego veremos qué podemos hacer cuando ya avances―me dice Richard―ahora siéntate, comenzaremos con las meditaciones. Hago lo que me pide. Él ha dispuesto unas colchonetas en el piso para poder hacer los ejercicios. ―La razón por la que tus sentidos están bloqueados es porque vivíamos en una ciudad humana, lejos de cualquier bosque―me cuenta y yo lo escucho atentamente―cuando eras una bebé vivíamos en un pequeño pueblo, donde yo podía transformarme de vez en cuando. Pero tú empezabas a caminar y tus movimientos no eran naturales para un humano normal, así que te ale
―Ya se está despertando―dice la voz de Kieran, quien me está sosteniendo entre sus brazos, justo donde los hombres de Einar me dejaron― ¿te encuentras bien? ―Creo que sí―le digo― ¿ya se fueron? ―No hay nadie aquí―me responde―regresamos porque te escuché en mi mente y asumí que algo andaba mal. ―No tienes ni idea―le señalo y le cuento todo lo que pasó―luego que se fueron, me asusté de ver las garras, ¡por Dios! ―mi voz sale en un hilo―no sabía que podía cambiar por partes o que pudiera hacerlo antes de cumplir la mayoría de edad. Todos los presentes me miran con asombro, algunos se pasan la mano por la cabeza, alguien grita de asombro y otros se llevan la mano a la boca. ―Trata de calmarte―me susurra al oído, pero sus músculos se tensan―ya estás a salvo. ― ¡No estamos bien! ―estalla Kyle y toma su teléfono celular―ya me va a escuchar―se va al otro lado del jardín para poder hablar. Maikan y Ketin lo acompañan. ―Toma―Kayra me pas
Es el tercer día de entrenamiento concentrado que indicó Kyle. ―Levántate, de nuevo―me dice Kieran cuando me derriba otra vez. Creo que lo ha hecho como unas mil veces hoy o eso es lo que sienten mis músculos. Por lo menos ya puedo ver y escuchar sus golpes, pero él no da solo uno, cuando siento el primero, el segundo da justo en el blanco― ¿qué? ¿ya te rendiste o qué? ―me reta y yo me levanto y lo fulmino con la mirada―tu vista no da golpes, tienes que usar tus puños o tus pies y no quiero nada de pucheros. No va a funcionar cuando vengan por ti. ―Eres un maldito nazi―me quejo y me hierve la sangre. Este Kieran no se parece en nada al que se enrosca en mi cuerpo cuando quiere dormir. ―Díselo al secuaz de tu padre cuando te meta en una bolsa y te lleve, porque te defiendes como una nenita―me espeta para enojarme aún más―ahora, ven y golpéame―sus puños están listos para encestarme sus golpes, pero escucho el aire cuando mueve uno de sus brazos hacia mi cara y
Las heridas de Velkan se van recuperando poco a poco, a medida que mi sangre hace su efecto. Los cortes más mortales ya se han cerrado y solo le queda la camisa rasgada con las marcas de las garras que lo atacaron. Ahora él se encuentra a salvo, en uno de los sofás del despacho del alfa, en los brazos de su pareja, quien no para de llorar de alegría por saber que se va a recuperar. Pero eso no hace que me recupere del bombazo que me acaba de tirar. Desde que tengo uso de memoria, la idea de una madre era eso, una idea, no algo real, que yo pudiera siquiera tocar. Ahora sé que está en alguna parte olvidada por tanto tiempo. Mi madre está viva. Tengo dos hermanos. Están en unas mazmorras. Toda mi familia metida en un calabozo. El corazón me duele y me pesa demasiado por algo que pensaba que estaba perdido.Tengo hermanos reales, no los que mi vida en casa de Richard me dio. Gemelos. Velkan recobra el color y se
―Creo que sé lo que busca Einar―me dice Richard cuando ya estoy sentada en uno de los sofás de la habitación que utiliza como oficina, mientras él busca uno de los libros que estuvo revisando hace un momento y me lo pasa―aquí está―abre el libro y me señala un párrafo y yo leo. ―Sana la sangre, la sangre del más fuerte. En armonía yace, en armonía somete. La fortaleza de la sangre al mundo rige―al principio no entiendo absolutamente nada. Entonces lo veo, la sangre que sana es la mía―habla de mi sangre y la sangre más fuerte. ―Así es, la sangre de un alfa―explica Richard―pero no de cualquier alfa―añade―la sangre más fuerte, debe hablar de un alfa con un linaje de generaciones y Einar lo es―me dice y yo quedo con los ojos como platos―tanto el padre como la madre de Einar tienen sangre de alfa, eso lo hace fuerte―prosigue con su explicación, para mi asombro―pero la siguiente parte es la que me preocupa y es por eso por lo que Einar quiere tu sangre, para mezclarla con l
Cuando salimos de la fiesta en el ala de los jóvenes, caminamos directo hasta la habitación y abrimos la puerta a toda prisa. La cerramos y quedamos él y yo a solas, lo que me hace tragar en seco. ―Creo que no nos volverán a invitar al área de los jóvenes―le digo a Kieran que ajusta su torso a mi espalda cuando me aprieta por la cintura con ambas manos. Su cabeza se reclina en el hueco que se forma entre mi cuello y mi hombro, aspirando con fuerza y haciéndome que mis piernas se sientan débiles de repente. ―Me tienes tan excitado―susurra en mi oído, repartiendo besos por mi cuello que hacen que mis pezones se endurezcan. Su mano se cuela entre mis pantalones buscando mi centro, provocando que suspire con fuerza. Entonces vuelvo a oler su esencia, aquella que me estaba volviendo loca hace un rato en la sala común de los jóvenes. Lo saboreo en mi lengua y lo trago, lo que provoca que me quiera volver loca, así que giro y tomo a Kieran por el suéter y empiezo a quitárse