Entramos al salón comedor, donde ya se encuentran tanto los miembros del concejo del alfa, como los líderes de las otras manadas, junto a sus escoltas. Ya la gran mayoría se encuentra con los platos de comida frente a ellos.
Kayra y Velkan entran detrás de nosotros, haciéndose cosquillas el uno al otro, pero tratan de controlarse cuando ven a su alfa.
―Mi alfa―dice Velkan haciéndole una reverencia a este y Kieran lo mira con una severidad que sé que es fingida y, que si lo miro un poco, se morirá de la risa.
Ninguno de los dos puede estar molesto, después de la noche increíble que tuvimos.
―No hay problema―le respondo, mientras le hago una caricia a Kieran en su costado y él me corresponde con la sonrisa de pura felicidad que estaba conteniendo―hace unos minutos que acabamos de entrar.
―Oh, lo veo―dice Kayra con una sonrisa pícara y mirada cómplice―me parece que tenemos nueva luna, Velkan―le comenta, mientras alarga el cuello para ver mi marca
Derrick y Frans, los hombres más leales a Kieran que conozco, se encuentran a nuestros pies, exhaustos y jadeantes. De inmediato tanto Velkan como Kieran trata de incorporarlos y los colocan en la banquetas del jardín. ― ¿Se encuentran bien? ―les dice Kieran a ambos y estos asientan con la cabeza. El alfa espera unos minutos hasta que ambos recuperan el aliento, luego de haber bebido el agua que les ofreció. ― Todo es un desastre allá afuera, villas de desterrados, manadas pequeñas, todo es un caos, tenemos que actuar, mi alfa―le responde Derrick todavía conmocionado, quien toma bocanadas grandes de aire―sabemos dónde está y cuanta gente hay en sus tropas. El alfa se pasa la mano por la nuca con cara de preocupación y todos los demás nos miramos entre sí. ―Necesito que me cuenten todo antes de llamar a los alfas―les indica y ambos se miran en complicidad. Los gemelos se quedan preocupados por los dos escoltas y deciden ir hasta el gimnasio, pa
La caravana de los lobos se compone de miembros de varias edades. Los más jóvenes siguen en su forma humana al igual que algunos que traen equipajes y mochilas consigo. Otros, los que se encuentran delante de la columna de individuos o muy atrás de esta, se encuentran transformados en lobos o tienen las garras listas para atacar a cualquiera que intente introducirse en el tumulto. A medida que avanzan, los transformados recuperan su forma humana y tres figuras sobresalen, las cuales recuerdo de nuestra batalla en la manada Plata. Entonces aquí estoy, esperándolos a todos como la luna de la manada Luna Escarlata, en espera de que Kieran o los otros alfas no demoren y acabemos con este protocolo de una buena vez. En serio, prefiero enfrentarme a tres Lars a la vez, que tener que usar la diplomacia con otros tres pomposos y arrogantes alfas. ―Parece que tendremos que ser el comité de bienvenida, Bianca―dice mi madre que ha decidido acompañarme―no queremo
―Se está despertando, Baylor―dice un lobo cerca de mí al cual no reconozco. Intento abrir los ojos para entender dónde estoy, pero mis párpados están pegados con cola. Tampoco es que pueda mover el resto de mi cuerpo. Es como si mi cerebro les ordenara algo y ellos les sacaran la lengua. Por el sonido, sé que estoy en un vehículo, que me está trasladando a quién sabe dónde. Es cuando empiezo a hacer memoria. Lo último que recuerdo es que sentí un piquete y me desmayé. Ahora estoy en un vehículo con… Baylor y sus amigos. Cómo rayos es que terminé aquí y cómo es que Baylor y sus amigos me están llevando. "Mamá tenía razón", dice Niebla, "Baylor es malo y ella lo supo desde que lo conoció". "Hasta el imbécil de Lars y sus sospechas de que alguien me seguía estaba en lo cierto", le respondo, "él nos advirtió y no le hicimos caso". "También tuvimos sospechas sobre Baylor", reconoce, "pero nunca pensamos que llegara a esto", añade, "es un cobarde, s
Un escalofrío recorre mi columna vertebral, aunque mis músculos siguen sin reaccionar, lo que me deja totalmente vulnerable ante estos asesinos. Es cuando me pregunto cómo rayos pasé de ser la prisionera de Einar a ser raptada por sus propios esbirros, que no se detienen siquiera a pensar a quién le quitan la vida y no es que sintiera simpatía por Baylor, pero lo aniquilaron como a una cucaracha. Tal parece que no hay honor entre ladrones, o entre asesinos, por lo menos. “No nos van a matar”, me susurra Niebla, que ha entrado en pánico y trata de convencerse a sí misma. “No, todavía”, le confieso, que también siento terror. ―Quería que fuera más sencillo―confiesa―quería crear una distracción en la van y lograr capturar a Baylor para que nos dejara entrar a la base, pero tenías que entrar en pánico y volver a colocarle la droga a Alanna. ―Tú mismo lo dijiste, podía volcar el auto y rompernos el cuello―se excusa el esbirro―se supone que deberíam
Los soldados frente a nosotras han sacado sus garras para cortarnos en pedacitos con sus caras de rasgos lobunos mostrando los dientes y la espuma saliendo por sus bocas. Sus ojos están inyectados en sangre y de su nariz emana vaho, inhalando y exhalando con fuerza. “Olemos a miedo”, me dice Niebla y tiene razón, porque tenemos el corazón a mil por hora, “pero ellos no son rivales para nosotras, Bianca, tienes que confiar en mí, no nos van a vencer”. "¿En serio?", me burlo, "es todo un escuadrón y, por si fuera poco, hay un alfa y cuatro omegas que quieren una parte de nosotras, creo que tengo suficientes razones para temer". "Solo no lo demuestres, ¿quieres?", me pide. Así que luchamos contra el instinto primario de bajar las orejas y colocar nuestra cola entre las patas traseras. Procuramos levantarnos a todo lo que da nuestra enorme altura y les mostramos los dientes con la boca babeante, gruñendo. Nuestro lomo está totalmente encrestado y afianzam
La hilera de soldados que se encuentran detrás de Einar tienen sus manos convertidas en garras y están mostrando sus dientes en mi dirección, con la boca babeante, tratando de lucir intimidantes. Pero esta vez no estamos solas, como cuando estuvimos hace un rato rodeadas de enemigos, ya que los lobos a mi espalda están dispuestos a luchar por mí y tomo fuerza del coraje que infunden. Entonces somos nosotras las que nos reímos con ganas esta vez, porque es nuestro momento de demostrarle que ya no somos la lobezna que él piensa. “Supones bien, Einar”, le respondo mentalmente, “tampoco es que vayas a tener alguna oportunidad”. ―Reconozco que eres fuerte, Alanna―me contesta también sonriendo triunfante, como si esta fuera su oportunidad―pero eres muy joven y no tienes experiencia. En cambio yo he estado preparándome toda mi vida para lo que va a ocurrir y tú, cachorra, no vas a impedir que lo consiga. “Si, si, ya recuerdo”, me burlo de él, “porque
Un mes y medio después. Estimada alfa de la Manada Plata y de la Manada de los Desterrados: Sé que tienes demasiadas obligaciones como alfa de dos manadas, pero quiero hablarte de tus responsabilidades como luna. Entiendo que todo esto de aprender sobre la marcha el significado de ser un alfa y que sea por partida doble, además, teniendo que lidiar con lobos de una manada tan orgullosa y que no quiere mezclarse con miembros indeseables de nuestra sociedad, o el hecho de que la naturaleza salvaje de los desterrados, a quienes les ha tocado encarrilar tanto mi padre como tu madre ha sido demasiado complicado, o que tu tiempo ha tenido que dividirse en cuatro, siendo alfa de dos manadas, luna en otra y hermana e hija de una familia que ahora se reúne, después de todo lo que ha sufrido, se sienta muy pesado para ti. Te diría que creo que te perdonaría si estás con tu madre y tus hermanos en la manada Media Noche, ahora
― ¡Despierta, Bianca! ―me grita Meg al oído y abro los ojos algo aturdida. Me paso la mano por el cuello que me duele por haber dormido mal en la silla junto a la cama de Matt, quien estuvo con fiebre toda la noche. Pobre chico, no paraba de quejarse por el malestar, pero Richard no quiere llevarnos al hospital a que nos atiendan. Dice que están llenos de gérmenes y que uno entra con una enfermedad y sale con otras tres. A veces me molestan ese tipo de manías de su parte, como por ejemplo, no le gusta que esté cerca cuando está meditando. Pero con eso de que no quiere llevarnos al médico se pasa. Por suerte para él, los chicos que vivimos en su casa de acogida somos muy sanos, claro, salvo cuando nos cae una enfermedad como la varicela. Como siempre, yo estoy al pie de la cama cuando se sienten mal. No tengo ni idea de cómo curarlos. No soy enfermera ni quiero ser una, yo voy a ser abogada y lo mío son las leyes, no las inyecciones. Por suerte, todos los chic