Marianne POVLa banda salió al escenario poco después y comenzó a tocar. Empezaron con una de sus canciones más populares.— Hay otro mundo dentro de mí que tú nunca veras. Hay secretos en esta vida que no puedo ocultar. En algún lugar de esta oscuridad hay una luz que no puedo encontrar. Quizá se halla demasiado lejos, tal vez simplemente estoy ciego… tal vez simplemente estoy ciego. Por lo tanto, abrázame cuando esté allí, simplemente ayúdame cuando esté mal, abrázame cuando esté asustado y ámame cuando me marche. Además seré quien querías que fuese. Nunca te decepcionaré, incluso si puedo dejarlo todo si es por tu bien. Así que abrázame cuando este allí. Simplemente ayúdame cuando esté mal. Puedes abrazarme cuando este asustado. No estarás allí para siempre así que ámame cuando me marche.Me moví incómoda en la silla, mordiéndome los labios. La expresión de Edgard era similar. Suspiró y agachó la cabeza, pasó los dedos por su sedoso y largo cabello. Su boca era una línea dura.Reso
Edgard POVNo quería tener esa discusión, jamás, pero cuando la canción comenzó a sonar y oí la letra gemí interiormente. Me tragué mi orgullo y decidí que era ahora o nunca. La levanté y la puse sobre mi regazo, probablemente mas cera de lo que debería haberla puesto. Tenía que escucharlo y tenía que escucharlo ahora.Echó abajo cada uno de mis argumentos, alejando mis preocupaciones, pero había una con la que no podría con facilidad.—¿Me seguirás amando si no lo hago?—No pude parar las lágrimas que salían de mis ojos inútiles.—¡Oh, Edgard! Por supuesto que sí. Te amaré pase lo que pase. Desearía… desearía que pudieses ver cuánto te quiero pero si no haré que lo sientas.— Y cuando noté sus manos sobre mis mejillas y sus labios en los míos me volqué en ella y en mis lágrimas.Ellas bajaron por mis mejillas rápido y con fuerza. La atraje lo más cerca posible para poder saborearla. Necesitaba sentir su amor y que ella sintiese el mío. Necesitaba sentir cada parte de ella.—Te quiero. M
Marianne POVMe desperté de repente. La habitación estaba a oscuras y yo desnuda. Me llevó un minuto recordar donde me encontraba y lo que había pasado. Sonreí para mí y miré a ver si Edgard estaba en la cama conmigo. Hice una mueca cuando vi que no era así. Aparté la sabana y rodé para salir de la cama.—¿Edgard?—Pregunté tranquilamente.No respondió y comencé a preocuparme.—Edgard ¿Dónde estás?—Dije un poco más alto.Edgard me agarró desde atrás y chillé. Me volví entre sus brazos y le di un manotazo en el hombro.—¿Qué?—Dijo alargando la palabra.—¡Me has dado un susto de la hostia!—Le pegué de nuevo mientras se reía.—Oh, lo siento. No quería acercarme a ti sigilosamente, de verdad.—Agachó la cabeza inocentemente y se mordió el labio.—Sí que querías.—Dije haciendo un puchero. No iba a dejar que se escapase tan fácilmente.—¡Vale… quizás un poco! Pero, para ser justos, es demasiado fácil.—Pasó los dedos por mi cara para ver cuán enfadada estaba. Hice que mi labio inferior sobresali
Marianne POV—Y, yo a ti.—Dije pasando los dedos por su mejilla. Se inclinó hacia la palma de mi mano y la besó con suavidad.La ducha fue larga y agradable. No me sorprendería que hubiésemos utilizado todo el agua caliente del hotel. Casi me había vuelto una pasa cuando salimos. Nos vestimos con la ropa de la noche anterior.—Marianne, ángel ¿Quieres venir a Navy Pier conmigo?—Me preguntó mientras me ayudaba a ponerme la chaqueta.—¿Qué es Navy Pier?—No sé si lo sabías pero hay una noria. Por lo visto, no puedes perdértelo. Eso es el Navy Pier?Se puso las gafas por primera vez en catorce horas. Suspiré tristemente pero me incliné para besar sus labios.—Suena divertido.—Intenté decir a la ligera.****Edgard POV—¿Qué va mal?—Las gafas. Echaré de menos mirarte a los ojos.—Admitió suavemente.Suspiré para mí y me las quité, guardando las gafas en el bolsillo.—¿Mejor?—No quiero que este incomodo por mí.—No quiero que estés triste por mí.—Contrarresté.Sacó las gafas de mi bolsillo
Edgard POV—Se siente muy bien. No es nada en comparación con tu piel desnuda…—Sonreí burlonamente y bajé mi boca a la suya.—Pero, bastará, por ahora.—La besé con suavidad.—Edgard ¿Estas tratando de seducirme?—Bromeó.—Siempre.—Le seguí el juego mientras le hacía cosquillas. Se rió tontamente y se meneó en mis brazos.—Vamos, vayamos a comer.—Dijo llevándome a la cocina, tratando de distraerme de mi divertido asalto.—¿Qué quieres que haga?—Preguntó dulcemente.—No tienes por qué cocinar, podemos encargar algo.—Todavía era temprano, sobre las seis. Quizás tardásemos en conseguir algo de comida pero no me importaba demasiado.—¡No! Me mimas mucho. A demás, pensaba que te gustaba mi forma de cocinar.—Por supuesto que sí.—Reí entre dientes. Yo la había llevado a cenar fuera los dos días anteriores. No creo que le gustase mucho que me gastase mi dinero en ella. Pero ella tenía su propia forma de mimarme, lo aceptaba. Me encantaba como cocinaba.Abrió la puerta de la nevera con un suave p
Edgard POVYo estaba entre sus piernas totalmente asombrado por lo que acababa de hacer y lo que ella decía. Supongo que en cierto modo tenía razón, pero yo no podía hacerme cargo de todo. Sin embargo, me gustaría. Aunque lo que acababa de pasar me hacía sentir bien.Me alegró de que no sucediese nada más durante la cena. Marianne siempre conseguía sorprenderme con sus deliciosas comidas. El olor ya era suficiente para hacerme la boca agua.—Entonces ¿Viste lo que mi madre nos ha dejado?—Pregunté cuando terminamos de cenar.—No. ¿Por qué?—Preguntó confundida.Sonreí y fui a la nevera. Sabía perfectamente lo que nos había dejado. Ella quería que esta noche fuese especial para nosotros y ya que no íbamos a salir no tenía inconveniente en que bebiésemos en casa. Lo había comprado especialmente para nosotros.—¡Oh dios mío! ¿Dom Perignon? ¿Sabes lo caro que es?—Soltó y oí como se tapaba la boca con la mano provocando un débil pop.Reí entre dientes.—Marianne… sinceramente querida, relájat
Edgard Barrington POVSentía el día cálido. Debajo de mí el banco de hormigón estaba caliente y era un poco incómodo, pero aun no me sentía cómodo paseando por aquí. Había memorizado el camino pero de todos modos, seria embarazoso si me perdiese. Sabía como llegar a mi siguiente clase desde este banco. Me quedaría aquí sentado hasta que llegase la hora. Era más fácil así.No recordaba que alguna vez hubiese hecho tanto calor en Chicago y me preguntaba cómo la gente de Luisiana podía tratar con ello. Estábamos en septiembre ¿No se suponía que debía de bajar la temperatura un poco al menos?Se levantó una brisa fresca, revolviendo mi cabello. Como si no lo estuviese suficiente. Pasé mis dedos por él inútilmente. Ajusté mis gafas de sol, empujándolas más sobre mi nariz.Había mucho ruido en el campus. Podía oír la risa de la gente y la música que salía de los coches al pasar. Parecía un lugar feliz. Lo disfruté.—¿Está ocupado este asiento?— Oí una voz suave a mi lado. Escuché sus pisada
Marianne Cooper POVDe los primeros días este era el más hermoso. Hacia la temperatura perfecta. Seguía pasando treinta y ocho grados a Phoenix, o eso parecía. Eché hacia atrás mi cabello dejando que la brisa refrescase mi piel.No tenía mi próxima clase hasta dentro de unos treinta minutos, pero no quería ir a mi apartamento para llegar allí y tener que dar la vuelta de nuevo. Caminé a través del concurrido jardín, mirando a la gente hablar en grupos o practicar varias cosas.Busqué un lugar para sentarme. La mayoría de los asientos parecían estar repletos de jóvenes adultos que apenas cabían. Desde luego, la mayoría de la gente del Carlchester College era de Crossport. Habían ido juntos al colegio. Eran amigos. Imagino que esto no habría hecho diferencia alguna independientemente del lugar al que hubiese ido. Nunca había tenido muchos amigos.Finalmente encontré un banco con un único ocupante. Era alto y delgado, ligeramente atlético. Miré como el viento agitaba su cabello castaño r