La rabia de Elisa por lo pasado, esa noche en que la ostentosa Fortuna humilló a Alexis, como odiaba esos modos de chica caprichosa de Fortuna, nunca se medía y los medios adoraban sus acciones: como obsequiar a una fundación un costoso collar valuado en cincuenta mil dólares, otro día fueron sus pendientes para una madre con una hija con cáncer, esos pendientes fueron vendidos y pagaron el tratamiento de la nena.
Desde que la conoció siempre fue así, perfecta…
«Ella había llegado al Real Colegio de Damas regentado por las hermanas del Perpetuo Socorro. Su padre había caído en la quiebra hacía pocos meses, su único as era ella, una brillante joven que se ganó una beca en esa institución.
Todas sabían de su problema y la evitaban, tal se diría que no tener dinero era como un repelente; sin embargo, Fortuna no vio nada de eso y se acercó como buena persona y la trató como a una hermana, cómo la odiaba, en vez de sentirse agradecida, se sintió amparada por pena por esta mujer, todos comenzaron a hablarle a raíz de eso, ella no podía creer que con tan poco ella pudiera cambiar el mundo de los demás»
Se sentía siempre a la sombra de la virtual Srta. Fortuna y de su generosidad, pero eso algún día tenía que cambiar.
Le había lanzado un cóctel en el rostro a un pobre tipo, al menos hasta ese momento lo creía pobre, una víctima más de sus locuras. Cuando lo vio irse avergonzado, solo pudo exclamar mirando a Margo con extrema sorpresa.
—¡Qué fue lo que hice!
Ya era tarde para cambiar las cosas y no pudo ni dormir esa noche, daba vueltas en su habitación pensando en sus acciones de la noche anterior, observó el blog de los diarios de chismes que ponían la imagen del tipo bañado en licor, se hacían preguntas y especulaban el porqué de su acción y ella no tenía una excusa, solo se dejó llevar. Nunca había humillado a nadie en su vida y ahora estaba arrepentida de su acción, llamó a Margo.
—Tengo sueño…
—Margo, tienes que darme una idea, no pude dormir en toda la noche.
—Fortuna…
—Ese tipo no sale de mi cabeza, no debí hacer eso y ahora…
—Pídele disculpas y ya.
—Sí, eso es… Gracias, Margo… ¿Margo?
Cerró molesta, ahora tenía que poner la cara y tomar acciones correctivas para paliar ese mal momento.
Ese día usó un atuendo de chaqueta y falda corta blanco, símbolo de la paz, llevó un peluche de gran tamaño con ella y saludó al Lety de recepción:
—Hola, linda, Lety.
—Fortuna querida, ¿para quién es ese peluche?
—Quiero saber, ¿dónde trabaja el señor Castle?
—¿El nuevo? —la vio asentir—. Trabaja en el área de finanzas de la empresa.
Ella le agradeció y se fue al departamento de Finanzas y cuando entró saludó a todos y miró en torno, la oficina de Egan estaba con la puerta cerrada y entonces preguntó a Magaly la recepcionista de piso.
—Magy, ¿dónde trabaja el chico nuevo?
—¿Quieres lanzarle otro coctel o ese hermoso peluche en la cara?
—Algo así…
La mujer le señaló a una dirección y entonces ella fue decidida a enmendar su error. Casi nunca tocaba a las puertas, ella solo entraba y punto, ese día no fue la excepción, abrió la puerta y entró como la reina que era.
—¡Usted!
Ella pasó con el peluche delante de su rostro y él alzó la mirada y se sorprendió al ver al enorme muñeco:
—¡Qué rayos!
—Hola —mostró su bello rostro.
Pareció asustado de verla, ¿tanto miedo le causaba su presencia?, “¡Oh, no! Ella, de nuevo”, buscó ver si había un líquido disponible para que lo usara como arma contra su humanidad y ella sonrió:
—Hola —vio su placa—. Alexis Castle, es un nombre muy bonito.
Él carraspeó y entonces le preguntó:
—Señorita Fortuna, ¿en qué puedo servirle?
Ella tomó asiento y entonces comentó:
—Debes estar molesto y lo sé, actué como una loca arrebatada.
—Señorita, por favor.
—Te vengo a pedir disculpas, Alexis.
No se esperó ese detalle y entonces intentó ser franco con ella:
—¿Trajo ese peluche para mí?
—Sí, ¿te gusta?, se llama Puchi.
El joven respondió parco.
—Soy alérgico a esas cosas.
Muy mal Fortuna, muy mal.
—¿Te puedo invitar a comer?
—No, muchas gracias.
—¿Entonces aceptas mis disculpas?
Fue aplastantemente franco:
—No.
Vio su reacción de asombro y la vio levantarse:
—¿No?
—¿Por qué debería de aceptarlas?
—Por… Porque soy la hija de tu jefe.
—Menos, por eso, me expuso delante de todos, han hecho memes de mí y no, no la disculpo por exponerme de esa manera.
Era cruel, entonces Fortuna le indicó:
—Todos deben aceptar una disculpa.
—Pues, yo no soy como todos —cerró la carpeta que veía—, así que por favor debo seguir trabajando.
—¿Es en serio?
—Muy en serio.
Le gusto esa forma de ser tan determinante, esperaba que cediera por lo que ella representaba en la empresa, pero no, él no cedió.
—¿Entonces no aceptas a Puchi?
—No, no lo acepto.
—Te arrepentirás.
Era una declaración de guerra completa contra ella, Elisa llegó en esos momentos con la caja y se topó con Fortuna en la oficina y visiblemente molesta. Fortuna salió con el gran peluche y una cara muy ofendida, tanto era la molestia que no le dijo nada a su amiga.
—¿Qué pasó aquí?
—Hola, vino a pedirme disculpas.
Entendió y entonces preguntó:
—Supongo que aceptaste, ¿verdad?
—Supones mal, no tengo por qué aceptar su infantil comportamiento y que me ridiculice.
A Elisa le agradó su actitud y entonces ella le dio la caja de galletas.
—Son para ti, las horneé especialmente, espero que te hagan sentir mejor.
—Gracias, qué linda—sonrió.
Sus palabras la llenaron de ánimo y su cordialidad de esperanza, no era rico, pero tenía un atractivo endiablado y no cedió ante el asedio de Fortuna, podía tener esperanzas
Días después
Otra vez entró en su oficina sin tocar, un modo que la caracterizaba, después del penoso incidente solo deseaba poner un muro entre él y la petulante chica, pero…
—¿En qué puede servirle?
—Quiero que aceptes mis disculpas, por favor.
—Ya dije que no lo haré.
Ella se cruzó de brazos y tomó asiento:
—¿Qué hace?
—No me iré de aquí hasta que me disculpes.
¿Era en serio?
—Será una larga tarde —alzó sus hermosas y torneadas piernas en el escritorio—, para ti.
Alexis se pasó una mano por su cabellera negra y no supo si estaba loca o qué, ella vio las galletas.
—Tengo hambre —jaló la caja—, las hizo Elisa, lo sé, ella le pone bastante jengibre.
—Por favor, señorita, váyase.
—¿Acepta mis disculpas?
Alexis rotundo dijo:
—No.
—Eres cruel.
—Digámoslo así, no siempre puede conseguir lo que desea.
—¿Eso crees?
Asintió seguro y ella entonces se levantó y le respondió:
—Ya veremos.
Salió con el peluche, ¿se había rendido? Esperaba que sí, al menos ahora podía trabajar en paz, vio el estuche de las galletas y estaba vacío, se había comido las últimas galletas, rayos, que chica para petulante. Sus pasos resonaban en el mármol como aquella pegajosa canción que días después le dedicara…
Esa tarde, después de cumplir con todas sus obligaciones, llegó a la empresa, algunos lo miraban de reojo y pudo sentir que algo iba a pasar y cuando llegó a su oficina, unos mariachis entraron a tocar una tonada:
“Perdónala, perdónala”.
Alexis estaba mudo de la impresión, Fortuna estaba con ellos sonriendo. Todos murmuraban sobre el hecho. Estaba avergonzado y cuando terminó la canción ella le preguntó:
—¿Me perdonas?
Estaba tan apenado y ella tan fresca.
—Señorita, por favor…
—Solo perdóname, por favor.
Entonces gritó con todas sus fuerzas:
—Si lo hago me dejará de molestar.
—¡Sí!
—La perdono entonces.
—¡Qué alivio!
¿Eso era todo?, lo había ridiculizado delante de todo el mundo una vez más y ella solo sentía alivio, lo cierto es que esa chica era tan… irritante como hermosa, aunque no sabía hasta qué punto ella lo había impactado.
Elisa tenía su objetivo definido y esa mañana pasó por la oficina de Alexis para saludarlo, él estaba reunido con Egan, iba a entrar y escuchó la charla:
Egan dijo en ese momento:
—Mi prima es la imagen de los Departamentales y esta semana grabamos una nueva promoción, debes supervisar que todo salga bien.
Ahora tenía que ser de escolta de la damisela, Egan le recalcó:
—Solo debes de cuidar que nadie se le acerque, ella en redes sociales es muy conocida y a veces llama público.
—Entendido.
Entonces recibió los pases para la locación y la dirección, al salir se topó con Elisa:
—Hola, ¿todo bien?
—Todo, ¿podemos almorzar?
—No puedo, se supone que debo de estar presente en la locación donde se harán las tomas de la nueva promoción.
—Entiendo, ¿Sabías que Fortuna es la imagen de los departamentales?
—De eso me enteré hoy —le mostró la carpeta—. Tendré que hacerme cargo.
Ella ojeó la dirección y con una sonrisa le propuso.
—Después podemos merendar juntos, si gustas.
—Claro, te llamo.
Inmediatamente, sacó su móvil y comenzó a hacer algunas llamadas a sus contactos, le iba a dar un remezón a esa puritana chica.
Las locaciones eran poco conocidas por lo que ver llegar gente era raro, un guardia se acercó a Alexis preocupado.
—Hay muchas personas afuera, se enteraron de que la locación era aquí, desean ver a Fortuna.
Alexis no podía creerlo, dio media vuelta y le avisó al equipo que había problemas.
—Debemos tener cuidado, hay gente afuera.
Fortuna bebía una soda helada y lo escuchó, entonces Alexis se acercó a preguntarle molesto:
—¿Le dijiste a alguien que tendrías un evento aquí?
Ella lo miró molesta por su pregunta y le respondió:
—Nunca hago eso.
El guardia fue empujado y entraron algunas personas con celulares e invadieron el set y cercaron a Fortuna que estaba sorprendida por todo aquello, incluso algunos comenzaron a tomar las joyas que se estaban usando y las robaron, la seguridad no se abastecía y la joven estaba siendo acosada con sendas fotos.
Alexis se abrió paso dando golpes al escuchar como la joven gritaba cuando alguien intentó tocarle su busto y lo apartó violentamente de su lado y agarró a la joven en peso y la sacó de allí con ayuda de seguridad, la policía llegó en esos momentos y apresó a algunos de los supuestos “admiradores”.
Fortuna miró con otros ojos al valiente joven que había salvado su integridad en esos momentos.
Su padre parecía renuente, pero ella ya lo había decidido, Alexis Castle era el amor de su vida y se iba a casar con él, pero primero debía de dirigir la reunión de los médicos altruistas que ayudarían en operaciones para los niños, se harían reconstrucciones faciales, labio leporino, se colocarían prótesis, en fin, muchas cosas. Margo la ayudaba en todo eso. —Así que tu padre odia la idea del matrimonio. —Amará a Alexis. Sabía que no era tan fácil, entonces su amiga le indicó. —Sabemos que hará que firme un contrato matrimonial por tu bien. —Entonces lo hará, sé que Alexis no es interesado. Elisa llegó en esos momentos contenta, parecía renovada. —Hola, chicas, ¿cómo va todo? Fortuna le dijo alegremente. —Me voy a casar con Alexis después del evento. Eso sorprendió a Elisa. —Debes contarme todo eso, es increíble que tu padre te deje. Fortuna hizo un puchero y le comentó. —Él odia la idea, pero es mi vida. Margo le comentó. —De seguro pedirá un contrato matrimonial, voy
Las cirugías habían sido exitosas, la labor había culminado y ahora se daba un baile en honor de los doctores participantes. Fortuna tenía el contrato matrimonial entre sus manos y vacilaba en entregárselo a Alexis. Elisa se acercó en ese momento. —¿En verdad le harás firmar eso? —No quisiera, pero mi padre… —Fortuna, no dormirás con tu padre. Alexis no te mirará igual. Ella tenía terror de que Alexis dejara de quererla, entonces guardó el contrato, tal vez en la noche de boda podría hacerlo firmar con algo de encanto palearía ese momento. Alexis recibió una llamada de parte de Elisa. —Dime, cariño. —Estoy haciendo de todo para que Fortuna no te haga firmar ese maldito contrato matrimonial. —Entiendo, Travis Ferris me trata cortante, no confía en mí. —Pues haz algo para que confíe en ti. —Tal vez si firmo… —¡No vayas a firmar esa m****a! —Ok. —Y ven, que el evento va a comenzar y debes estar presente junto a Fortuna. Fortuna usaba un bello vestido negro con un escote en V
La reportera se acomodaba el traje y daba la orden de inicio de la transmisión: «Estamos en el muelle de Pier, atentos a las noticias que nos puedan dar los guardacostas sobre el yate el Aleón, el famoso yate donde la hija del magnate Travis Ferris salió de luna de miel con su esposo Alexis Castle. Lo último que se supo de ellos es que salieron de este muelle —indicaba el sitio—. Después de la fastuosa boda celebrada. La última comunicación que dio el capitán Merino fue a las tres de la mañana, indicando que todo estaba en orden; sin embargo, desde ese momento no se obtuvo ninguna otra comunicación y a dos días sin noticias. Se teme lo peor». Algunos periodistas captaron la limusina en la que Travis Ferris había llegado y fue recibido por elementos de la guardia costera, entre ellos el capitán Dale. Fue conducido a las oficinas y allí se llevó esta conversación. —Señor Ferris, iniciamos la búsqueda del Aleón. —¿Por qué? El sujeto agarró aire para decirle: —El Aleó no se encuentr
Las algas se arremolinaban a su alrededor como brazos serpenteantes, deseaban tomarla y llevarla a su reino, su mente divagaba en pequeños fragmentos como luces en esa oscuridad. Su padre… Le dio todo lo que pudo materialmente, pero la felicidad ni él ni ella la consiguieron, su pesado vestido de novia la tiraba hasta el fondo como un gran peso muerto, el poco aire que le quedaba en sus pulmones se estaba acabando y pronto todo terminaría para ella… Otro recuerdo… «El brindis de los novios, todos alzando sus copas para celebrar la unión… Su padre acercándose a ella y preguntando: —¿Tienes el acuerdo matrimonial? No deseaba mentirle, pero tampoco quería que se arruinara todo ese bello momento. —Papá se lo di a Margo, ella te lo dará después. —Hijo, quiero que seas feliz. —Lo soy, ahora —miró a su esposo riendo—. Con Alexis lo tengo todo». Ese todo se escuchaba como un eco en medio del vaivén de las olas. El tiempo se agotaba y su vida también, entonces como una luz, algo pasó de
Alexis entró en las oficinas y todos centraron su mirada en él. Vestía de negro entero y usaba gafas oscuras, todos lo saludaron con respeto y cuando entró en la oficina se encontró con Rafael Egan, el primo de Fortuna. —Egan. —Alexis, supe que mi tío está muy mal. —Es cierto, quiso volver a realizar una búsqueda de tu prima y… Era inútil. —Lo visité, los doctores dicen que no podrá desenvolverse por él solo y los abogados me indicaron que ahora estás a cargo. Era cierto, como esposo de Fortuna lo estaba. —Sí. —Entiendo —fijó sus ojos azules en el hombre que tenía enfrente—. Nunca pensé que cuando te conocería hace dos años iba a tener enfrente al futuro director de los departamentales Ferris. Alexis entonces murmulló: —Yo tampoco lo pensé… Supongo que la vida da muchos giros. —Demasiados, diría yo. Bien, entonces vuelvo a mis funciones —entonces se detuvo—. Mi tío confiaba en ti, te veía como a un hijo, espero no lo defraudes. Alexis se quitó las gafas oscuras y miró la amp
Alexis ya tenía un año y medio de viudez y el tiempo para responderle a Elisa había llegado, era la única persona que podía entenderlo y quererlo como él era, la llamó: —Si gustas podemos salir a comer. Le pareció una buena idea hacía días que no cenaban juntos y entonces respondió: —Bien, estoy por terminar mi jornada y me gustaría comer algo. —Perfecto. Fueron a un restaurante de la zona, un lugar bastante concurrido por la élite y entonces ella comentó: —Creí que no deseabas verme en sitios públicos. —Tienen que ir acostumbrándose, porque nos casaremos dentro de dos meses. El rostro de Elisa resplandeció y tomó su mano: —¡Alexis! Te haré el hombre más feliz del mundo. —Eso espero… —Tendré que preparar todo… Una boda grande. —Mejor que sea discreta, no deseo llamar la atención de todos. —Claro, lo que tú digas amor. En un arrebato de pasión lo besó en la boca y muchos comenzaron a comentar sobre el romance del viudo del momento. Elisa tenía que contarle a Margo la noti
«Recuerdo a Sor Lane, ella siempre decía que toda mujer debía aprender a ser más que un elemento decorativo para un hombre y debía convertirse en una compañera útil», pensaba ella mientras amasaba la masa para galletas. «La vida deja de ser dulce en un momento y te muestra su lado amargo después y debes de estar preparada para lo que te muestra». Movía las latas en el fogón, no eran las condiciones más favorables para cocinar y para vivir, pero al menos tenía una forma de ganarse la vida. Nada que ver con los modernos hornos del colegio Christian de Saint Meritz. Recordó sus tiempos en la clase de cocina de sor Lane: Sacaba el hermoso pastel del horno y lo admiraba. —No sé por qué te esfuerzas tanto en aprender a hornear y cocinar —decía una de sus compañeras—, vamos a casarnos con hombres ricos y poderosos y vamos a tener empleadas y cocineras. Fortuna sonrió, tal vez para ellas eso era todo, pero siempre había más. Sor Lane se acercó a ver el pastel. —Es muy hermoso y apetecib
Tres años pasaron desde Matt que dejó tulipanes en la tumba de Fortuna. Desde ese día se sumergió en el trabajo, en esos momentos analizaba unas radiografías detenidamente cuando su móvil sonó: —Hola, adicto al trabajo. —Dylan, ¿qué se te ofrece? —Estamos en una buena época para pescar, podemos ir a hacerlo. Miraba el trabajo acumulado: —Ahora —dejaba unos expedientes—. No es un buen momento. —¿Qué haces? —Voy a realizar una faloplastía. —¿Y eso es? —El agrandamiento del pene de un paciente. Escuchó la risa guasa de su amigo, odiaba su forma retorcida de pensar: —¡Es en serio! ¡Vas a tocar la cosa de otro hombre! —Es mi trabajo, hay sujetos que desean ser más… atrayentes para las mujeres o sienten complejos de su miembro. —¿Oye y es caro eso? —Muy caro… —¿Y para los amigos? —No tocaría tu pene ni por todo el oro del mundo —dijo con una sonrisa. —¿Sabes? No lo necesito, pero por ahí escuché a un amigo que tenía ese problema. Esbozo una sonrisa: —Pero, por supuesto. E