Su padre parecía renuente, pero ella ya lo había decidido, Alexis Castle era el amor de su vida y se iba a casar con él, pero primero debía de dirigir la reunión de los médicos altruistas que ayudarían en operaciones para los niños, se harían reconstrucciones faciales, labio leporino, se colocarían prótesis, en fin, muchas cosas.
Margo la ayudaba en todo eso.
—Así que tu padre odia la idea del matrimonio.
—Amará a Alexis.
Sabía que no era tan fácil, entonces su amiga le indicó.
—Sabemos que hará que firme un contrato matrimonial por tu bien.
—Entonces lo hará, sé que Alexis no es interesado.
Elisa llegó en esos momentos contenta, parecía renovada.
—Hola, chicas, ¿cómo va todo?
Fortuna le dijo alegremente.
—Me voy a casar con Alexis después del evento.
Eso sorprendió a Elisa.
—Debes contarme todo eso, es increíble que tu padre te deje.
Fortuna hizo un puchero y le comentó.
—Él odia la idea, pero es mi vida.
Margo le comentó.
—De seguro pedirá un contrato matrimonial, voy a dejar estas invitaciones en la recepción para que las entreguen.
Elisa quedó sola con ella y entonces le comentó a su amiga.
—¿Harías eso del contrato?
—Bueno, sé que Alexis es un buen hombre, pero mi padre desea asegurarse.
—Puedes oponerte, ¿o no?
—Es lo que mi padre pedirá, Elisa, no puedo ir contra eso.
Elisa no podía permitir aquello y entonces le dijo su punto de vista.
—Si crees en el hombre que amas, Fortuna, no le hagas eso, ambas sabemos que Alexis no tiene dinero y que esta relación ya es condenada por los medios.
—Lo sé…
—Escucha, finge que aceptas firmar ese acuerdo, puedes hacerlo.
Fortuna le explicó.
—El documento tiene que firmarse antes del matrimonio.
Elisa no se detendría y le comentó.
—Pues retrásalo hasta la noche de bodas, entonces cuando consumas el matrimonio no será válido, eso he escuchado. Solo no debes comentarlo con nadie, para que no llegue a oídos de tu padre.
Se escuchaba tentador, entonces la idea se fijó en su mente. Margo regresó y las tres fueron a tomar unos cocteles, la charla era amena.
—He pensado en hacerme una cirugía de aumento de senos —comentó Margo—. Siento que me falta un poco.
—Entonces aprovecha a los doctores que asistirán para el evento, todos son cirujanos —comentó Elisa.
—Podría ver cuál es el mejor, aunque me dicen el doctor Matthew Owen, tiene manos de artista.
Fortuna revisó su lista y comentó:
—Va a asistir al evento, me costó reclutarlo, es muy codiciado.
—Y apuesto. Eso vi en una revista, operó a la modelo Silvina Garret después de su embarazo, esa mujer hasta se sacó varias costillas, lo entrevistaron y era muy guapo.
Fortuna dijo entonces:
—No más que mi Alexis.
Ellas rieron y Elisa les dijo:
—Cuando tenga dinero me voy a hacer operar de Owen.
—¿Qué?
—Eso no importa, con tal de conocerlo.
Ellas reían ante sus ocurrencias, mientras la mente de Fortuna se enfocó en lo que debía hacer para que su padre no molestara con eso del contrato.
**
Laila era la asistente del doctor Owen y en ese momento revisaba la agenda y se dio cuenta de que el evento de los Ferris era al siguiente día y entonces fue a avisarle a su jefe sobre aquello.
—Matt, te recuerdo que tienes un evento programado, Sonrisas por siempre, que organiza la hija del millonario Ferris.
Él alzó la mirada y entonces le comentó:
—Es cierto, me dijiste que debía hacer algo por el prójimo y esos niños están muy necesitados.
Se tiró hacia atrás. Su cabello rubio lo usaba algo largo y un poco despeinado. Empleaba su bata blanca y hasta una corbata, por Dios, ni siquiera era real, solía pegarse corbatas falsas para dar la impresión de que era un profesional, esos detalles impresionaban a los pacientes; sin embargo, para él una buena chaqueta de cuero, una camisa holgada y unos jeanes, calzando botas era magia pura.
—Supongo que en esos eventos hay que ir formal…
Laila entonces le mostró un traje.
—Lo compré para ti, te verás divino.
—¿Es en serio?
—Matt, sé que no te importan esos detalles, pero hablamos del evento Ferris, es un programa destacado y tus colegas irán encantados a dar lo mejor de sí.
—Bien por ellos.
—Tú debes estar a la altura.
Él le mostró sus manos y le indicó:
—Ellas son las estrellas.
—Nadie dice que no lo intento, lo hago todo el tiempo.
Él sonrió, no podía cambiar lo que era, por favor, su esposa Ana siempre lo quiso así y admiró su originalidad.
—Eso te llevará algún tiempo, pero es por una buena causa.
—Mejor que ponerle las tetas postizas a una modelo, esos niños, cielos, sufren mucho.
Laila sonrió y salió dejándolo solo, Matt rebuscó entre sus cosas y encontró la elegante invitación que le la fundación Ferris le había enviado. El proyecto se concentraba en otorgar cirugías gratuitas a niños de escasos recursos. La causa le gustó mucho, siempre era bueno hacer esas acciones, las veía como loable y dignas.
Esa noche era la reunión y él asistió al salón del hotel, algunos médicos lo saludaron, otros se hacían los desentendidos.
La anfitriona era la hija del millonario Ferris, no sabía mucho de farándula, pero se decía cada cosa de esa joven. Notó a una bella rubia dando indicaciones a unas personas, tenía unas curvas muy provocativas, es más, podía decir que hasta naturales, sus pechos tenían una medida justa, su nariz respingada era natural, armonizaba con su esbelto cuerpo, no le aumentaría nada, ni le quitaría nada… Rayos, su profesión siempre metida en todo, no podía ver a una mujer sin notar cosas o pensar que quitándole algo o poniéndole se vería mejor.
Fortuna revisaba la lista de los médicos participantes que habían asistido al evento.
—Doctor Jamal, Doctor Cooper… Falta uno, el doctor Owen, espero que no falle, tiene una excelente reputación.
Él entró con su usual pinta de vago, nada de traje, eso no iba con él y ella lo miró con curiosidad, ¿Quién era ese tipo?, por Dios. El fijo sus ojos verdes en ella porque era hermosa, la segunda mujer más hermosa que había visto en la vida, tomó asiento en la última fila y esperó a que iniciara todo.
Entonces ella se acercó:
—Disculpe, este evento es privado, los rockeros se reúnen en el salón de junto.
¿Rockero había dicho? Y él se deslizó en el mueble en gesto cansado y con cierta guasa le dijo:
—Quiero ver qué hay aquí.
No estaba para atender a mirones.
—Como le dije, es un evento privado y hay gente respetable aquí reunida.
Él miró en torno, todos sus colegas estaban muy bien puestos con traje y corbata. Uff, él odiaba esos modos de profesional, ¿a quién intentaban impresionar?, los hacía de viejos y entonces viendo a la joven que esperaba una reacción de su parte, entonces comentó:
—Sí, se ve que son muy respetables.
—Puede irse, por favor.
—¿Por qué lo haría si me invitaron?
Ella se había reído irónica y le comentó:
—¿Quién pudo invitarlo?
Matt, con toda la prosa del mundo, sacó de su chaqueta de cuero una invitación arrugada y doblada.
—Lo siento, es que no soy bueno con estas cosas —la alisaba y se la daba.
Ni más faltaba, ella la abrió y leyó y lo miró detenidamente, luego volvió a leer y entonces le preguntó:
—¿Usted es el doctor Owen?
—Sí… Preciosa, lo soy.
Fortuna incrédula volvió a preguntar:
—¿Es el doctor Matthew Owen?
Él colocó las manos detrás de la nuca y bostezó:
—Sí, el mismo, espero que den algo de comer, no he almorzado.
—Soy Fortuna Ferris y… Lo invité para participar en un evento benéfico.
—Y aquí estoy, listo para ti, preciosa.
Todo era muy raro, según pensó la joven y entonces comentó:
—Bueno… Lamento la confusión.
—Te perdono, solo porque eres linda, la más linda de todas y perfecta criatura que mis ojos han visto.
Vio su enfado, tal se diría que le pareció un fresco; sin embargo, para él, ella era divina, perfecta en todo sentido.
—Gracias.
—En serio, no te pondría nada, todo lo tienes en tu sitio.
Ese era su mejor cumplido. Fortuna lo miró como un fresco y se retiró a iniciar el evento.
—Les agradezco su presencia a todos ustedes, doctores. El que den un poco de su tiempo para poder colaborar con la causa de la fundación Ferris. Estos son los niños a los que ayudarán en este proyecto…
Las imágenes de los niños, conmovió su corazón, esas pequeñas criaturas ya habían sido tocadas por la tragedia y el infortunio, si podía hacer algo lo haría con todo el placer del mundo y más para poder ver más de cerca a la preciosa Fortuna Ferris y su inspiradora causa.
Cuando terminaron se acercó a ella que estrechaba la mano de varios de sus colegas y entonces al verla sola le dijo:
—Es una noble labor la que hace.
—Más bien la noble labor la harán ustedes, solo soy una intermediaria.
—Es la segunda mujer más bella que he visto —dijo de pronto.
Ella sonrió, tal vez enseñada a los elogios, pero impresionada por ser, en esta ocasión, la segunda mujer.
—¿La segunda mujer?
—Sí, la primera fue mi esposa, ella murió, soy viudo.
Fortuna cayó en cuenta y entonces comentó:
—Es una pena, se ve que la amó mucho.
—Son cosas que no se pueden obviar, aunque estoy dispuesto a rehacer mi vida, con usted, claro.
Fortuna tuvo que bajarle dos rayas a su lance:
—Estoy comprometida —mostró su anillo con orgullo.
—Y yo no soy celoso, así que podría funcionar.
Fortuna sonrió, era muy apuesto y tal vez si no estuviera Alexis en su vida, podría hasta considerarlo, pero Alexis estaba y pronto sería su esposa.
Matt parece un fresco, pero tiene un precioso talento y un gran corazón, pero sabemos que eso no es suficiente cuando Alexis cautiva el corazón de Fortuna; sin embargo, esto apenas comienza.
Las cirugías habían sido exitosas, la labor había culminado y ahora se daba un baile en honor de los doctores participantes. Fortuna tenía el contrato matrimonial entre sus manos y vacilaba en entregárselo a Alexis. Elisa se acercó en ese momento. —¿En verdad le harás firmar eso? —No quisiera, pero mi padre… —Fortuna, no dormirás con tu padre. Alexis no te mirará igual. Ella tenía terror de que Alexis dejara de quererla, entonces guardó el contrato, tal vez en la noche de boda podría hacerlo firmar con algo de encanto palearía ese momento. Alexis recibió una llamada de parte de Elisa. —Dime, cariño. —Estoy haciendo de todo para que Fortuna no te haga firmar ese maldito contrato matrimonial. —Entiendo, Travis Ferris me trata cortante, no confía en mí. —Pues haz algo para que confíe en ti. —Tal vez si firmo… —¡No vayas a firmar esa m****a! —Ok. —Y ven, que el evento va a comenzar y debes estar presente junto a Fortuna. Fortuna usaba un bello vestido negro con un escote en V
La reportera se acomodaba el traje y daba la orden de inicio de la transmisión: «Estamos en el muelle de Pier, atentos a las noticias que nos puedan dar los guardacostas sobre el yate el Aleón, el famoso yate donde la hija del magnate Travis Ferris salió de luna de miel con su esposo Alexis Castle. Lo último que se supo de ellos es que salieron de este muelle —indicaba el sitio—. Después de la fastuosa boda celebrada. La última comunicación que dio el capitán Merino fue a las tres de la mañana, indicando que todo estaba en orden; sin embargo, desde ese momento no se obtuvo ninguna otra comunicación y a dos días sin noticias. Se teme lo peor». Algunos periodistas captaron la limusina en la que Travis Ferris había llegado y fue recibido por elementos de la guardia costera, entre ellos el capitán Dale. Fue conducido a las oficinas y allí se llevó esta conversación. —Señor Ferris, iniciamos la búsqueda del Aleón. —¿Por qué? El sujeto agarró aire para decirle: —El Aleó no se encuentr
Las algas se arremolinaban a su alrededor como brazos serpenteantes, deseaban tomarla y llevarla a su reino, su mente divagaba en pequeños fragmentos como luces en esa oscuridad. Su padre… Le dio todo lo que pudo materialmente, pero la felicidad ni él ni ella la consiguieron, su pesado vestido de novia la tiraba hasta el fondo como un gran peso muerto, el poco aire que le quedaba en sus pulmones se estaba acabando y pronto todo terminaría para ella… Otro recuerdo… «El brindis de los novios, todos alzando sus copas para celebrar la unión… Su padre acercándose a ella y preguntando: —¿Tienes el acuerdo matrimonial? No deseaba mentirle, pero tampoco quería que se arruinara todo ese bello momento. —Papá se lo di a Margo, ella te lo dará después. —Hijo, quiero que seas feliz. —Lo soy, ahora —miró a su esposo riendo—. Con Alexis lo tengo todo». Ese todo se escuchaba como un eco en medio del vaivén de las olas. El tiempo se agotaba y su vida también, entonces como una luz, algo pasó de
Alexis entró en las oficinas y todos centraron su mirada en él. Vestía de negro entero y usaba gafas oscuras, todos lo saludaron con respeto y cuando entró en la oficina se encontró con Rafael Egan, el primo de Fortuna. —Egan. —Alexis, supe que mi tío está muy mal. —Es cierto, quiso volver a realizar una búsqueda de tu prima y… Era inútil. —Lo visité, los doctores dicen que no podrá desenvolverse por él solo y los abogados me indicaron que ahora estás a cargo. Era cierto, como esposo de Fortuna lo estaba. —Sí. —Entiendo —fijó sus ojos azules en el hombre que tenía enfrente—. Nunca pensé que cuando te conocería hace dos años iba a tener enfrente al futuro director de los departamentales Ferris. Alexis entonces murmulló: —Yo tampoco lo pensé… Supongo que la vida da muchos giros. —Demasiados, diría yo. Bien, entonces vuelvo a mis funciones —entonces se detuvo—. Mi tío confiaba en ti, te veía como a un hijo, espero no lo defraudes. Alexis se quitó las gafas oscuras y miró la amp
Alexis ya tenía un año y medio de viudez y el tiempo para responderle a Elisa había llegado, era la única persona que podía entenderlo y quererlo como él era, la llamó: —Si gustas podemos salir a comer. Le pareció una buena idea hacía días que no cenaban juntos y entonces respondió: —Bien, estoy por terminar mi jornada y me gustaría comer algo. —Perfecto. Fueron a un restaurante de la zona, un lugar bastante concurrido por la élite y entonces ella comentó: —Creí que no deseabas verme en sitios públicos. —Tienen que ir acostumbrándose, porque nos casaremos dentro de dos meses. El rostro de Elisa resplandeció y tomó su mano: —¡Alexis! Te haré el hombre más feliz del mundo. —Eso espero… —Tendré que preparar todo… Una boda grande. —Mejor que sea discreta, no deseo llamar la atención de todos. —Claro, lo que tú digas amor. En un arrebato de pasión lo besó en la boca y muchos comenzaron a comentar sobre el romance del viudo del momento. Elisa tenía que contarle a Margo la noti
«Recuerdo a Sor Lane, ella siempre decía que toda mujer debía aprender a ser más que un elemento decorativo para un hombre y debía convertirse en una compañera útil», pensaba ella mientras amasaba la masa para galletas. «La vida deja de ser dulce en un momento y te muestra su lado amargo después y debes de estar preparada para lo que te muestra». Movía las latas en el fogón, no eran las condiciones más favorables para cocinar y para vivir, pero al menos tenía una forma de ganarse la vida. Nada que ver con los modernos hornos del colegio Christian de Saint Meritz. Recordó sus tiempos en la clase de cocina de sor Lane: Sacaba el hermoso pastel del horno y lo admiraba. —No sé por qué te esfuerzas tanto en aprender a hornear y cocinar —decía una de sus compañeras—, vamos a casarnos con hombres ricos y poderosos y vamos a tener empleadas y cocineras. Fortuna sonrió, tal vez para ellas eso era todo, pero siempre había más. Sor Lane se acercó a ver el pastel. —Es muy hermoso y apetecib
Tres años pasaron desde Matt que dejó tulipanes en la tumba de Fortuna. Desde ese día se sumergió en el trabajo, en esos momentos analizaba unas radiografías detenidamente cuando su móvil sonó: —Hola, adicto al trabajo. —Dylan, ¿qué se te ofrece? —Estamos en una buena época para pescar, podemos ir a hacerlo. Miraba el trabajo acumulado: —Ahora —dejaba unos expedientes—. No es un buen momento. —¿Qué haces? —Voy a realizar una faloplastía. —¿Y eso es? —El agrandamiento del pene de un paciente. Escuchó la risa guasa de su amigo, odiaba su forma retorcida de pensar: —¡Es en serio! ¡Vas a tocar la cosa de otro hombre! —Es mi trabajo, hay sujetos que desean ser más… atrayentes para las mujeres o sienten complejos de su miembro. —¿Oye y es caro eso? —Muy caro… —¿Y para los amigos? —No tocaría tu pene ni por todo el oro del mundo —dijo con una sonrisa. —¿Sabes? No lo necesito, pero por ahí escuché a un amigo que tenía ese problema. Esbozo una sonrisa: —Pero, por supuesto. E
Era de noche y Fortuna estaba horneando unos brownies, tenían poca luz, pero ya se había acostumbrado a ese ambiente, fue cuando la lata que horneaba se calentó mucho y le cayó encima produciéndole una quemadura bastante grande, pegó un grito por el dolor y eso le hizo soltar los dulces que cayeron en el piso arenoso. Ella se agachó del dolor viendo la quemadura roja que pulsaba enormemente y respiraba angustiada. Se levantó y tomó una jarra con agua de mar que tenían y se lavó, el dolor era demasiado. Chico Pérez en esos momentos entró y la vio llorando y con una quemadura muy grave. —Sirena, ¿qué te pasó? —Me quemé —sudaba frío—. Me duele… Me duele mucho. Angustiado intentó tocar su mano y ella se negó. —Me duelo mucho, creo que es grave. El dolor produjo en ella una palidez como la de un cirio y Chico Pérez salió corriendo a buscar ayuda. Mientras corría por la playa, sin saber quién podía auxiliarlo, de pronto se detuvo y recordó al hombre de manos delicadas. Le había dicho