83. Platos fuertes
¿Un regalo? Ha-na lo tomó entre sus dedos, algo desconcertada. En su experiencia, no era habitual que alguien a quien acababa de conocer le ofreciera un artículo tan personal. Levantó la mirada y observó la figura de Hee-sook mientras salía del baño. Había algo en ella que era como un desafío en sí mismo. Esa mujer parecía segura de todo, sin importarle la opinión de los demás. Era un rasgo que admiraba y, en cierta medida, una pequeña parte de ella deseaba poder proyectar esa misma confianza con la naturalidad de Hee-sook.

Se miró en el espejo por última vez, respirando profundamente, y aplicó el labial en sus labios. Era de un tono rojo vibrante, elegante, pero a la vez llamativo, como si tuviera la capacidad de transformar su rostro en uno que exudara mayor seguridad. Sintió una oleada de energía al mirarse con el color nuevo en sus labios, como si ese pequeño acto le hubiera dado una especie de fuerza renovada. ¿Quién era Hee-sook? Si estaba con Heinz, ¿qué pasaría con su relación
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