106. La sala

Heinz accedió al baño para limpiarse también. Después arreglaron el escritorio. Recogieron sus cosas. Ha-na salió primero y fue al estacionamiento. Luego lo hizo Heinz para que no los vieran juntos. Así, se dispusieron al retorno de su lujosa morada en la que antes habían estado distante el uno del otro, hasta hace poco. Era el sitio donde ambos compartían para descansar y nunca habían considerado hacer nada más. Pero esas fronteras habían desaparecido de ellos, para dar paso a otras lascivas intenciones.

El silencio entre ellos en el trayecto de regreso electrizante, pero ligero. Ha-na se acomodó en el asiento del copiloto, con la vista fija en el horizonte nocturno. Su mente divagaba entre los recuerdos recientes, en todo eso que había experimentado con Heinz. Lo que habían hecho era el acto más lascivo entre hombres y mujeres.

Heinz, al volante, mantenía una expresión neutral, casi estoica, aunque internamente su pecho se sentía como si estuviera siendo estrujado. Cada kilómetro qu
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