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Capítulo veintiuno. Pequeña diabla

Pequeña diabla

Arturo se perdió en los labios de Paula, dejó que el calor inundara su ser como hacía tiempo no le sucedía.

El magnate quería más que un beso, quería fundirse en el calor de Paula, hacerla suya…

—¡Auch! —gimió bajito.

La diabla lo había mordido…

—Te dije que no te aprovecharas —le susurró Paula en medio de una hermosa sonrisa.

¿Cómo era que los demás no la escuchaban hablar?

—Paula…

La muchacha se giró para ver a su abuela, los colores se le subieron al rostro al darse cuenta de cómo debió verse ese beso para ella.

Urgido, necesitado…

—Lo siento, abuela —se disculpó Paula con rapidez.

—¡Mis papitos se aman! ¿No es genial abuelita? —preguntó Alejandro interrumpiendo oportunamente el momento tenso entre los adultos.

—Claro que sí, ¿quieres una rebanada de pastel? —preguntó América mientras miraba a Arturo succionar su labio, tenía la impresión de que algo había ocurrido bajo sus narices y no fue capaz de verlo.

—¡Sí!, ¿tienes pastel de chocolate? —Alejandro t
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