Recordando el pasado «Sofía de Montecarlo, queda usted arrestada por el asesinato de Pía Zambrano» «Sofía de Montecarlo, queda usted arrestada» «Queda usted arrestada» Aquellas palabras fueron el clic que Paula necesitó para sentirse libre, fue el dique que rompió la adrenalina que corría por cada rincón de su cuerpo. Paula se tambaleó de uno a otro lado. —¡Paula! —Diego corrió a su lado y la sostuvo en sus brazos para evitar que cayera al piso. —Estoy bien —mintió. Paula estaba de todo menos bien. Había sentido miedo, un miedo feroz al saber que Sofía tenía intenciones de asesinarla como lo hizo con Pía. —Necesitamos las pruebas para procesar la demanda —dijo el oficial acercándose a ellos. Diego asintió. —Carolina —llamó a la asistente. La mujer volvió sobre sus pasos, cogió la grabación que había hecho y se la entregó al oficial. —Aquí está todo lo que necesita —dijo. El oficial asintió. —¡Llévensela! —gritó a sus hombres. —¡Vas a pagarme por esto, Paula Madrigal, te
¿Vas a castigarme? Arturo suspiró, no sabía cuántas veces lo había hecho ya esa mañana, Diego había solicitado verlo a tempranas horas y el guardia lo llevaba de camino a la sala de interrogación y no al área de visita, lo que no le daba buena espina. —¿Diego? El abogado se puso de pie, su rostro no era el de un hombre feliz por liberar a su amigo, pero no tenía nada que ver con el caso, sino con sus recuerdos, no había podido dejar de pensar en la mujer del antifaz. —El juez ha ordenado tu libertad esta mañana —dijo con una ligera sonrisa que no llegó a sus ojos, pero Arturo estaba eufórico con la noticia que no se percató. —¿Qué? —Se ha demostrado tu inocencia, Arturo, la demanda en tu contra no procede, porque la culpable está detrás de las rejas —eso logró captar la atención del magnate. —¿La culpable? —Sí, quién mandó matar a Pía, fue Sofía, tu madre… Arturo sintió que las piernas se le convirtieron en gelatina… —¿Bromeas? Diego negó. —Y hay mucho más, te lo contaré en
La chica del antifaz«Es hora que tú y yo hablemos sobre Lucas…» «Es hora que tú y yo hablemos sobre Lucas…» Carolina se quedó de piedra al escuchar las palabras de Diego, por un momento tuvo la intención de volver a su casa, cerrar la puerta y no volver a salir jamás, pero era consciente que ya no podía seguir evitando la verdad.—Sube —escuchó la voz del abogado de nuevo.Carolina se armó de valor, haló la manija de la puerta del auto y subió. Su cuerpo era un manojo de nervios, sin embargo, se obligó a permanecer quieta, mientras Diego ponía el auto en marcha y se alejaba de la casa.Lucas y María estaban dormidos, así que, si hoy moría, no iban a enterarse de quién era su asesino, porque no esperaba que Diego Álvarez se tomara con calma la noticia. Lucas no era un bebé y ellos se habían vuelto a ver un año después.Carolina iba sumergida en sus pensamientos que no sé dio cuenta del momento que Diego estacionó el auto frente a un parque y tenía la puerta abierta para ella.—Baja
¡Por fin!Arturo miró a Paula salir de la piscina, su esposa ahora parecía una sirena y él se sentía hechizado por ella.—¿Vas a mirarme toda la noche? —preguntó Paula, dejando ver su cuerpo con poquita ropa. Su brasier luchaba por mantener sus pechos redondos dentro de sus copas, debido al embarazo, la talla de Paula parecía haber aumentado y su bikini… ¡Ni siquiera podía llamarse bikini!, pensó Arturo mirando el pedazo de tela y el vientre de su esposa que empezaba a marcarse cada día más, las curvas de su cintura empezaban a perderse y Arturo sintió que no podía tener mejor cuerpo que ahora. ¡Amaba esa curva en el vientre de Paula!—Puedo verte todo el día, toda la noche, toda la semana y todo el año —refutó deslizando los lentes de sol sobre su nariz. Lentes que ya no necesitaba usar, pero que le servían para disimular que no había apartado la mirada de su esposa durante toda la tarde.—Estás loco.—Por ti, solamente por ti —dijo en un suspiro.Paula se sentó a la orilla de la tum
¡Una hermosa bebé!Diego volvió a su casa hecho una fiera, se había marchado sin ver a Lucas, porque no podía entrar y cambiar su expresión de enojo y fingir que nada sucedía. Carolina tenía razón en una cosa, no era conveniente asustar a su hijo con sus cambios bruscos, lo último que quería era que Lucas le tuviera miedo en vez de amor.—¿Qué sucede? —preguntó Leonor apartando los lentes de su rostro, era la primera vez que veía a su hermano furioso y golpear la puerta.—Tenías razón —respondió caminando al minibar, tomó una botella y caminó con intenciones de irse a su habitación.—¿Beberás hasta quedarte dormido como la noche anterior? —cuestionó la mujer haciendo que Diego detuviera sus pasos.—Tengo motivos.—¿Cuáles?Diego meditó por unos momentos de todas maneras, Leonor era su hermana y con ella no tenía ningún tipo de secreto; incluso ella le había hablado del parecido de Lucas con él.—Tengo un hijo —soltó dejándose caer sobre el sillón.—¿Lucas?Diego asintió.—¿Estás moles
Ustedes tienen que hablarLa familia salió de la clínica y se dirigieron a casa para celebrar la noticia de que su bebé sería una hermosa niña.Sin embargo, se encontraron con Julián e Isabel en la sala, esperando por ellos.—¿Qué sucede? —preguntó Arturo al verlos.—Queremos hablar contigo —apuntó Isabel.Arturo miró a Paula, como si necesitara su permiso, un gesto que no pasó desapercibido para la visita.—Estaré con la abuela y Alejandro en la cocina —dijo Paula, llevándose al niño con ella y a su abuela, quien había estado más silenciosa de lo normal, se había dado cuenta de que su expresión cambió en la clínica y eso le preocupó.—Pasemos al despacho —pidió Arturo.La pareja se puso de pie y los siguió.—Y bien, ¿Qué es lo que pasa? —cuestionó Arturo invitándolos a tomar asiento.—Como ya sabes —dijo Julián—. Mi vida ahora está en la Toscana, sin embargo, no quiero alejarme de Isabel de nuevo, hemos perdido mucho tiempo para continuar de la misma manera, me gustaría pedirte forma
La sangre llamaDiego condujo hasta el mismo parque donde había hablado con Carolina días atrás, en el mismo lugar donde se había comportado como un irresponsable con ella; fue en ese momento que reflexionó sobre el peligro al que la dejó expuesta al abandonarla a su suerte.—Mamá y yo siempre venimos aquí —dijo Lucas captando la atención del abogado.—¿Quieres mucho a tu mami? —preguntó Diego, mientras caminaban a la zona de columpios.—Ella lo es todo para mí —respondió el pequeño.—¿Qué hay de papá? —preguntó sabiendo que podía incomodar al niño, pero quería saber ¡NO!, no quería, él necesitaba saber lo que Lucas pensaba de él como padre; quería saber lo que Carolina le había dicho sobre él.—¿Papá?—Sí.—¿Mi papá? —cuestionó Lucas.—Sí, Lucas.—Oh, mamá dice que no es un mal hombre, que fue una hermosa casualidad en su vida que le permitió tenerme a su lado, pero que no volvió a verlo…Diego sintió un nudo formarse en su garganta. Carolina había dicho que no era un mal hombre; dar
Rechaza las visitasLos siguientes días, no fueron distintos para Carolina, Diego y Lucas, al abogado le saltaba la vena en la frente cada vez que miraba a Aitor rondando el escritorio de Carolina todas las mañanas, ¿es que no tenía nada mejor que hacer?—Diego, ¡Diego! —gritó Arturo al ver que su amigo no le prestaba la más mínima atención.—¿Qué?—Hace ratos, te estoy hablando y parece que lo he hecho con el escritorio, ¿Qué tanto miras hacia afuera? —le cuestionó.—Olvídalo, no pasa nada —respondió en tono molesto.—Pues tu cara de estreñido me dice otra cosa, ¿Qué está sucediendo? —interrogó.—Nada.Arturo sabía que le estaba mintiendo, pero sí Diego no quería hablar, él iba a esperar paciente a que lo hiciera, por el momento quería tener toda la información sobre Marco Moreno.—Entonces, ¿Qué me tienes sobre Marco?Diego se pasó la mano sobre el cuello, se había olvidado por completo de la petición de Arturo.—Lo siento, tengo la cabeza en otro lado, me pondré a investigar hoy mi