EPÍLOGO

En la penumbra de la cabaña, me encuentro sumida en mis pensamientos, la lluvia golpeando el tejado como un latido ansioso. Me siento atrapada entre dos mundos: el de la mujer que he sido y el de la que anhelo ser. Pero de pronto, es como si un espítu que cohabita mi cuerpo saliera de él, es una mujer con cicatrices en el rostro, el cabello despeinado, los ojos rodeados de ojeras, hacía tanto que no veía ese rostro en el reflejo del espejo, es Sarah, la parte de mí que ha permanecido oculta, está ahí, expectante esperando para escuchar lo que tengo para decirle y es como conversar con una persona diferente a mí, pero al mismo tiempo siendo dueña de un eco de recuerdos y emociones que son tanto suyos como mios y que no se han desvanecido

Sarah, siempre has deseado venganza, le dijo, mi voz apenas un susurro. Pero yo… no estoy segura de que sea lo que realmente quiero. A veces siento que todo este odio me consume. ¿De verdad necesitamos hacerles daño?

¿Por qué dudas, Rubí? pregunta Sar
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